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Contra el partido, no hay «Podemos»

Fuentes: Rebelión

En el conflicto abierto en PODEMOS-MADRID se reproduce la misma contradicción de antaño. Es algo recurrente. Pongamos el ejemplo de las elecciones al Consejo Ciudadano y a Secretario General de la Comunidad de Madrid, de noviembre de 2016. En la pugna abierta entre la candidatura de «ADELANTE PODEMOS» encabezada por Rita Maestre y la de […]

En el conflicto abierto en PODEMOS-MADRID se reproduce la misma contradicción de antaño. Es algo recurrente. Pongamos el ejemplo de las elecciones al Consejo Ciudadano y a Secretario General de la Comunidad de Madrid, de noviembre de 2016. En la pugna abierta entre la candidatura de «ADELANTE PODEMOS» encabezada por Rita Maestre y la de «JUNTOS PODEMOS» liderada por Ramón Espinar se reprodujo la misma crisis. De haber ganado «ADELANTE PODEMOS» el partido en la Comunidad de Madrid habría quedado fagocitado por los cargos públicos.

Otro de los indicadores de la crisis es algo que se puede observar desde hace mucho tiempo en la evolución de los Círculos que tienden a ser patrimonializados por la persona o colectivo que está bajo las decisiones de la Concejalía de ese territorio o distrito. La tendencia ha sido que, allí donde hay Concejalía de PODEMOS, el Círculo se va convirtiendo en apéndice de esa Concejalía. No es tanto una cuestión de lucha por el poder – que lo es – sino de qué clase de poder estamos hablando. La «cuestión del poder» es algo que nunca que se ha querido analizar a fondo en PODEMOS. Se da por descontado que con la voluntad de poder, sin adjetivos, es suficiente y nos hemos olvidado de que antes que nada hay que mantener y reproducir el «poder ciudadano» que nació del 15-M.

El impactante y acertado simbolismo de la marca del partido (que hace referencia precisamente al poder alternativo) encubre, en la práctica, un trasfondo de lucha de clases sobre la que hay que reflexionar. Empleo esta fórmula (que muchos despreciarán) teniendo en cuenta que no debe ser entendida mecánicamente y que no podemos ignorar que en toda contradicción social existen dos polos opuestos, dos elementos contrarios que, de llegar al antagonismo, terminará por reafirmar o negar al régimen social que precisamente queremos transformar.

La contradicción que queremos destacar aquí y que aparenta ser un «conflicto de intereses» (lo aparente engaña), es la que se produce necesariamente entre el poder político y el poder social. El primero representado por el liderazgo público-institucional y el segundo por el liderazgo del partido. Si se quiere mejor lo podemos definir también como la contradicción en términos genéricos que se da entre el Estado y la Sociedad, entre el Gobierno y el Pueblo o si se quiere ser más básico, entre las decisiones políticas y aquello otro que debe empoderar a la ciudadanía. Esa contradicción está permanentemente marcada por las relaciones económicas que controlan los poderes fácticos y que subyacen en el régimen de producción y mercado capitalista.

Quién debe dominar ¿el partido sobre sus cargos públicos o a la recíproca? Si recordamos la candidatura de otoño de 2016 ADELANTE PODEMOS, apreciaremos que estuvo construida fuera del partido irrumpiendo en el proceso de manera antidemocrática. Curiosamente los cargos públicos de entonces (primera Concejala de la capital y Presidente del Grupo parlamentario de la Asamblea de Madrid) fueron los artífices que aprovecharon la debilidad de la entonces secretaria general de la Comunidad de Madrid (responsable Luis Alegre).

En nuestras sociedades de libre mercado, el poder de los cargos públicos de los partidos está mediatizado por la función del Estado en la sociedad, y la función del Estado esta a su vez, mediatizada por el régimen de producción del capital. La acción del capital (como categoría económica, Bancos, Grandes empresas, negocios de toda clase, medios de comunicación principales, etc… cuyo fin es la acumulación de plusvalor), no se visibiliza pero tiende a degradar el cargo público que por su función social esta presionado a detraer plusvalor al capital, cuestión que si es visibilizada por el ciudadano. Si no tenemos un sólido «poder ciudadano» que frene la dinámica de integración que impone el capital no habrá transformación social; no habrá avance social hacia un modelo económico, cultural y político alternativo que ponga límites a la acumulación, en favor del «bienestar de los pueblos».

Supuestamente los Círculos estaban diseñados como órganos de poder popular que impactaría sobre el partido y el partido, a su vez, controlaría la acción de sus cargos públicos, con el fin de que estos respondieran al «bienestar del pueblo», un concepto que también se concreta con el avance de la revolución democrática que ha puesto en marcha PODEMOS y que corre el riesgo de fracasar. Esta preocupación la puso de manifiesto, muy acertadamente, el mismo Pablo Echenique en aquel magnifico documento auto-crítico y premonitorio, que tituló «REMAKE DE UNA TRAGEDIA O EL PARTIDO DEL FUTURO», publicado el 27 de febrero de 2016, cuya lectura deberíamos retener. https://www.publico.es/opinion/remake-tragedia-o-partido-del.html

Re-leyendo el pensamiento de Pablo Echenique, se convence uno de cuanta diferencia hay entre el PODEMOS original y el PODEMOS actual.

No es el lugar aquí para investigar sobre las causas del debilitamiento de PODEMOS, como proyecto original de partido, pero si destacar que la actual crisis de Madrid, revela la dificultad para resolver las contradicciones desde la dirección del partido.

En mi opinión, la dirección del partido está actuando correctamente, conforme a la norma de sus estatutos y a la preservación del principio de que el partido debe predominar sobre los cargos públicos, porque los cargos públicos por ser «Estado» siempre tenderán, conscientemente o no, a degradar el partido del cambio, fagocitando sus organizaciones, allí donde lo necesite el cargo. Donde mejor se aprecia es a nivel de los organizaciones de base, o sea en los Círculos.

Pero no sería solo cuestión de cumplir la norma del Código Ético, sino admitir y reconocer que esa Norma se hace para proteger al partido del poder del Estado, el cual tiende a destruir y anular ese «poder popular».

No es cuestión de inventarse palabrejas como hace nuestro querido exSecretario Gral. de Madrid ciudad que se enreda pretenciosamente buscando la explicación en que convocar primarias fue una «maniobra estratégicamente innecesaria» que se daña la cohesión organizativa»

https://www.eldiario.es/madrid/Jesus-Montero-Iglesias-Podemos-desastre_0_836066417.html

Es más bien que quien tiene el don y la responsabilidad de tener una estrategia política es el partido y no los cargos públicos.

Mientras no se vea más allá de los detalles anecdóticos aparentes, mientras no se priorice lo común sobre lo privado y el cargo público se cuide de no privatizar su poder frente al «poder ciudadano», mientras no se respete la norma, no habrá un PODEMOS ciudadano, necesario pero no suficiente.

Por todo esto hay que estar completamente convencido de que en esta pugna de poderes que alcanza el antagonismo, quien debe mandar en última instancia es el poder del partido, que debe mantener la hegemonía sobre sus cargos públicos. Manuel Carmena debería entender que su tiempo político es efímero y que el partido del «poder popular» debe ser eterno.

  

José M. Torres. Militante pasivo de Podemos.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.