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Hacia una cultura preventiva tras el tsunami

Fuentes: IPS

Luego de que el maremoto en el océano Índico tomara desprevenido al mundo, el secretario general de la ONU, Kofi Annan, propuso establecer con urgencia un plan exhaustivo para evitar los perjuicios de las catástrofes naturales. «Necesitamos un sistema mundial de alerta, que cubra no sólo los tsunamis sino otras amenazas como tormentas y ciclones», […]

Luego de que el maremoto en el océano Índico tomara desprevenido al mundo, el secretario general de la ONU, Kofi Annan, propuso establecer con urgencia un plan exhaustivo para evitar los perjuicios de las catástrofes naturales. «Necesitamos un sistema mundial de alerta, que cubra no sólo los tsunamis sino otras amenazas como tormentas y ciclones», dijo Annan en Mauricio, ante los representantes de 110 países de la ONU.

«Ninguna parte del mundo debería ser ignorada», agregó Annan, en la conferencia sobre asistencia a los Pequeños Estados Insulares en Desarrollo, muchos de ellos vulnerables a los caprichos de la naturaleza que concluirá este viernes.

La reunión ingresó en su segmento de alto nivel este jueves, al comenzar la intervención de jefes de Estado y de gobierno. «Debemos pensar globalmente y considerar medidas a la altura de la tarea», les dijo Annan.

Las posibilidades en ese sentido son buenas, en una comunidad internacional tras las olas que el 26 de diciembre se cobraron 160.000 vidas en 13 países de Asia y el Pacífico, entre ellos pequeñas naciones insulares.

La propuesta será también analizada en la Conferencia Mundial sobre Reducción de Desastres que se celebrará la semana próxima en Kobe, Japón, donde el 17 de enero de 1995 el primer gran terremoto en una gran ciudad del Norte industrial acabó con 6.000 vidas.

Los actuales sistemas de alerta sobre tormentas podrían vincularse con facilidad al propuesto para prevenir maremotos, dijo a IPS el secretario general de la Organización Meteorológica Mundial, Michel Jarraud.

No es tan segura la inclusión de otras calamidades, pues podría perderse el centro de atención, agregó.

Pero el director del Secretariado Interagencias de la ONU para la Reducción de Desastres, Salvano Briceño, prevé un sistema que «pueda y deba» prevenir todos los desastres, de terremotos y deslizamientos a inundaciones y sequías, con un «enfoque de manejo multirriesgo».

Diez por ciento de los 6.000 millones de dólares anuales destinados ahora a la asistencia humanitaria deberían ser asignados a estos sistemas de prevención, según Briceño.

El vicepresidente del Banco Mundial Ian Goldin dijo a la prensa en Mauricio que la institución «analizaría muy seriamente todas las propuestas» en ese sentido.

La Unión Europea (UE) participará en el aporte de los fondos necesarios, aunque no puede adelantar cifras concretas hasta que se estimen los costos reales, dijo el comisario de Desarrollo y Asistencia Humanitaria del bloque, Louis Michel.

El Grupo de los 77 y China, máxima expresión del mundo en desarrollo en la comunidad internacional, llamó por intermedio de su presidente de turno, Nassir Abdulaziz Al-Nasser, al apoyo internacional de un sistema de alerta temprana de desastres y de reducción de riesgos.

El primer ministro de Mauricio, Paul Raymond Berenger, mencionó la posible creación de un fideicomiso para financiar ese objetivo.

La catástrofe del 26 de diciembre trajo a colación un hecho al que la comunidad internacional no había prestado atención suficiente: 2004 fue un año especialmente malo en términos de catástrofes naturales.

Catorce tormentas tropicales en el Caribe se cobraron miles de vidas y causaron pérdidas económicas estimadas en 20.000 millones de dólares.

El aumento del nivel del mar amenazó con cubrir por completo las islas de Nauru, Maldivas y Tuvalu. En el océano Índico, el ciclón tropical Gafilo, el más intenso de los que se tenga registro, se cernió sobre Comoras y Madagascar, matando a 200 personas.

Las pérdidas económicas exactas no han sido calculadas aún, pero podrían ser mucho mayores que las de 2003, cuando sumaron 60.000 millones de dólares, según la ONU.

Los eventos climáticos son considerados por muchos expertos como evidencia empírica del cambio climático. El Panel Intergubernamental de la ONU en que científicos analizan el asunto prevé un aumento de los ciclones tropicales.

Con estos problemas en mente, el centro de atención se traslada ahora a Kobe, donde el objetivo es diseñar mecanismos para reducir los riesgos.

«No arrancamos de la nada. Los mapas de riesgo ya están disponibles en muchos países, y muchos países ya cuentan con sistemas de alerta temprano para inundaciones y ciclones», sostuvo Briceño.

«Organizaciones internacionales de alerta ya detectan terremotos y vinculan a las autoridades» de los distintos países, agregó.

Expertos recuerdan que la Década Intrenacional para la Reducción de Desastres Naturales 1990-1999, consagrada por la ONU, terminó peor de lo que empezó en cuestión de cantidad de muertes y de catástrofes.

La cifra de personas en riesgo aumenta de 70 a 80 millones cada año, según la ONU. Los pobres son los más afectados por terremotos, inundaciones, sequías, tormentas, ciclones tropicales, huracanes, incendios de bosques, maremotos, erupciones volcánicas y deslizamientos de tierra.