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Género y desastres naturales

Por qué deberíamos enfocarnos en una perspectiva de género del desastre provocado por el tsunami

Fuentes: Friday File

El 26 de diciembre de 2004 quedará grabado en las mentes de millones de personas de todo el mundo. Cientos de miles de personas fueron afectadas directamente por el tsunami que impactó en las costas de los países situados en el Océano Índico hace menos de dos semanas. Otros millones continúan observando la cobertura de […]

El 26 de diciembre de 2004 quedará grabado en las mentes de millones de personas de todo el mundo. Cientos de miles de personas fueron afectadas directamente por el tsunami que impactó en las costas de los países situados en el Océano Índico hace menos de dos semanas. Otros millones continúan observando la cobertura de las consecuencias realizada por los medios, con masivos esfuerzos de ayuda coordinados en forma global, y miles de millones de dólares comprometidos para ayudar a quienes perdieron su forma de subsistencia.

Hubo una discusión sobre si un sistema de alerta temprana hubiera prevenido la magnitud del desastre permitiendo que las personas fueran evacuadas, pero ¿qué pasa con las dimensiones económicas y sociales de los desastres naturales? ¿Existe una forma de prevenir algunas de las dificultades sociales que se presentan como consecuencia de estos desastres? ¿Se pueden utilizar los desastres naturales como plataforma para un cambio social positivo en las comunidades?

Una investigación llevada a cabo en 2000 por la Organización Internacional del Trabajo (OIT)(1) sugiere que el género es una dimensión importante en los desastres como los tsunamis del Océano Índico. Se ha sostenido que la vulnerabilidad ante las catástrofes naturales y sus consecuencias se construye social y genéricamente,  lo que significa que las mujeres y los hombres enfrentan diferentes retos en los desastres porque sus roles en la sociedad se construyeron de modo diferente. Cuando observamos los desastres naturales desde esta perspectiva, podemos concluir que el aspecto físico de los tsunamis está resuelto, pero los aspectos sociales y económicos no lo están. Pueden ser rediseñados, utilizados y a veces mal utilizados. Esto es muy importante para las mujeres en particular porque son ellas las más vulnerables ante estas catástrofes por sus roles socialmente construidos.

¿Cuáles son los impactos de género de los desastres naturales?

Los impactos económicos y sociales de los desastres tales como el tsunami dependen en gran medida de las estructuras en donde ocurren. Obviamente algunas personas corren mayores riesgos que otras debido a su posición socio-económica, a los impedimentos para elegir y a la falta de acceso a los recursos. Un desastre como del que acabamos de ser testigas/os en Asia expone estas desigualdades , particularmente luego de ocurrida la catástrofe, porque las personas son incapaces de recuperar lo que perdieron debido a su pobreza extrema. La OIT los denomina «desastres diseñados» en donde «los patrones de desarrollo global ponen en riesgo a un elevado número de personas»(2).

La desigualdad de género juega un papel importante en el nivel de la vulnerabilidad ante los desastres naturales y sus consecuencias. Las mujeres son más vulnerables durante los desastres porque tienen menor acceso a los recursos, son víctimas de la división genérica del trabajo, y son principalmente las cuidadoras de niños y niñas, ancianos y ancianas y discapacitados y discapacitadas(3). Esto significa que tienen más dificultades para trasladar los recursos para la rehabilitación, es más probable que estén sobrerepresentadas en el desempleo que sigue a la catástrofe, y sobrecargadas de responsabilidaes domésticas que las deja menos libres para buscar recursos para aliviar sus necesidades económicas.

También son generalmente las mujeres quienes se quedan sin tomar alimentos para poder nutrir a sus familias durante el desastre. A estos temas se agrega  que las mujeres son a menudo víctimas de violencia doméstica y sexual luego de una catástrofe natural. Hubo reportes no confirmados de violación y abuso sexual en Sri Lanka durante los esfuerzos de rescate luego del tsunami(4), y de traficantes de personas que tomaron ventajas de la vulnerabilidad de las mujeres y los niños y las niñas en Aceh. Hechos detestables de violación, violencia y acoso sexual contra las mujeres de áreas en conflicto han sido muy bien documentados y analizados. Hechos similares luego de los desastres naturales son generalmente soslayados o reciben muy poca atención.

Al reconocer el papel importante que el género juega en la coordinación y el alivio del desastre, es alarmante que los asuntos de género sean a menudo relegados a un segundo plano ante un desastre natural. Hay una necesidad obvia de proveer a las víctimas inmediatamente después de ocurrido el desastre con alimentos, ropas, refugio, agua potable, sin importar el género. Considerando que desastres tales como terremotos, inundaciones, sequías, huracanes y aludes de tierra ocurrirán siempre, es imperativo sin embargo asegurar que se incluya una perspectiva de género en todos los programas de coordinación de desastres naturales de manera que los esfuerzos por brindar el alivio encaren las necesidades de manera apropiada y se ocupen tanto de las mujeres como de los hombres.

De acuerdo a la Organización Panamericana de la Salud -una oficina Regional de la Organización Mundial de la Salud- observar a los desastres naturales desde una perspectiva de género es una necesidad urgente para comprender lo que significa una catástrofe para la realidad cotidiana:

«La mayoría de los esfuerzos para brindar alivio están dirigidos a la población en general de una zona afectada por una catástrofe, sin embrago, cuando se apoyan para la distribución de recursos en estructuras ya existentes y que reflejan la estructura patriarcal de la sociedad, las mujeres son marginadas en su acceso a la ayuda»(5).

Las mujeres y las niñas y niños constituyen la mayoría de las víctimas que se ven en la representación mediática de los desastres naturales. Más allá de las lentes de las cámaras en el seguimiento de las políticas implementadas, hay una tendencia sin embargo a dejar a las mujeres casi invisibles. Las políticas públicas son diseñadas sin considerar cuidadosamente las relaciones de poder asimétricas que se basan en el género, y que llevan a un silenciamiento de las experiencias y estrategias de las mujeres(6). Incluso existen obstáculos para la participación de las mujeres en el alivio de los desastres porque algunas áreas son consideradas ‘poco seguras’ para el trabajo de las mujeres. Esto tiene grandes consecuencias para las mujeres sobrevivientes que desean ayuda de las mujeres socorristas. La OIT descubrió que en muchos casos, las mujeres sobrevivientes son incapaces de discutir libremente sus necesidades con los socorristas varones, y que las socorristas mujeres simplemente no existen(7).

¿Se pueden utilizar los desastres naturales como plataforma para el cambio social?

Así como las mujeres son las más vulnerables ante las consecuencias de las catástrofes naturales, son a menudo las más innovadoras agentes sociales en la implementación de la ayuda inmediata para sus familias y comunidades.  De acuerdo a Madhavi Ariyabandu -Coordinadora del Programa para el alivio del Desastre de ITDG de Sudasia- las mujeres juegan un papel protagónico en la coordinación del riesgo y la emergencia (8). Ella plantea que «el rol asignado a las mujeres en las sociedades sudasiáticas como cuidadoras y alimentadoras se amplía, en las épocas de desastres, a coordinar emergencias, a asegurar la vida y la continuidad de los sustentos, y a mantener los sistemas de apoyo vital». Las organizaciones de base comunitarias naturalmente redirigen a sus equipos y recursos para atender y socorrer en el desastre natural cuando es necesario, y las mujeres forman grupos y se movilizan para entrar en contacto con las necesidades más urgentes de la comunidad.

En algunos casos las mujeres utilizan la catástrofe como una oportunidad para cambiar las percepciones de la sociedad acerca de la capacidad de la mujer y retan los roles de género asignados por la sociedad. Las mujeres en Nicaragua, por ejemplo, organizaron una campaña muy efectiva contra la violencia de género como respuesta a los niveles crecientes que se notaron luego de que un destructivo huracán barriera la zona. El mensaje que dieron a través de los medios fue «La violencia contra las mujeres es un desastre que los hombres sí pueden prevenir»(9). Las mujeres se involucran públicamente en el trabajo de socorro en tareas ‘no tradicionales’ como la construcción de casas, cavar pozos, y a menudo también se convierten en modelos a seguir en sus comunidades y así disminuyen los obstáculos que enfrentan las mujeres en la esfera pública(10).

Para reducir el daño asociado con un desastre natural es necesario reconocer que la vulnerabilidad precede a los desastres. Los tsunamis han debilitado a cientos de miles de personas en Asia, pero las consecuencias tendrán, en muchos casos, mayores efectos sobre las mujeres. Vincular la coordinación de planes ante el desastre con ayuda humanitaria con las dinámicas de género ayudará a brindar una mayor comprensión de lo que se necesita para asegurar  que no sólo sean reconocidas las circunstancias únicas que atraviesan las mujeres en los desastres naturales, sino que se actúa sobre ellas.

Notas:

1. Elaine Enarson (2000) Género y Desastres naturales. OIT Programa Infocus Respuesta a la Crisis y la Reconstrucción.

2. Ibídem

3. Hoja Informativa de la Organización Panamericana de la Salud.

4. Ver  http://iafrica.com/news/worldnews/401686.htm

5. Hoja Informativa de la Organización Panamericana de la Salud.

6. Elaine Enarson (2000) Género y Desastres naturales. OIT Programa Infocus Respuesta a la Crisis y la Reconstrucción.

7. Ibídem

8. Ver http://www.ssri.hawaii.edu/research/GDWwebsite/pdf/Ariyabandu.pdf

9. Hoja Informativa de la Organización Panamericana de la Salud.

10. Elaine Enarson (2000) Género y Desastres naturales. OIT Programa Infocus Respuesta a la Crisis y la Reconstrucción.

 
Friday File Nº 208, Viernes 7 de enero  de 2005.
Traducción: Irene Ocampo