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Intervención en el Club de Amigos de la UNESCO de Madrid. 4 de Marzo 2005

Cuba y la Posición Común Europea

Fuentes: Rebelión

La estrategia de establecer lo que se ha denominado una Posición Común de la Unión Europea respecto a Cuba hay que remontarla a los últimos meses de 1995 cuando se presentó el libro del anticastrista Carlos Alberto Montaner titulado «Cuba hoy» y editado por FAES (Fundación para el Análisis y los Estudios Sociales), un centro […]

La estrategia de establecer lo que se ha denominado una Posición Común de la Unión Europea respecto a Cuba hay que remontarla a los últimos meses de 1995 cuando se presentó el libro del anticastrista Carlos Alberto Montaner titulado «Cuba hoy» y editado por FAES (Fundación para el Análisis y los Estudios Sociales), un centro del Partido Popular.

En aquella ocasión, José María Aznar, a quien acompañaba el novelista Mario Vargas Llosa, anunció que si su partido llegaba al gobierno se distanciaría de cualquier proyecto que ayudase al régimen cubano a mantenerse y que apoyaría con el mayor énfasis todos aquellos que ayudasen a «promover el respeto a los derechos humanos y la libertades en Cuba».

En marzo de 1996 el Partido Popular ganó las elecciones legislativas. Ese mismo año se caracterizó por las tensiones diplomáticas entre ambos gobiernos. Tanto el entonces ministro de Asuntos Exteriores, Abel Matutes como el presidente del gobierno, José María Aznar, alertaron a sus interlocutores cubanos en la Asamblea General de Naciones Unidas primero, y en la VI Cumbre Iberoamericana de Chile después, cuál era la postura española con respecto a la isla, la que en definitiva se impondría en la Posición Común. Se trataba, dijeron, de «tener relación con todos los actores de la realidad cubana» pero sin renunciar a su compromiso «a favor de la democracia y el respeto de las libertades en los países iberoamericanos».

En el contexto de esta política, Aznar y sus colaboradores mantuvieron contactos con los miembros de la llamada «disidencia interna», como Elizardo Sánchez, presidente de la Comisión Cubana de Derechos Humanos recibido oficialmente por el presidente del gobierno español, y el ministro de Asuntos Exteriores, quien también recibió a otros reconocidos «luchadores por al libertad cubana», desde Miami, como Carlos Alberto Montaner, Jorge Mas Canosa y José Ignacio Rasco.

En la Declaración de Viña del Mar (VI Cumbre Iberoamericana) Aznar lideró las posiciones contra Cuba. Fue cuando Fidel Castro le respondió directamente como «caballerito insolente». El presidente español demostró sus excelentes vínculos con los sectores más reaccionarios de Miami, quienes, como luego se supo, apoyaron económicamente su campaña electoral en España. Aznar condicionó cualquier avance en las relaciones hispano-cubanas a un cambio «democrático» con una frase patética: «si mueves ficha, yo moveré también ficha».

En diciembre de 1996 el gobierno español promovió la adopción por la UE de lo que se conoce como la «Posición Común sobre Cuba».

Antes de ser aprobada, el periódico español El País publicó el 13 de noviembre de ese año, un artículo con el título: «España propone a la Unión Europea cortar el crédito y la cooperación con La Habana», anunciaba que: «El gobierno español propondrá mañana en Bruselas a sus socios de la Unión Europea una estrategia de acoso económico del régimen de Fidel Castro (…) El paquete que propone Aznar se alinea estrechamente a la actual política norteamericana. La iniciativa que pretende sacar adelante el Ejecutivo de Aznar supone cerrar los grifos de la cooperación y de los créditos de Los Quince y elevar el nivel del diálogo con la oposición anticastrista.

«(…) Las medidas acariciadas por Aznar (…) suponen una ruptura completa de la política española con Cuba…»

Entre las medidas anunciadas por el diario ese día, además del intento de Aznar de suspender la cooperación de los quince países europeos con Cuba, el fin de los acuerdos empresariales y el cierre de los créditos escasos, caros y de corto plazo que Cuba recibía en ese crítico momento del período especial, se sumaría este propósito:

«Diálogo con la oposición. Cada uno de los quince embajadores europeos en La Habana designaría un diplomático especializado en trabar un diálogo de alto nivel con los grupos de oposición a Castro. Los gobiernos europeos invitarían a estos grupos a un contacto permanente de alto nivel.

«Este paquete se formalizaría mediante una «posición común» de la UE y se inspira directamente en la estrategia norteamericana de acoso, pregonada por el embajador itinerante estadounidense, Stuart Eizenstadt.»

Según el periódico El País, y la realidad lo confirmó después: «Este diplomático norteamericano ha venido insistiendo ante las cancillerías europeas en la necesidad de que la Unión Europea abandone su actual estrategia….» hacia Cuba.

«También ha prometido el embajador itinerante que si los quince países comunitarios se apuntan al enfoque norteamericano, Washington «otorgará» a sus socios sucesivos aplazamientos semestrales en la aplicación de la Ley Helms-Burton, que endurece el embargo a Cuba y persigue las inversiones europeas en la isla». Ahí se encuentra una de las claves del cambalache.

La iniciativa de Aznar prosperó. Todo el mundo sabe que existe un acuerdo tácito en la Unión Europea para que el país que fuera antigua metrópoli lidere la política de la Unión para esa región.

Poco después el Consejo de la UE aprobaba la Posición Común y, más tarde, el Entendimiento de la Unión Europea con Estados Unidos sobre la Ley Helms-Burton, en el que los gobiernos europeos aceptaron plegarse a las condiciones impuestas por Estados Unidos, a cambio de la promesa norteamericana de no sancionar a las empresas europeas.

Ese es el origen de esta nueva campaña de los gobiernos europeos contra Cuba. Se trataba de un miserable apaño económico. Tu apoyas mi política de acoso y yo no multo a tus empresas.

Aznar, obsesionado con el castigo de Cuba y convertido en aliado menor del gobierno norteamericano, fue el principal responsable de que la Unión Europea no haya elaborado un enfoque independiente y objetivo hacia Cuba, y fue el principal responsable de esa escalada.

La «Posición común» fue, esencialmente, una política europea de imposición de condiciones : Cuba debe en primer lugar hacer concesiones y solamente después podrá recibir ayuda de la UE.

Esta imposición intolerante está basada exclusivamente en criterios políticos y esconde, bajo la campaña por las supuestas violaciones de los derechos humanos y la falta de libertades políticas, la incapacidad para aceptar la existencia del sistema socialista en Cuba.

Conozcamos más como es eso del Entendimiento de la Unión Europea con Estados Unidos sobre la Ley Helms-Burton.

Se trata de la negociación de la UE con EEUU en la que Washington se comprometió a no aplicar la Ley Helms-Burton y desarrollar la Ley de la Solidaridad Democrática y de la Libertad Cubana, aprobada el 12 de marzo de 1996 destinada a empresas europeas que invirtieran en la isla. Europa por su parte aceptó aplicar una política que promoviera cambios, objetivo muy general que cada país podía aplicar con independencia, hasta que Madrid impulsó una política única. El denominado entendimiento no es otro que un acuerdo de imposición política de Estados Unidos mediante un chantaje empresarial. Nada de defensa de derechos humanos y democracia, eso quedaba para el discurso externo. Madrid exigió a las autoridades cubanas cambios previos, mientras que el resto de los países europeos apuestan por el diálogo como mecanismo para influir en los cambios cubanos.

A partir de ese momento la cooperación con Cuba se redujo casi exclusivamente a la ayuda humanitaria, que se ha venido realizando a través de ONGs cubanas y sus contrapartes europeas, a las cuales incluso se les quiso imponer que aplicaran los condicionamientos de la «posición común» para obtener financiamiento para sus proyectos. Desde entonces, la disyuntiva radica en definir la prioridad que se otorgue por ambas partes a las posibilidades que se presentan: diálogo político crítico, como precondición para dialogar o diálogo constructivo permanente como parte del acuerdo.

2003: Reevaluación de la Posición Común

Llegan los juicios de marzo y abril del 2003 en Cuba a los 75 agentes que trabajaban al servicio de la Sección de Intereses de Estados Unidos y Aznar encuentra el momento oportuno para justificar su nueva vuelta de tuerca.

El 25 de marzo se presenta una Nota de protesta de la Presidencia de la Unión Europea, por las condenas impuestas en tribunales cubanos a ese grupo de supuestos «disidentes», en realidad empleados al servicio de la administración de los Estados Unidos como demostró con abrumadoras pruebas el gobierno de la isla.

El 14 de abril, a propuesta del ministerio de Asuntos Exteriores español, se presenta ante la UE una nueva Declaración del Consejo de Relaciones Exteriores de la Unión, en la que se trata a los 75 cubanos encarcelados como «prisioneros políticos» y se amenaza a Cuba con la afectación de «los planes para incrementar la cooperación».

El 18 de abril se presenta otra Nota de protesta de la Presidencia que reitera las amenazas contra Cuba.

El 30 de abril a instancias de la Comisaria española Loyola de Palacio, la Comisión Europea decidió posponer indefinidamente la consideración de la solicitud de Cuba para ingresar al Convenio de Cotonou. Cuba decide por segunda vez retirar dicha solicitud, que había hecho ante la insistencia unánime del Grupo de Países de Africa, Caribe y Pacífico (ACP).

El 27 de mayo se intenta de nuevo entregar otra Nota de protesta, que la cancillería cubana rechaza por considerarlo ya una intolerable intromisión en los asuntos internos de Cuba.

El asunto que provoca la campaña es el fusilamiento de tres secuestradores de un barco con rehenes. Hay que recordar que ese año fueron ejecutadas 5.599 personas por sentencias de diferentes países. Al parecer la Unión Europea no se enteró de las 5.596 que se produjeron fuera de Cuba.

El 5 de junio, de manera inusual en la práctica diplomática, la Unión Europea hizo público un comunicado titulado «Revaluación de la Posición común de la UE sobre Cuba – Conclusiones del Consejo-«, en el que, además de anunciar medidas punitivas contra Cuba, informó a la comunidad internacional que había dirigido una carta a las autoridades cubanas. La carta llegó al Ministerio de Relaciones Exteriores horas después de su público anuncio.

El 11 de junio, la cancillería cubana responde indignada que considera una actuación hipócrita y oportunista por parte de la Unión Europea lo que se está haciendo.

En síntesis, la UE suscribía cuatro medidas para endurecer la «Posición común»:

1-Limitar las visitas gubernamentales bilaterales de alto nivel.

2-Reducir el nivel de la participación de los Estados miembros en acontecimientos culturales.

3-Invitar a los disidentes cubanos a las celebraciones de fiestas nacionales.

4- Volver a examinar la Posición Común de la Unión Europea sobre Cuba.

A la actividad conspirativa del gobierno español, se sumó inmediatamente el gobierno italiano. Unilateralmente, Italia decidió suspender su cooperación para el desarrollo con Cuba, que podría haber alcanzado este año casi 40 millones de Euros.

Todo ello provocó que un millón de personas, entre ellos el propio Fidel Castro y los principales dirigentes de la Revolución, se manifestaron ante las embajadas española e italiana para protestar contra esa política hostil hacia Cuba. Poco después, el Gobierno cubano colocó frente a la embajada española un «muro de protección antifascista» pintado con el Guernica de Picasso. En la misma línea de respuesta, el Centro Cultural Español de La Habana vio como sus letras eran quitadas de sus paredes con martillo y cincel para ser rebautizado como Centro Federico García Lorca. Así continúa hoy.

El papel miserable de la Unión Europea han quedado en evidencia en múltiples en ocasiones. La tercera Cumbre entre América Latina, el Caribe y la Unión Europea del 27 de mayo del 2004, que tuvo lugar en Guadalajara en México y que reunió 58 países, esclareció las carencias de las naciones europeas en términos de independencia de sus decisiones. Durante la Declaración Final, la Unión Europea se negó durante mucho tiempo a incluir el siguiente párrafo que condena los casos de tortura y los crímenes cometidos en Irak, presentado por los países latinoamericanos:

«Condenamos enérgicamente todas las formas de abuso, torturas y otros tratos crueles, inhumanos y degradantes contra prisioneros de guerra y todo tipo de detenidos, así como contra cualquier personal dondequiera que se cometan, y quien quiera que lo ejecute. Nos declaramos consternados por las formas recientemente documentadas de tales actos, que son totalmente inaceptables y merecen nuestra condena más enérgica. Tales prácticas están y deberán permanecer prohibidas en todo momento y en todo lugar. En este contexto, hacemos un llamado a los gobiernos concernidos para que apliquen plenamente las sanciones previstas por la ley a todos los responsables y hagan respetar la prohibición de la tortura y otros tratos crueles, inhumanos o degradantes, de conformidad con la Convención de Naciones Unidas contra la tortura y los convenios de Ginebra. Tales prácticas constituyen una grave violación a estos intrumentos internacionales».

Finalmente, después de un agitado debate y frente a la persistencia de las naciones latinoamericanas, la Unión Europea aceptó denunciar contra su voluntad los casos de «malos tratos» de prisioneros en Irak, no se atrevieron a utilizar la palabra «tortura». Pese a su robustez económica, Europa no dispone del coraje político necesario para poder soñar un día con desempeñar el papel de contrapeso frente a la potencia hegemónica estadounidense.

La Unión Europea se negó también a agregar el siguiente párrafo relativo a Cuba en la Declaración Final, adoptado por el conjunto de los gobiernos de América Latina y del Caribe presentes:

«Reiteramos nuestro enérgico rechazo a la aplicación unilateral y extraterritorial de leyes y medidas contrarias al derecho internacional, la libertad de mercado, la navegación y el comercio mundial. Estamos de acuerdo en que estas medidas representan una seria amenaza al multilateralismo. Expresamos nuestra profunda preocupación por las medidas adicionales que refuerzan y amplían el alcance de tales políticas y legislaciones, como la ley Helms-Burton, y por ello exhortamos al gobierno de los Estados Unidos de América a que ponga fin a su aplicación. Rechazamos la utilización de medidas coercitivas unilaterales por parte de cualquier Estado, ya que ponen en riesgo la soberanía de los Estados, y violan los principios y propósitos de las Naciones Unidas».

El portavoz del ministerio de los Asuntos Exteriores de Irlanda, Dermot Brangan, que ejercía la presidencia de la Unión Europea, justificó que el rechazo a la inclusión de dicho pasaje por el hecho de que «Cuba intentó endurecer el lenguaje [de la declaración] con más críticas a Estados Unidos» y «esto era demasiado para la Unión Europea», apuntó.

Así, Irlanda sólo confirma las palabras del presidente cubano Fidel Castro, quien, en una carta abierta al pueblo mexicano, había explicado que no participaría en la Cumbre de Guadalajara pues «la complicidad de la Unión Europea con los crímenes y las agresiones de los Estados Unidos contra Cuba» era inaceptable. Había calificado el encuentro internacional de «conferencia carente de todo tipo de contenido, de carácter puramente ceremonial, durante la cual la Unión Europea no se compromete absolutamente en nada».

Es importante decir que tampoco la UE tuvo ninguna reacción al recrudecimiento de las sanciones económicas contra Cuba que estableció Bush en su anterior legislatura, alguna de las cuales suponía una discriminación por razones ideológicas, como la impedir el envío de dinero a familiares cubanos si estos eran miembros del Partido Comunista.

2004-La reunión de Praga

Los tiempos van cambiando y el Partido Popular cae en desgracia. No digamos ya el señor Aznar. Ante el nuevo panorama político europeo y el evidente fracaso de la política de la UE contra Cuba, EEUU gesta en Praga una nueva operación destinada a condicionar una vez más la política europea con Cuba. Del 17 al 19 de septiembre del 2004, tuvo lugar allí la «Cumbre Internacional por la Democracia en Cuba», bajo la égida del Comité Internacional por la Democracia en Cuba (CIDC), fundado por el Vaclav Havel, antiguo presidente de la República Checa. Para poder comprobar lo que tiene de europeo ese foro basta con saber quienes lo lideran y gestionan, la ex secretaria de Estado estadounidense Madelaine Albright, la ex embajadora norteamericana Jeane Kirpatrick, el jefe de la Oficina de Intereses de Estados Unidos en La Habana James Cason, el también norteamericano, Pedro Roig, director de la Oficina de Transmisiones a Cuba que controla las emisoras de Radio y TV Martí que violan el espacio radioeléctrico cubano, y Adolfo Franco, el administrador del programa para América latina y el Caribe de la Agencia Internacional para el Desarrollo (USAID), una institución utilizada desde la guerra fría para penetrar en los gobiernos de izquierda mediante la financiación de opositores políticos. Europa está representada por el expresidente checo Vaclav Haval y el ex presidente español José María Aznar. Obsérvese que no representaban a ningún europeo porque ninguno de ellos gobernaba en ningún país de la UE.

Esta reunión, cuyo alcance propagandístico fue obvio, constituyó un paso adelante en la guerra mediática estadounidense contra Cuba con la complicidad de la Unión Europea.

Durante la reunión Vaclav Havel llamó públicamente al derrocamiento del gobierno cubano. Según él, había que «reflexionar acerca del medio de desalojar al dictador», aludiendo a Fidel Castro. Una afirmación incompatible con la Carta de las Naciones Unidas que establece la no injerencia entre países. También agregó que los opositores «debían dedicar todo el tiempo posible» a la preparación de una Cuba postrevolucionaria, conforme a lo que preconiza el plan belicista del presidente Bush.

Por su parte, José María Aznar, aludiendo al Raúl Rivero, afirmó «nadie tendría que estar en prisión sin un juicio justo, nadie debería estar en la cárcel por haber escrito un poema contra Fidel Castro». Una mentira a la altura de lo que fue íntegramente la Cumbre.

El aquelarre acabó con la publicación de la «Declaración de Praga» que recomienda un recrudecimiento de las sanciones contra Cuba, el mantenimiento de la Posición Común de la Unión Europea y una ayuda acrecentada a los movimientos susceptibles de favorecer la subversión en el seno de la sociedad cubana.

James Cason, responsable de la Sección de Intereses estadounidense (SINA) en La Habana, quien desempeñó un papel fundamental en los intentos de desestabilización de Cuba, así como la ex embajadora del gobierno Reagan, Jeane Kirkpatrick, supervisaron el buen desarrollo de la reunión.

El cronograma de actividades aprobado en Praga incluye el apoyo al Proyecto Varela y a la candidatura al Premio Nobel de la Paz al dirigente que la lidera Oswaldo Payá. Hace unas semanas Rebelión destapó un documento de felicitación de este anticastrista a los golpistas venezolanos, meses después de haber recibido el Premio Sajarov por el Parlamento Europeo por su «defensa de los derechos humanos y la democracia».

La reunión de Praga llegó tan lejos en su provocación contra Cuba que fue considerada como una injerencia agresiva no sólo por las autoridades cubanas sino también por varios otros grupos de opositores. Así, Eloy Gutiérrez Menoyo, líder del movimiento Cambio Cubano, una organización contrarrevolucionaria, publicó una declaración titulada «los dólares no compran primaveras», en la cual fustigaba la organización de la manifestación que no servía, según él, más que a poner en práctica «inescrupulosos planes de desestabilización contra Cuba».

Gutiérrez Menoyo es una leyenda viva para la extrema derecha cubana de Florida. Pasó 22 años en las prisiones cubanas por actividades terroristas. Condenado en 1964, fue liberado en 1986 tras la intervención diplomática del antiguo presidente español, Felipe González, y emigró a Miami. Después de la elaboración de una política de apertura por el gobierno cubano, Gutiérrez Menoyo regresó a Cuba. En cuanto a los «disidentes», declaró que no se relacionaba con ellos pues «es un terreno minado. Muchos de ellos son terroristas financiados por los Estados Unidos o espías para los servicios secretos cubanos». Hoy la única limitación a la libertad de Menoyo son las establecidas por Estados Unidos que no le permite volver allí y la única prisión que le amenaza es la estadounidense si pisa suelo norteamericano.

La política de agresión contra Cuba no solamente no cuenta con el apoyo del pueblo cubano, sino tampoco con la del pueblo norteamericano ni europeo. La Cámara de Representantes estadounidense desafió claramente el plan agresivo de Bush publicado en mayo del 2004, al votar por 225 votos contra 174 a favor de un ablandamiento de las sanciones, consideradas inhumanas por el representante demócrata de Florida, Jim Davis, lo que no impidió que se aprobara por el voto de calidad de la presidencia.

De igual modo, la Cámara de diputados británica votó con un apoyo del 79% una declaración común condenando la actual política del Bush contra el gobierno de La Habana y rechazando una eventual agresión militar contra la población cubana. El presidente de la Cámara de diputados Peter Hain dijo lo siguiente: «Estoy absolutamente opuesto a una acción militar contra Cuba y estoy también opuesto al incesante bloqueo mantenido por los Estados Unidos. Visité Cuba hace dos años y estuve impresionado por los avances sociales a pesar de la presión estadounidense».

Levantamiento de todas las sanciones

Los planes norteamericanos de lograr establecer en Europa su política anticubana no tuvieron éxito a pesar de la alharaca checa. El lunes 31 de enero se aprobó el levantamiento de manera «temporal» de todas las sanciones diplomáticas vigentes contra Cuba desde junio de 2003, tras acuerdo de los embajadores miembros de la Unión Europea.

Los representantes permanentes de los Veinticinco pactaron una declaración escrita en la que se anuncia la suspensión de las sanciones, que fue aprobada sin oposición alguna. Hay que recordar que algunos países europeos ni llegaron a aplicarlas.

En la declaración, el Consejo de la UE expresó su «disposición a mantener un diálogo constructivo con las autoridades cubanas» para lograr «resultados tangibles» en las áreas «política, económica», de «derechos humanos y de cooperación».

Asimismo, mantendrá «relaciones más intensas con la oposición política pacífica y sectores más amplios de la sociedad civil cubana a través de un diálogo más intenso y más regular».

Así, levantaron las restricciones de los viajes oficiales, si bien acordarán que, en «en el curso de estas visitas, se deberá evocar la situación de los derechos humanos y la posición de los disidentes, con el gobierno cubano y la sociedad civil».

«Llegado el caso, se celebrarán reuniones con la oposición pacífica en el marco de las visitas de alto nivel», rezan también las conclusiones.

Además, los Estados miembros se informarán unos a otros sobre el resultado de las visitas.

El texto también expresa que la «UE y sus Estados miembros suspenderán igualmente la reducción del nivel de participación en los actos culturales», recuérdese el cierre de la Casa Cultural de España en La Habana.

No incluye ninguna mención específica a la sanción consistente en invitar a los «disidentes» a las fiestas nacionales, una medida que irritó particularmente al gobierno cubano.

Pero la suspensión de las sanciones tiene sólo un carácter temporal, lo que demuestra la falta de firmeza de la política europea sobre Cuba. Los veinticinco acordaron «un diálogo constructivo con las autoridades cubanas», pero reforzando el diálogo con la oposición y revisando de nuevo su estrategia en julio «a la luz del desarrollo y el pluralismo democrático y el respeto de los derechos humanos en Cuba»

Fidel Castro fue explícito: «Cuba no necesita de Estados Unidos ni de Europa (…); hemos aprendido a prescindir de ellos». El líder cubano descalificó la tibiez europea -«nos va a perdonar la vida unos mesecitos más, hasta junio, observando cómo yo me porto»-, y sentenció: «Cuba no tiene que ser perdonada de nada».

El nuevo campo de operaciones de la derecha norteamericana contra Cuba ahora es México. Con gobierno servil como el de Vicente Fox y con un papel importante en la próxima Comisión de Derechos Humanos de Ginebra, el gobernante partido de Acción Democrática necesita fondos para su campaña electoral y, ya se sabe, que si algo tienen los anticastristas de Miami, es dinero.

Y efectivamente, hoy la economía cubana, como me reconoció un corresponsal europeo en La Habana está solidamente consolidada. La rémora de la deficitaria producción de azúcar está resuelta con todos los puestos de trabajo sustituidos. El turismo está consolidado, el suministro de petróleo está garantizado por Venezuela, y dentro de poco será Cuba quien lo exporte tras confirmarse los yacimientos en territorio marítimo cubano, y los acuerdos de exportación de Niquel con China garantizan su industria.

Por otro lado, somos millones en el mundo los que sabemos, como dijo el presidente cubano, que Cuba no tiene que ser perdonada de nada. Por muy recurrido que sea el argumento, no voy a dejar de recordarlo. Cuba es el único país de América Latina donde todos sus niños van al colegio, donde ningún ciudadano se queda sin asistencia médica, donde su sistema público ha podido incluso afrontar los desastres naturales con más eficacia que sus vecinos, incluido La Florida. Pero hay que seguir desmintiendo las mentiras que todos los días se siembran sobre Cuba. Cualquier opositor latinoamericano está más perseguido que en Cuba, su sistema electoral es mucho más decente y limpio que los circos de las campañas norteamericanas y europeas, y el compromiso en la participación de los cubanos supera ampliamente a nuestros países. A pesar de todo eso, los torturadores de Abu Grahib presionarán hasta lo imposible para condenar a Cuba en la Comisión de Derechos Humanos de Ginebra el próximo mes de abril. Pero el mundo sabe que el único suelo cubano avergonzado por el atropello a los derechos humanos se llama Guantánamo. El lugar donde torturan los acusadores.

Por todo ello, quiero terminar con las dos grandes afirmaciones de Fidel Castro, ni Cuba necesita a Europa ni Europa debe de perdonar a Cuba nada.

Textos consultados:

Meses después el Parlamento Europeo le concedió el Premio Sajarov de Derechos Humanos. Comunicado íntegro dirigido a los golpistas

El líder anticastrista Osvaldo Payá apoyó el golpe de Estado de Venezuela en abril del 2002
Pascual Serrano 16-02-2005

Fidel Castro en el Congreso Mundial de Alfabetización: asegura que Cuba no necesita a la Unión Europea
En un mundo saturado de analfabetismo, de mentiras, jamás se podrá conocer la verdad
03-02-2005

De padrinos y mafiosos
Carlos Fazio 01-02-2005

Guerra de propaganda contra Cuba: La Cumbre de Praga
Salim Lamrani 07-10-2004

La Unión Europea, cómplice de la agresión estadounidense contra Cuba
Salim Lamrani 30-07-2004