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¿Pisos de 25 m?

Proyectos imaginativos para realidades precarias

Fuentes: Rebelión

Leo en la prensa, con cierta estupefacción, que el gobierno que se dice socialista por voz de su Ministra de Vivienda, María Antonia Trujillo, se propone construir viviendas de protección oficial (VPO) de 25 ó 30 metros cuadrados. La verdad es que la medida, no sólo la política sino también la de los futuros pisos, […]

Leo en la prensa, con cierta estupefacción, que el gobierno que se dice socialista por voz de su Ministra de Vivienda, María Antonia Trujillo, se propone construir viviendas de protección oficial (VPO) de 25 ó 30 metros cuadrados.

La verdad es que la medida, no sólo la política sino también la de los futuros pisos, recuerda bastante a épocas pasadas. Incluso el nombre del Ministerio (de la Vivienda) tiene reminiscencias franquistas. Y no debo ser el único en haber caído en esa evocación, pues incluso el portavoz de Vivienda del PP en el Congreso, Pablo Matos, considera la propuesta como una «auténtica barbaridad» que supondría «hacinar» a los compradores en viviendas de protección oficial, como se hacía «en la posguerra española». Y ya tiene guasa la afirmación viniendo de quien viene.

Pero no contenta con eso, la ministra de la cosa ha dicho que «la dignidad no se mide por metros cuadrados». La suya desde luego que no.

Recordé entonces el cuento La Cena, del escritor cubano Virgilio Piñera, en el que el protagonista comparte su mísera existencia con otros dos compañeros en una vivienda de 2 metros cuadrados, y a pesar de lo cual son capaces de darse un pantagruélico festín olfativo. Así que -me dije-, bien podría el PSOE recortar algunos metros que sobran en su magnánimo proyecto.

Para llevarlo a cabo, el gobierno tiene aún que limar ciertas asperezas. Por una parte modificar la ley que determina la superficie mínima para que un cubículo sea considerado vivienda (40 metros cuadrados en la actualidad), después obviar las reticencias de los ciudadanos (que ya se sabe, son cortos de entendederas) y, por último, convencer a las diferentes comunidades autónomas pues son las que tienen plenas competencias en esta materia.

Dice María Antonia Trujillo que esta idea no supone una regresión en la calidad de las VPO porque en los países nórdicos más avanzados en política de vivienda se ha superado este debate. Y que responde a la demanda de la ciudadanía. Es de agradecer que se halla fijado en Finlandia y no en Japón, pues en ese caso se habría convencido de lo conveniente que resulta un nicho dotado, eso sí, de todas las comodidades habidas y por haber. Claro que el proyecto podía haber contado con una idiosincrasia más ibérica, pues ¿no se le ocurrió pensar en un «Plan Carpanta» acondicionando puentes o alcantarillas en desuso?

Dice Trujillo que la nueva tipología de pisos contarán con servicios comunes como trasteros o lavaderos. Pero ¿el ventanuco de luz será exterior o interior? ¿El inodoro estará incorporado a la habitación principal-salón-cocina? ¿O el water será también comunitario?

Mientras tanto, hay tres millones de casas vacías. Y pese a especuladores y constructores usureros, la liberalización del suelo sigue siendo el sueño del Estado y, sobre todo, de las Comunidades y Ayuntamientos para seguir ingresando millones a mansalva.

Los últimos datos del Ministerio, referidos al conjunto de 2004, cifran el encarecimiento de la vivienda en un 17,42% interanual. Afortunadamente, parece según vaticinan los expertos que el precio de la vivienda se desacelerará este año y sólo crecerá entre un 10% y un 13%. Así que no hay porqué preocuparse.

Reacciones a la medida

Para la Federación de Consumidores en Acción (Facua), no puede calificarse una vivienda «digna y de calidad» un piso de 25 metros. Por su parte, la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU) señaló que la solución a los problemas de vivienda no pasa por reducir el número de metros cuadrados, sino por abaratar los precios mediante una adecuada política del suelo.

Por el contrario, para el portavoz de la Asociación Española de Gestores Inmobiliarios (AEGI), Javier Martínez, se trata de una «buena medida» para determinados colectivos como solteros o divorciados, que demandan este tipo de vivienda. La verdad es que si se tiene en cuenta la afirmación de Trujillo de que estas «viviendas modulares incluso se pueden ampliar anexionando el piso de al lado cuando cambia el ciclo vital de la persona», se pueden plantear matrimonios o ampliaciones de las unidades familiares gracias a los vecinos/as del módulo colindante. Aunque de esta forma la vivienda perderá en dignidad lo que los usuarios ganen en desahogo. Pero no se puede tener todo.
 
Otras maravillosas propuestas

La titular de Vivienda presentó también la nueva Sociedad Pública de Alquiler (SPA), con la que el Ministerio pretende dinamizar el parque de alquiler de vivienda español, en colaboración con CCAA, ayuntamientos y operadores privados.

La SPA entrará en funcionamiento en breve, acompañada por una importante campaña publicitaria con el objetivo de atraer la atención de arrendadores y posibles inquilinos. El marketing es siempre importante, sobre todo si se tiene en cuenta cómo funcionará esta Sociedad estatal.

Porque la cosa trata de lo siguiente. La SPA contactará con ambas partes, que fijarán una renta a partir de la cual la Sociedad fijará un precio de alquiler. Por supuesto, la entidad pública no podrá, de entrada, ofertar precios inferiores a los del mercado. De la renta que el inquilino abone al propietario, un 20% irá a manos de la SPA que será la encargada de afrontar posibles impagos, defensa jurídica y otras contingencias.

Según Trujillo, el objetivo es «dar seguridad y estabilidad al mercado del arrendamiento en España, favorecer la movilidad geográfica y laboral, y orientar el ahorro de las familias hacia otros productos distintos del inmobiliario». Por lo que se ve, el gobierno piensa más en facilitar a las empresas la movilidad de sus trabajadores, colaborando en la reubicación de la mano de obra, que en garantizar la tranquilidad y la estabilidad en el trabajo de sus ciudadanos. En tiempos de intensas deslocalizaciones ¿qué otra cosa se puede hacer?

Entre las ambiciosas metas que se ha propuesto la SPA están la de comenzar su actividad el próximo otoño (un año después de lo previsto) con una bolsa de 1.000 casas y la de llegar a gestionar 24.000 viviendas en cuatro años, plazo en el que el Gobierno estima que la entidad alcance el equilibrio financiero, y nunca superar un 2% del mercado. Ya se sabe que la iniciativa pública está bien, pero siempre dentro de ciertos límites. Aunque con 3 millones de viviendas desocupadas, más que un límite parecerá un coto. Que es donde se mueven bien estos señoritos progres del PSOE.

Cierto es que la socialdemocracia se atreve con cosas que para la extrema derecha tendría un altísimo coste social. Esa es la grandeza de la alternancia política en las democracias burguesas. Una derecha que hace hasta donde puede y una supuesta izquierda que, desmovilizando el empuje popular, continúa la faena más allá de lo imaginable.