Klaus Toepfer acaba de llegar de Nueva York. Tiene el tiempo justo para pronunciar una conferencia en Madrid y reunirse con la ministra de Medio Ambiente antes de partir para Nairobi, donde dirige, desde 1998, el Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente. Toepfer, nacido en Alemania en 1938, es un político curtido: entre […]
Klaus Toepfer acaba de llegar de Nueva York. Tiene el tiempo justo para pronunciar una conferencia en Madrid y reunirse con la ministra de Medio Ambiente antes de partir para Nairobi, donde dirige, desde 1998, el Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente. Toepfer, nacido en Alemania en 1938, es un político curtido: entre 1978 y 1998 ocupó todo tipo de cargos públicos en Alemania, desde ministro de Medio Ambiente hasta coordinador del traslado del Gobierno desde Bonn a Berlín.
Con un tono decidido y a la vez didáctico, Toepfer afirma en que proteger el medio ambiente es «bueno económicamente». E insiste: «Vivo en Kenia. Veo una pobreza inimaginable a diario. Yo no defiendo el medio ambiente por los pájaros, que también son importantes, sino porque cuidarlo es rentable para los países pobres: si se destruye el bosque, aumentan las inundaciones, el suelo pierde su valor y es más difícil cultivar». Toepfer estuvo el viernes en Madrid en un seminario organizado por la organización ecologista Oceana. Allí alerto de que «el agua se convertirá en breve en motivo de guerra».
Pregunta. Dígame la cosa que más le preocupa.
Respuesta. No podría decir una, porque todo está relacionado. El consumo de combustibles fósiles induce el cambio climático, que favorece la pérdida de biodiversidad y de hábitats y reduce el agua dulce disponible. Todo esto se ve favorecido por la deforestación. No hay una sola cosa. Todas son importantes y están mal.
P. Siempre han estado mal.
R. Sí, pero estamos llegando a un punto del que no hay marcha atrás. El ritmo de consumo de combustibles de Europa y Estados Unidos es insostenible. Y más si China e India crecen al 9% al año.
P. Eso significa que nada puede mejorar.
R. Puede mejorar, pero por necesidad. El petróleo sigue aumentando de precio y eso va a llevar a cambiar la tecnología de los coches, de las casas, para consumir menos. El presidente de EE UU, George Bush, insiste en que hay que diversificar la producción de energía, no quiere depender sólo del petróleo. Y no lo hace para frenar el cambio climático. Empezamos a ver que la demanda de petróleo se modera por el aumento de precio. Estamos llegando al límite. En China hay 20 coches por cada 1.000 habitantes, y en EE UU, 800. Con este patrón de consumo, es imposible que China alcance el nivel de EE UU porque el precio del petróleo se dispararía. Estamos abocados a un cambio de modelo. Tenemos que desarrollar casas más eficaces, coches híbridos, transporte colectivo. Pero no sólo por el medio ambiente, sino por el problema económico que supone seguir así.
P. Y esto, a un ciudadano de Gambia, ¿qué más le da?
R. En esos países hay un dicho: ‘Dejadnos ser ricos primero, que luego limpiaremos’. Willy Brandt dijo en los sesenta que quería que los cielos de Alemania volviesen a ser azules y que la gente pudiera bañarse en el Rin. Lo hemos conseguido, pero nos ha costado mucho tiempo y dinero. No es rentable enriquecerse a costa del medio ambiente y luego limpiarlo. Comprendo que el problema de Kenia es la pobreza. Vivo allí, no en Ginebra ni en Nueva York. Veo una pobreza inimaginable a diario. Yo no defiendo el medio ambiente por los pájaros, que también son importantes, sino porque cuidarlo es rentable para los países pobres.
P. ¿Cómo?
R. En África, destruir el bosque da dinero unos años, pero luego aumenta la erosión, las inundaciones, y el suelo pierde valor. Luego es mucho más difícil de cultivar. Queremos transmitir que esquilmar un caladero de pesca no es rentable. Lo rentable es mantenerlo. Un país necesita capital financiero, humano y ambiental. Proteger el medio ambiente no es un lujo, es rentable económicamente.
P. Pero la población aumenta de forma espectacular y necesita más carbón, más madera, más coches, más gas y más petróleo.
R. Y más agua. El problema es el agua, que será la próxima causa de guerra. El agua dulce sí es limitada. Y además es compartida. Piense en los ríos Nilo, Tigris, Éufrates, Mekong, compartidos por varios países. El agua será motivo de guerra entre países en breve. La población aumenta y los países río arriba tienden a usar demasiada agua sin reutilizar. Así que tenemos que reutilizar el agua, como hacen los países desarrollados. En el Rin, el agua que desemboca en el mar ha pasado por siete estómagos. Las empresas toman agua, pero la devuelven limpia. El agua es un problema acuciante. Hay 1.600 millones de personas sin acceso a agua potable.
P. Lo que dice requiere acuerdos mundiales. El principal, que es el de Kioto, será casi imposible de cumplir y aunque se hiciera, no frenaría el cambio climático.
R. Sí, pero el mensaje es el correcto. Soy un político. Y sé que si la industria entiende que no puede seguir por ahí, que los Gobiernos lo impiden, acabarán reduciendo sus emisiones. Incluso en EE UU, aunque no hayan ratificado el tratado.