La compra por parte de una empresa norteamericana de la marca danesa SABROE paralizó la adquisición por Cuba de catorce compresores de refrigeración destinados a las instalaciones frigoríficas de la Unión Láctea, cuyo fin era un programa social de distribución de yogur de soya a todos los niños cubanos de 7 a 13 años. La […]
La compra por parte de una empresa norteamericana de la marca danesa SABROE paralizó la adquisición por Cuba de catorce compresores de refrigeración destinados a las instalaciones frigoríficas de la Unión Láctea, cuyo fin era un programa social de distribución de yogur de soya a todos los niños cubanos de 7 a 13 años. La operación ya estaba comprometida en agosto del año 2004 con las autoridades cubanas por un valor de 339.389 dólares.
Este año mismo año, 120 pacientes no pudieron recibir el tratamiento más adecuado para tumores ginecológicos al no poder adquirir el estado cubano los recambios y las fuentes radioactivas para dos máquinas destinadas a este tratamiento.
Los equipos fueron adquiridos a la empresa canadiense MSD NORDION, pero dicha empresa vendió la patente a la firma norteamericana VARÍAN, lo que permitió al gobierno de Estados Unidos suspender el suministro de repuestos y el mantenimiento. El gobierno cubano debió sustituir las máquinas por otras de procedencia europea.
Son sólo dos ejemplos de las consecuencias en el último año del bloqueo norteamericano y su aplicación extraterritorial impuesto por Estados Unidos a Cuba. Como bien definió el Departamento de Estado en un informe secreto del 6 de abril de 1960, desclasificado en 1991, su objetivo es destruir la revolución cubana «(…) a través del desencanto y el desaliento basados en la insatisfacción y las dificultades económicas (…) negarle dinero y suministros a Cuba, para disminuir los salarios reales y monetarios, a fin de causar hambre, desesperación y el derrocamiento del gobierno (…)».
También en 2004, la compañía danesa RADIOMETER, productora de gasómetros -equipos que se utilizan en las unidades de cuidados intensivos de los hospitales para gasometrías en sangre-, con vínculos directos con la empresa importadora MEDICUBA durante más de 35 años, fue forzada a cerrar su representación en La Habana, al ser adquirida por la compañía estadounidense «DONAHER», imponiendo gastos adicionales al sistema de salud cubano del orden de doscientos mil dólares.
Desde el pasado año hasta el momento, el gobierno de los Estados Unidos ha mantenido también la prohibición al laboratorio europeo Intervet Holanda, para la venta a Cuba de vacunas destinadas a la prevención de enfermedades aviares, alegando que contienen un 10% o más de antígenos producidos en los EE.UU. Esta prohibición incluye la vacuna Marek, específicamente destinada a un tipo de enfermedad aviar y la vacuna cuádruple, contra otras enfermedades como Gumboro, New Castle, Bronquitis y Reovirus. Al afectar la masa avícola en la Isla, se pretende cortar una importante fuente de proteínas en la alimentación del pueblo cubano.
Y volvemos a la sanidad. En octubre de 2004, especialistas del Hospital «Hermanos Ameijeiras» solicitaron a los representantes de la compañía japonesa Hitachi High-Technologies Corporation la adquisición de un nuevo microscopio electrónico para la reposición de uno que data de hace 20 años y aún prestaba servicios en el laboratorio de Anatomía Patológica de esa institución. Los ejecutivos de Hitachi confirmaron que no podían colaborar con Cuba, porque la política de su compañía era la de respetar el bloqueo impuesto por los EE.UU. a Cuba. La comercialización de un solo microscopio electrónico con un costo aproximado de cuatrocientos mil dólares no fue lo suficientemente atractiva como para intentar cambiar la política comercial de la compañía. Esgrimieron como problema crucial, el tema de la imposibilidad de ofertar el servicio post-venta. Aún cuando los ingenieros cubanos pudieran ser entrenados en fábrica, argumentaron que la obtención de licencias comerciales de exportación a través de la Cámara del Comercio de los EE.UU. era complicada y podía ser costosa.
También en marzo de 2005, la representación en Canadá de la compañía norteamericana International Flavors and Fragances, comunicó a la empresa canadiense Reuven International, su decisión de no venderle más aromas para la fabricación de alimentos instantáneos con destino a la empresa mixta canadiense-cubana Coracan S.A., lo cual ha afectado desde el pasado mes de mayo la producción en Cuba de refrescos instantáneos.
Todos estos casos confirman la violación de la Convención de Ginebra que supone el bloqueo norteamericano a Cuba. Esta legislación establece que «genocidio» «(…) los actos perpetrados con la intención de destruir total o parcialmente a un grupo nacional, étnico, racial o religioso», y en esos casos contempla «el sometimiento intencional del grupo a condiciones de existencia que hayan de acarrear su destrucción física, total o parcial».
Por todo ello, las autoridades cubanas han presentado, como todos los años, un informe a la Asamblea General de las Naciones Unidas donde se votará el próximo mes una resolución sobre la «necesidad de poner fin al bloqueo económico, comercial y financiero impuesto por los Estados Unidos de América contra Cuba». El pasado año el bloqueo norteamericano fue condenado en la Asamblea de la Onu por 179 países que apoyaron la denuncia cubana, sólo cuatro países apoyaron el bloqueo y uno se abstuvo.