En los últimos tiempos estamos asistiendo a un conjunto de declaraciones en torno a la alternativa de la energía nuclear. Desde campañas en El País, las declaraciones de Fidalgo (CCOO) reabriendo el debate, o la posición de ecologistas históricos defendiendo la vuelta a la energía nuclear como mal menor. Junto a esto, hay algunas actitudes […]
En los últimos tiempos estamos asistiendo a un conjunto de declaraciones en torno a la alternativa de la energía nuclear. Desde campañas en El País, las declaraciones de Fidalgo (CCOO) reabriendo el debate, o la posición de ecologistas históricos defendiendo la vuelta a la energía nuclear como mal menor.
Junto a esto, hay algunas actitudes como la de Loyola de Palacio (PP) liderando la batalla para la rehabilitación nuclear en Europa, la actitud de la embajada norteamericana alentando con discreción el debate que favorecería la penetración de sus empresas de equipos nucleares en España. La posición de UNESA (la patronal eléctrica) con su silencio, que busca el alargamiento de sus actuales centrales nucleares, lo cual le generará un gran beneficio económico, pues ya están amortizadas en estos momentos.
La pregunta que nos debemos hacer es ¿Habrá crisis energética? Si seguimos el modelo económico actual la respuesta es SI, pero es la misma crisis que se están dando en otros sectores, como por ejemplo, el agua.
¿Para cuando se prevé? Si no se cambia, para dentro de veinticinco años, es decir, en torno al 2030.
El actual modelo económico se basa en el petróleo, que es una fuente de energía barata, accesible y fácil de utilizar, pero se está entrando en una fase de agotamiento, en el que cada vez hay menos, siendo más difícil de extraer, mientras que la demanda aumenta sin ningún tipo de freno.
En España, la demanda de electricidad está creciendo al 6% anual, teniendo en cuenta que nuestro crecimiento del PIB ronda el 3%, cabe decir, que cada año aumentamos nuestra ineficiencia energética en una proporción escandalosa.
La Agencia Internacional de la Energía, estima que entre el 2002-2030 la demanda de energía crecerá en un 60% a nivel mundial. Este aumento será cubierto en un 85% por combustibles fósiles (petróleo, gas, carbón…..), lo que implicará un aumento del 62% de las emisiones de CO2. Esto significa, que nuestro sistema climático no lo va a poder soportar, provocando todo tipo de catástrofes naturales, pandemias, etc. Solamente por esto se debe YA cambiar el modelo energético actual.
¿ Por qué va a seguir creciendo la demanda energética?
En primer lugar, por los países desarrollados, como hemos visto en el caso español. En segundo lugar, por los países emergentes, China, India, Brasil, Méjico……, que están teniendo elevadas tasas de crecimiento, con una demografía altísima, buscan la equiparación con el primer mundo. Sirva como ejemplo, que un chino gasta 1,9 barriles de petróleo al año, un europeo 12 barriles y un norteamericano 25 barriles. A nivel de coches, los norteamericanos tienen un coche cada 1,8 habitantes, los europeos uno cada 2,8 habitantes, un africano uno cada 110 habitantes y en China uno cada 1.350 habitantes.
Está claro que la demanda energética crecerá de una forma imparable ¿Va a ser capaz el sistema capitalista de cambiar su modelo de crecimiento? La respuesta es NO.
Con unos combustibles fósiles al límite de la producción y con las otras fuentes con limitaciones ¿Cómo se va a poder atender está demanda? En estos momentos nadie discute ya el cambio climático, salvo la administración Bush (tonta, u otra expresión más grosera). Si no vamos a tener energía suficiente para mantener el actual sistema económico y si al mismo tiempo, deberíamos ir prescindiendo de los combustibles fósiles, la crisis es clara.
¿Qué podemos hacer? Esa es la gran pregunta y a la que todos buscamos respuestas.
Desde mi punto de vista, es necesario una respuesta ciudadana, exigiendo un cambio de modelo de desarrollo económico, por otro que sea sostenible ambientalmente, más justo, solidario y respetuoso con el hombre y la naturaleza. Esto, trae consigo unos cambios profundos, que serán difíciles, pero que nos llevarán a procesos que ya se han dado en otros momentos de la historia y cuanto más se tarde, peores serán las soluciones.
¿Qué podemos hacer?
El ahorro energético es fundamental, se calcula por ejemplo que en España se podría ahorrar entre el 30-35% de la energía que consumimos. Uno de los aspectos más llamativos de nuestro sistema industrial es la ineficiencia energética.
Se deben aumentar los impuestos sobre la energía, con lo que se podría destinar ese dinero a procesos de avance en la investigación energética de otros campos (energías renovables, hidrógeno…). A mayor precio, menor consumo, evitándose el despilfarro. Sirva como ejemplo, que en Estados Unidos se paga solamente el 30% de lo que pagamos en Europa, asistiendo a un derroche energético de difícil explicación.
El desarrollo de energías renovables, que representan en España actualmente el 6% del total, y haciendo un gran esfuerzo se intentará llegar, en el 2010, al 12%. Debe seguir invirtiéndose en nuevas instalaciones, al mismo tiempo, que se aumente el gasto en investigación para conseguir una mayor potencia. Como vemos, las energías renovables son parte de la solución, pero sólo parcialmente.
La nueva fuente de energía futura está basada en el hidrógeno. En sí, no es una fuente de energía propiamente dicha, pues se encuentra en el agua, atrapada con el oxigeno. Actualmente, su tecnología no es competitiva, pero no se tardará en lograrlo. Debe invertirse mucho para que en un plazo medio sea una alternativa limpia y abundante. Hoy en día ya se pueden ver coches que van con hidrógeno.
Cara al futuro de esta fuente de energía, vemos como los Estados Unidos están desarrollando políticas concretas para adueñarse de amplias zonas hídricas ,fundamentalmente en América del Sur, pensando en el hidrógeno como fuente energética. El llamado Plan Colombia, que nos lo venden con la finalidad de acabar con las guerrillas, el objetivo final es el dominio de la mayor cuenca hídrica del mundo, el Amazonas, con planes ya concretos y desarrollados para llevarse el agua. O la política de dominio del acuífero Guaraní que se encuentra en Brasil, Paraguay y Argentina, con una extensión dos veces la de España, siendo una de las mayores reservas de agua dulce del mundo, y que el Comando Sur del ejército norteamericano está intentando controlar.
Por último, estaría la energía nuclear. En la década de los sesenta y setenta, se produjo un fuerte movimiento antinuclear en todo el mundo, que se vio confirmado con el accidente de la central norteamericana de Three Miles Island y con el desastre de Chernobil, con miles de muertos y con una contaminación para miles de años.
En España, hay nueve centrales nucleares, que producen el 22,8% de la electricidad. En el mundo funcionan 441 centrales y están en construcción otras 25 nuevas. En su conjunto producen el 17% de la energía eléctrica mundial.
¿Es la solución la energía nuclear?
La respuesta es NO. Veamos. Si se quiere mantener el peso actual en el mundo de esta energía, deberían construirse unas 1.300 centrales nucleares nuevas, hasta el año 2050. Desde el punto de vista del cambio climático, evitarían la expulsión a la atmósfera de unos 1.500 millones de toneladas anuales de CO2, cifra importante, pero que sólo significa el 10% del total. La energía nuclear no emite CO2 que contamina la atmósfera, pero sí produce residuos radioactivos que matan la tierra,
La mayoría de los problemas de las centrales nucleares se centran en la seguridad y en los residuos, los cuales en estos momentos no tienen solución.
Además, los órganos reguladores de esta energía nuclear en España no se han distinguido por la claridad en la información, con una política oscura y eludiendo los problemas. Así, el Consejo de Seguridad Nuclear español, siempre ha primado su sumisión a las empresas eléctricas antes que al servicio de la sociedad. Sirva como ejemplo el último caso, en Vandellós II (Tarragona) cuando autorizó, en julio de este año, su puesta en funcionamientos sabiendo, que la reparación que había sufrido estaba mal hecha.
Los efectos de los residuos nucleares permanecen activos miles de años, el plutonio 239 (24.400 años), el Neptuno (2.130.000 años), el plutonio 240 (6.600 años). Se imaginan que si ahora ya hay problemas con los residuos, ¿qué pasaría si aumentara el parque actual de centrales nucleares?.
¿Quiere vd. que en su pueblo o ciudad instalen una? ¿Qué opinaría por ejemplo de los romanos, si en vez de dejarnos su lengua, su cultura, sus restos arqueológicos, su historia, nos hubieran dejado depósitos nucleares, cuyas consecuencias seguirían afectando a nuestra salud?
Desde luego, que me reafirmo en el NO a la energía nuclear, donde los de siempre intentan sacar un beneficio económico, sin importarles nada más. Está claro, que debemos cambiar YA el modelo económico actual por uno sostenible medioambiental y socialmente, basado en la justicia y la igualdad.