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Frente a la Cumbre Euromediterránea de Jefes de Estado y de Gobierno en Barcelona

Contra la recolonización del Mediterráneo

Fuentes: Editorial Nou Treball

Hace diez años la Unión Europea, en una reunión en Barcelona, lanzó el Partenariado Euromediterráneo (PEM) y la constitución de la Asociación Euromediterránea. El objetivo de esta iniciativa era convertir toda la región en una extensa zona de libre comercio, imponiendo una competencia social y económica que ha provocado un aumento todavía mayor de las […]

Hace diez años la Unión Europea, en una reunión en Barcelona, lanzó el Partenariado Euromediterráneo (PEM) y la constitución de la Asociación Euromediterránea. El objetivo de esta iniciativa era convertir toda la región en una extensa zona de libre comercio, imponiendo una competencia social y económica que ha provocado un aumento todavía mayor de las desigualdades y una precariedad más extrema. Los Jefes de Estado y de Gobiernos de los 25 países de la UE y de diez países del Mediterráneo se reunirán en Barcelona los días 27 y 28 de noviembre con motivo de la celebración del décimo aniversario de esta cumbre en un encuentro que también servirá para hacer un balance de su funcionamiento y su eficacia.

La evolución económica y social de los países de la región y los graves conflictos que se han acumulado confirman el fracaso de los objetivos para los que fue impulsada esta Asociación: «Crear una zona de seguridad y prosperidad compartidas» y hacer del Mediterráneo «un ámbito de diálogo, intercambio y cooperación que garanticen la paz, la estabilidad» y «el respeto a los derechos humanos». La realidad ha sido muy diferente, puesto que lo que se ha impuesto son las clásicas recetas del neoliberalismo y se ha reforzado la dominación de la Unión Europea sobre los países del área. De modo que la orientación de este Partenariado ha contribuido a aumentar las tensiones en una zona ya penetrada por los intereses norteamericanos.

El desarrollo de las relaciones entre las dos orillas del Mediterráneo es una necesidad natural, pero deben construirse en base a la igualdad y la solidaridad, huyendo de las dinámicas neoliberales e imperialistas que desde hace años expolian y sacuden la zona. Es por esto que organizaciones sociales, políticas y colectivos diversos de los países de las ambas orillas han querido dar una respuesta a esta nueva ofensiva neocolonialista y han creado la Campaña Unitaria, en la que participa el PSUC viu ‘Por un Mediterráneo en paz, de plenos derechos, sin neoliberalismo ni patriarcado, no a la conferencia Barcelona +10’. Su principal objetivo es denunciar las consecuencias de estas políticas, pedir la suspensión inmediata de las mismas y plantear alternativas que permitan a todos los pueblos desarrollarse y progresar para alcanzar una vida digna para todos.

A la vez, la campaña pretende denunciar el bloqueo al desarrollo de los países del Sur y del Este del Mediterráneo por parte de los grandes países industrializados y sus multinacionales, que se han dedicado a saquear sus recursos y riquezas a través de mecanismos como la deuda, las privatizaciones y el desmantelamiento de los servicios públicos. Las consecuencias de estas políticas han hundido todavía más en la pobreza a la mayoría de los habitantes de la orilla Sur, provocando el aumento del paro, el analfabetismo y de las enfermedades. La «prosperidad» prometida se ha transformado en desesperanza para decenas de millones de jóvenes de la zona.

En los últimos diez años hemos visto cómo ha aumentado la inestabilidad en el Mediterráneo, se han agravado los conflictos y han surgidos otros nuevos, a la vez que Israel ha reforzado su papel de gendarme de los intereses norteamericanos en la zona y ha aumentado la represión y el aislamiento del pueblo palestino con la construcción del muro, la ocupación y la persistente prohibición del retorno de los refugiados. En este marco euromediterráneo, lejos de combatir estas y otras realidades, se refuerza la militarización de la cuenca y se apoya a regímenes represivos y dictatoriales. Mientras, la UE insiste en sus hipócritas ‘llamamientos’ al avance de ‘la democracia y el respeto a los derechos humanos’, entre ellos la discriminación a la que siguen sometidas las mujeres.

La única respuesta dada a todos los problemas de la zona es la construcción de nuevos muros y alambradas -más altas y modernizadas- que niegan el derecho a la libre circulación de las personas y que últimamente se han convertido en trampas mortíferas contra aquellos que cometen el delito de pretender huir del hambre y la miseria. Los únicos criminales son los que diseñan y aplican las políticas que causan la muerte de miles de personas que intentan alcanzar el supuesto bienestar que se vive en las sociedades del Norte. Y una vez aquí, pronto comprobarán la otra cara de estas políticas de la Europa Fortaleza, que se traducen en la marginalidad más extrema y el fomento del racismo y la xenofobia. La lucha contra el terrorismo y su continua vinculación con los flujos migratorios ilegales tampoco contribuyen demasiado al diálogo y la denominada ‘integración’ de los recién llegados, sino todo lo contrario.

Ante este estrepitoso fracaso del proceso euromediterráneo es necesario impulsar una agenda política alternativa basada en las luchas y resistencias de ambas orillas para crear un proyecto común basado en la justicia y la igualdad. Para ello, es primordial plantear desde ya la abolición de la deuda de los países del Sur y Este del Mediterráneo y asegurarse de que recuperen los derechos sobre sus recursos, riquezas, que han pasado a manos de las grandes empresas multinacionales en la mayoría de los casos.

A estas exigencias hay que unir la retirada inmediata de las tropas de ocupación en Irak, donde el pueblo continúa resistiendo a pesar de la masacre constante que vienen sufriendo desde la invasión. Asimismo, hay que reclamar al Gobierno español un cambio radical en su política migratoria, basada fundamentalmente en la represión y el cierre de fronteras, que condena a miles de inmigrantes que intentan entrar en Europa a través de Ceuta y Melilla a sufrir la política criminal del régimen marroquí.