Ha pasado un año desde que Batasuna presentara en Anoeta la Alternativa para una Solución Democrática. Ha llegado el momento de hacer un pequeño balance, de subrayar los aspectos positivos del mismo, recordar los riesgos existentes y por qué no, dejar las cosas claras ante tanta manipulación y tanto discurso irresponsable al que se está […]
Ha pasado un año desde que Batasuna presentara en Anoeta la Alternativa para una Solución Democrática. Ha llegado el momento de hacer un pequeño balance, de subrayar los aspectos positivos del mismo, recordar los riesgos existentes y por qué no, dejar las cosas claras ante tanta manipulación y tanto discurso irresponsable al que se está sometiendo a la ciudadanía.
Anoeta: ¿de la noche a la mañana?
La izquierda abertzale presenta la propuesta «Orain Herri Orain Bakea» después de una seria reflexión que se asienta en dos pilares. Primera, la izquierda abertzale, conjuntamente con un buen número de sectores populares, ha conseguido sumergir los actuales marcos de imposición en una crisis estructural de la que ya nadie duda en el conjunto del país. Segunda, la izquierda abertzale, tras afrontar internamente la crisis post-Lizarra-Garazi, empieza a recuperar capacidad de iniciativa política a pesar del proceso de ilegalización: resultados electorales en las municipales (¡jamás un voto nulo tuvo tanto valor!), Declaración del Anaitasuna, y Propuesta de Bergara en el 2003 y creación del Foro de Debate Nacional junto a otros agentes, la iniciativa de ETA en Catalunya o los magníficos resultados de HZ en toda la geografía del país en el 2004. Dos pilares o reflexiones que resultan fundamentales para entender el porqué de la propuesta de Anoeta.
Desde la izquierda abertzale entendimos, por tanto, que diez años de estrategia de construcción nacional habían sido suficientes para llevar los actuales marcos autonómicos y jacobinos a una crisis sin precedentes en las últimas tres décadas; y que la reclamación de un nuevo marco político e institucional basado en el respeto a la palabra y la decisión de Euskal Herria (clara consecuencia del proceso de Lizarra-Garazi) era y es socialmente mayoritaria en el país.
La izquierda abertzale no sólo no había sucumbido ante los agoreros que predicaban su fin tras quedar al margen de la mal denominada transición democrática; sino que, un largo, costoso y doloroso camino de lucha y resistencia había empezado a dar sus frutos. Las cosas tenían que cambiar y lo iban a hacer, máxime tras la caída del Gobierno de Aznar.
El debate sobre el marco y la posibilidad sobre su cambio se abría paso en toda Euskal Herria: El PNV presentaba el Plan Ibarretxe y certificaba la muerte política del Estatuto de Gernika, UPN y PSN se aferraban al amejoramiento y su comisión al oír las voces de cambio en el país y en los tres territorios continentales la demanda de una institución propia y un nuevo status político también avanzaba incluso hasta provocar una escisión en las filas del unionismo francés (Elgar-Enssamble).
Voluntad y metodología
Ante esta situación nuestra reflexión fue muy sencilla: Si ya casi nadie duda de que los actuales marcos políticos ya no sirven, y si todo el mundo está planteando la posibilidad del cambio político, hagámoslo esta vez sí para recuperar la palabra del pueblo vasco y buscar una paz justa y duradera que acabe definitivamente con el conflicto político y armado.
En ese sentido, desde Batasuna quisimos subrayar nuestra voluntad inequívoca para abrir un proceso de dichas características. Posteriormente todas y cada una de las organizaciones de la izquierda abertzale, así como los colectivos de presos y refugiados políticos han hecho suya esta propuesta, y han mostrado también su clara voluntad de trabajar por el desarrollo de la misma.
Una propuesta que plantea la puesta en marcha de dos mesas paralelas de negociación cuyos objetivos tienen que ser dos grandes acuerdos: uno entre ETA y los Estados; y otro entre los agentes políticos, sociales y sindicales vascos donde se acuerde el tránsito de la situación actual a un marco nacional y democrático, y donde habrá que tomar las decisiones necesarias para hacer respetar dicho acuerdo a los dos estados que, hoy por hoy, nos niegan la palabra.
Un año después
Un año después es indudable el valor que ha adquirido la propuesta para la solución demo- crática de Anoeta. Es indudable que la mayoría de los agentes comparten la necesidad de las dos mesas, y es indudable que tanto en un carril como en otro se han dado pasos en la buena dirección.
Es importante que ETA haya mostrado su clara voluntad de abrir un proceso de negociación con los estados, es importante también que haya dicho que lo va a intentar, y es evidente que la decisión de cerrar el frente armado contra los electos del PP y del PSOE es más que una prueba de lo que unos y otros están poniendo en el asador. Hay que valorar, asimismo en este carril que Zapatero enviara al congreso la moción sobre una hipotética negociación, al igual que el Gobierno francés reconociera haber recibido una misiva enviada por ETA con el objetivo antes mencionado.
En todo caso, y para Batasuna, uno de los pasos más importantes de los últimos doce meses es la firma en el Aberri Eguna del Acuerdo Democrático de Base, por el que 55 agentes políticos y sociales de toda Euskal Herria nos hemos comprometido a trabajar por la creación de una mesa para la resolución del conflicto, con presencia de observadores internacionales y con el objetivo de llegar a un acuerdo para preguntar a la ciudadanía del conjunto del país sobre su futuro.
Este acuerdo promovido por el Foro de Debate Nacional es y será el referente principal para nosotros y nosotras a la hora de dar los pasos necesarios hacia un nuevo acuerdo entre el conjunto de los agentes del país.
Pero no todo ha sido positivo desgraciadamente. Un año después la represión y la violencia estructural de los dos estados sigue siendo la cruda realidad del día a día: recientemente hemos traído a Euskal Herria el cuerpo de Kotto, última víctima de la política asesina de dispersión aplicada por el PSOE; las operaciones policiales y las denuncias de torturas que se siguen produciendo; la aplicación constante de la Euroorden por parte del Gobierno francés o el inicio del juicio por el sumario 18/98. Todo ello, para seguir negando a través del monopolio de la violencia ejercida por los estados, que este pueblo pueda decidir libremente su futuro.
Acordar las bases
Para nosotros en este momento político, además de la actitud de los estados, existen riesgos de que alguien pretenda utilizar esta coyuntura política para repetir los errores del pasado con un nuevo acuerdo neo-autonómico. Por tanto, resulta necesario priorizar la labor por la consecución de unas bases sólidas que permitan habilitar la puesta en marcha de un proceso democrático de paz en Euskal Herria, sin exclusiones políticas, ni territoriales ni personales.
Unas bases que garanticen, con carácter previo a la consecución de una Mesa para la Solución, un acuerdo de mínimos sobre los objetivos, las bases, los principios, la metodología y la presencia o monitoreo internacional.
Unas bases que garanticen un marco mínimo de derechos y democracia donde sin imposiciones y coacciones externas, los agentes políticos vascos podamos hablar sobre nuestro futuro, llegar a un acuerdo lo más amplio posible y concederle a la ciudadanía del conjunto Euskal Herria el derecho a la palabra y a la decisión.
Nosotros, un año después de la presentación de Anoeta, trabajando codo con codo con el resto de firmantes del Acuerdo Democrático de Base y teniendo los canales de comunicación abiertos con casi todas las formaciones de Euskal Herria; nos comprometemos a intentar acordar dichas bases para la puesta en marcha de una Mesa que dé inicio a un proceso democrático. Pedimos al resto de agentes el mismo compromiso y responsabilidad.
Para finalizar quisiéramos hacer un último apunte. Son muchos los intentos que se han hecho y se hacen para manipular o tergiversar la propuesta de Anoeta, sus razones o su desarrollo. Hay tantas hipótesis como objetivos detrás de las filtraciones interesadas, de los comentarios de los tertulianos o de algunos mal llamados políticos que se pasan de listos. Nosotros y nosotras, con toda la humildad del mundo pero con la claridad que nos ha caracterizado siempre, queremos decir, en todo caso, que cada cual puede vender la moto como quiera y está en su derecho, eso sí, la moto necesita dos ruedas y se llaman derecho a decidir y territorialidad. Por tanto si no hay ruedas no hay moto.
Es decir, el respeto a la decisión de Euskal Herria, de su ciudadanía, es la clave para la solución democrática del conflicto. Respeto por el que hay que luchar, trabajar y ganar, día a día, en los barrios, pueblos y ciudades de este país y para lo que es necesaria la activación social de todo un pueblo al que desde aquí queremos invitar a empujar todos y todas en la buena dirección.
* Joseba Permach. Coordinador de la Mesa Nacional de Batasuna.