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Repunte al alza de tarifas en Euskal Herria

La ola de frío desinfla el «Gastech-2005»

Fuentes: Rebelión/Maverick Press

Corría un cálido marzo cuando el «Exhibition Centre» de Bilbao concentró a 60 delegaciones internacionales de ‘oil sheiks’ petroquímicos. El Congreso «Gastech-2005», Feria Mundial del Gas, se clausuró ajeno a los inmediatos huracanes en EUA, bíblica coartada para encarecer el crudo y las energías de calefacción en un invierno que en la CAV y en […]

Corría un cálido marzo cuando el «Exhibition Centre» de Bilbao concentró a 60 delegaciones internacionales de ‘oil sheiks’ petroquímicos. El Congreso «Gastech-2005», Feria Mundial del Gas, se clausuró ajeno a los inmediatos huracanes en EUA, bíblica coartada para encarecer el crudo y las energías de calefacción en un invierno que en la CAV y en Navarra discurre gélido.

A Vitoria-Gasteiz, capital de la CAV, la llaman desde noviembre «Siberia-Gasteiz». Inmersa en pertinaz niebla, ha exhibido carámbanos como estalactitas. En Navarra, cardo y espinacas se congelaron de raíz. Cumbres borrascosas y playas amanecían, pesadilla belenista, con escarcha. Todo ello, horriblemente fotogénico. Ha templado, se euforizan las chicas del tiempo. Pero el inoportuno deshielo provoca inundaciones y los cultivos de ribera se han perdido también. Para expertos en altibajos climáticos, fue sólo el inicio. Bajarán los termómetros en toda Euskal Herria. Los domicilios, es la ósmosis del frío húmedo, están catarrosos. Entrado enero de 2006, el alza de tarifas energéticas, agua incluida, amenaza al contribuyente. «Piove, porco governo» es frase neorrealista italiana que, dado el contexto, no suena hoy a ‘gag’.

El vulgo, será el alzheimer del superego, pasó página tras la suspensión indefinida de la central nuclear de Lemoiz. Esta ‘joint venture’ entre lo que fuera Iberduero y la filial de la Westinghouse, que manufacturaba reactores ad-hoc, suscitó una de las crisis sociopolíticas más encarnizadas en un territorio de por sí conflictivo. Flashback. La Guerra Fría somete la cuestión atómica USA a censura militar. En 1971, unos 2000 científicos difunden, vía UNESCO, las nocivas secuelas de la radioactividad. Corre el otoño de 1974 cuando Carl J. Hocevar, miembro de la Comisión Atómica estadounidense y artífice de un ingenio de detección de averías nucleares, corroído por la ética, renuncia y rompe el yúyu en las páginas del «New York Times». En precedente del «Watergate» que jamás mereció ni película ni propaganda, revela los riesgos de las instalaciones del ramo. Un escape ponzoñoso en la Central de Goldsboro (Pennsylvania), en marzo de 1979 y la evacuación urgente de las inmediaciones, le dan la razón. Las autoridades EUA bloquean manifiestos, efecto dominó, de sus colegas. Siete años duró la cuarentena del «informe Brookhaveu»: un fallo de reactor, avisa, puede aniquilar a 50.000 personas. La «Union of Concerned Scientists» aumentaría la cifra de ‘casualties’ a 125.000. Chernóbil, con su hecatombe de abril de 1986, iba a dejar cortos a todos.

Las compañías energéticas EUA, ya hacia 1971, difunden por el globo terráqueo (globalización) una industria indeseada en casa. Su Gobierno, sobrepasado por las opiniones científica y popular, impone medidas de seguridad exhaustivas en el proceso. Qué mejor julai que el Régimen español, colonizado, decrépito, tecnócrata y desarrollista a tumba abierta. En los 1960 ya ha erigido Zorita, Garoña y Vandellós. Una vez en el cepo otorgará licencia para, partiendo de la ensenada vizcaina de Armintza (rica en langosta, bogavante y almejas) convertir 50 kilómetros de costa vasca en paraíso nuclear. Se agita la ‘vox populi’ local y comenta que por qué no ubican armatostes atómicos junto a El Pardo. Luego, la Moncloa.

David, Gladys, Ryan… 

Incluyen los planes de Iberduero/Westinghouse, 10 reactores (100.000 megavatios). En Lemoiz, 2 reactores: 2.000 megavatios. Las fuentes varían en cuanto a capacidad letal de los residuos; pero la catarata de uranio, estroncio, circonio, cesio-135 eriza, en todas ellas, el vello. ¿El contexto? La argucia eterna de la crisis petrolífera; una débil transición frente al poder fáctico de la Banca tras las exequias del Dictador; UCD y AP frente al PSOE emergente; un prolijo avispero de partidos vascos inconformistas, confrontados y convencidos, en substancia, de lo mismo: no a Lemoiz. Contamina. Irradiaría radio en el contorno. Más de 100.000 personas desfilan por Bilbao, exigiendo que se impida el desafuero, el 14 de julio de 1977. Ratifican la protesta más de 150.000 firmas. En agosto de ese año, la Diputación de Vizcaya desoye a las masas, concede permiso y desautoriza a ayuntamientos y pedanías de la comarca. Lemoiz nuclear se contempla por la ciudadanía vasca como consorcio sin aval gubernativo, o como cacicada sin plebiscito. La refrigeración va a influir en ecosistemas marítimos y en la sacrosanta pesca. Infunde temor. Hoy dirían alarma social. Nadie se fía de unos valedores cuyos escrúpulos, «lejos de mi jardín», carecen de crédito.

La instalación se cobraría víctimas colaterales al intervenir las ETAs de entonces en la controversia. Un activista, David Álvarez, cae tras varios sabotajes y refriegas con el retén de la Guardia Civil, en Armintza destacado. La posterior manifestación de duelo (pasaría un mes en coma) es masiva. Hábiles conspiraciones con el catastro consiguen, sin incidentes luctuosos, aunque algún conferenciante haya de masticar y tragarse sus páginas por orden de la Benemérita, frenar las centrales de Ea-Ispaster y Deba. Otra instalación más se premedita en Tudela. Se oponen la Diputación del Viejo Reyno y lo que se dio en llamar el ‘carlismo-leninismo’. Cerca de la ciudad del Ebro, 1979, un disparo de las FOP contra una concentración de ecologistas mata a la joven Gladys del Estal. Lemoiz, entretanto, en Bizkaia, prosigue. Completará su edificación. La crisis alcanza su climax más negro tras el secuestro y muerte por parte de ETA del ingeniero-jefe de la instalación vizcaina, Ryan, en 1981. Ello indigna a la comunidad, la desconcierta y divide. Más ataques a Lemoiz se llevan por delante a varios obreros. Un chaval, Alberto Muñagorri, fallece al dar una patada a un paquete-bomba colocado ante las oficinas de Iberduero en Errenteria.

Acciones, detenciones y reacciones enfrentan al movimiento de resistencia y desobediencia civil que insta al impago de facturas de electricidad u organiza «apagones», y al partidario de la goma-2. Anécdota, una comisión delegada por afectados de la zona nuclear extremeña de Valdecaballeros se persona en la redacción de «Berriak», publicación vasca contestataria editada con capital del PC (sic) para preguntar cómo pudo paralizar el País Vasco las amenazas radiactivas. Nace así el cándido mito de «esto en el Norte no lo ponen» ante cualquier desmán infraestructural. Ilusos.
 

La ‘moratoria’ de 1997

Al transferirse las fuentes de energía al Gobierno vasco, en 1981, un coyuntural acuerdo ‘contra natura’ PNV-UCD-AP (el ruido de sables cunde) asume la gerencia público-privada del engendro. Los guardaespaldas de Angel Pascual Mujika, su director en 1982, no pueden impedir que ETA actúe y caiga muerto a balazos. Nueva convulsión sociopolítica. El monstruo de Armintza quedará anestesiado en 1984.

A todo esto, el PSOE se ha opuesto en silencio, sin otorgar, a la central radiactiva, e incluye su clausura en el programa electoral. El artefacto está, de todos modos, maldito: falta mano de obra para laborar en ello. El enfrentamiento civil en Euskal Herria se ha llevado a un punto álgido. Lemoiz, pues, no funcionará tras el advenimiento del felipismo. Éste no precisa de combustible: no tardará, sabe, en llevar a cabo la sísmica reconversión industrial, exigencia europea acatada y exigida, como la OTAN, para que España penetre en una fase de llamémosla civilización, y sin la finisecular amenaza de espadones y tejeros. Pero el capitalismo, entidad frígida, no condona. Una «moratoria» compensa la calamitosa idea energética. Las eléctricas han invertido sumas astronómicas en Lemoiz (y otros generadores de fisión aparcados). Así, por ley retroactiva de 1997, el Estado, con el PP en el poder, permitirá a aquéllas la subida continua de las tarifas durante 25 años a partir de 1995.

El 30 de junio de 2005, el Congreso de los Diputados (PSOE) aprobó que el Gobierno pueda someter a subasta los emplazamientos nucleares en «moratoria», aunque sin fecha precisa. Considera ese día la Administración que las compensaciones por pérdidas a las compañías energéticas al impedírseles que sus inversiones fructificaran, Lemoiz y, vaya, Valdecaballeros incluidos, «están ya a punto de liquidarse». Pero no pone plazo a las licitaciones y pasa bola al Senado. Papeleo y verborrea que sobran. Cuando la vida sube, sube. Y cómo. Y si no aforas, cortan el fluido. Hablan de «parque temático» en Lemoiz. ¿Para incluirlo en los ‘tour operators’ tras la visita al Guggenheim? Otra opción, derivar el complejo al «ciclo combinado».

Cuando esto se escribe, surge que el convenido superpuerto de Pasaia, Gipuzkoa, y siguiendo la dinámica del «Gastech 2005», del cual nos ocupamos más abajo, acogerá un generador del inocuo, dicen, sistema aludido: en el ciclo combinado dos turbinas de gas calientan otra de vapor. La de Pasaia engendrará 800 megavatios. Energía cuestionada en cuanto a aguas de refrigeración, pero teóricamente limpia, la siderurgia vasca precisa de ella. La promotora: «HC» («Naturgas»). Inversión, 400 millones de euros. Plazo, 6 años. Condiciones: que Pasaia lleve a término su maqueta de dique y nuevos muelles. Situación: en el exterior del espigón. Amortizará el capital invertido, vista el alza de las cuentas de consumo que se prevé, el bloque social súbdito del Estado de bienestar. Le elucidarán que la energía inofensiva, y darle al botón, al grifo, al hornillo para que se haga la luz y el calor se difunda, nunca será ‘gratis et amore’. El euro, otrosí, ha empobrecido a la ciudadanía. Sólo ahora se percata, se resigna. Han advertido el receso adquisitivo, los que más, quienes se ocupan de comprar el pan, primera necesidad, y comparan. Sirve de índice.

Subidón cercano al 10%

La ducha fría estimula la circulación y calma los nervios. Una cena con candelabros ahorra y resulta romántica, excepto si se dispone de placa térmica. El imprevisible Arzalluz, que presentó en Durango sus memorias («Así fue») no habrá cedido a la amnesia en aquella declaración suya de que si Lemoiz no se construía «íbamos a comer berzas y alumbrarnos con velas». Pues el repollo tampoco va barato. La compra, cosas dominio del fuego y la cocción de la caza, allá por el Musteriense, sufre un repunte que rebaña aún más el bolsillo tributario. Se empinará la cuesta de enero. Hasta que el pagano se habitúe.

Nadie predijo, cuando tuvo lugar el Congreso gasístico «Gastech 2005», unas Navidades tan denterosamente blancas. Tampoco, la humedad infiltrada que, al congelarse, ha provocado una catástrofe, a la altura de Itziar, por dilatación del hielo en geología de pizarra de la autopista A-8 (Bilbao-Behobia) y cuya consecuencia fue un derrumbe de peñascos mortífero que no causó víctimas en los vehículos soterrados porque no era su día, ni el de la compañía que la rige, «Bidegi S.A.». Ésta no pierde pie. Encarecerá los peajes del 2006. Y tiene coartada: mejoras y mantenimiento.

Ay de los frioleros. En tiendas de deportes se agotan los equipos de ropa interior para el esquí y la escalada a los 8.000. La Westinghouse, lo olvidábamos, expende frigoríficos. A los esquimales vascos. Sumadas las facturas de electricidad, agua y gas natural, más la bombona color butano (que sube en mayor proporción) sale un plus de un 8% con largo pico que amenaza el 10%. No se compensa este canon electrotérmico, provenga o no de la dichosa «moratoria» antinuclear, o de las subastas de derribos radioactivos fallidos, con el exiguo prorrateo de sueldos y pensiones.

Por dos trillones de dólares

Meses atrás, canícula de bochorno, el sector playero insistía en la mengua de la ola izquierda de Mundaka, propicia para el ‘surf’ y joya pelágica en extinción. Repercutió, cierto, la anemia del oleaje mundakarra en la hostelería de esa franja costera. Al ausentarse los ases de la tabla, no hizo su agosto. Se culpa, empíricamente, a las obras del megapuerto bilbaino. Marinos de altura y bajura consultados lo consideran, junto con otros en cartera o en marcha (Mutriku, Pasaia) necesarios para todo trajín náutico.

No faltaron los horizontes marítimos en el «Gastech-2005″, celebrado en el»Exhibition Center» de Bilbao. Enumeró el lehendakari, vehemente, las ventajas en el área: gasificadoras ya en marcha, capacidad de almacenaje y apertura marítima a otros mundos. Se elucidó a los visires invitados a este Congreso gasístico que tuvo lugar, marzo florido, hace nueve meses, que el País Vasco es el emporio idóneo del producto. En lo que atañe a globalización del gas natural como energía reversible, L N G, de gas a líquido, o C T L, de líquido a gas, habló en prolija homilía el jeque blanco de la «Chenon-Texaco». Predestinado, se llama John Gass; y formuló varios axiomas, como poco, alarmantes. Recalcó el lema: «Que los proyectos se realicen» y «Del principio hasta el final». Profirió que para ello el gas, energía del futuro inmediato, el siglo XXI, debe «gestionarse de forma agresiva» porque en los 20 próximos años, los EUA invertirán en él más de 2 trillones de dólares. Razón de peso.

«Euskadi, excedentaria»

A bote pronto, raso, Juan José Ibarretxe expuso su certidumbre de que «en 2010, Euskadi sea excedentaria» en el sector, «pudiendo vender el 15% de la energía que produce». Se ignora si, una vez revertido el ‘input-output’, se reembolsará al pueblo soberano la plusvalía de aquella taimada «moratoria» de Lemoiz. Calculó el lehendakari en medio millón los domicilios de Euskal Herria que han escogido, hasta hoy, el gas natural. Una poética y, faltaría más, verde campaña publicitaria tuvo que ver en ello.

En ese 2010, prosiguió, el 100% de los municipios de la CAV estará conectado a una red central. Sin calibrar la nómina de prejubilados y pensionistas, o en baja por congelación de salarios, para esas fechas nutrida. Iberdrola, ahora, en oportunos ‘spots’, oferta luz y gas-ciudad con opciones amortizables a gusto del consumidor. Cuando dan facilidades de pago, mejor santiguarse.

Quizás la mayor virtud de Ibarretxe consista en su irreductible pasión por la utopía, olvidada por otros políticos más proclives al posibilismo. Su quimera favorita es el «desarrollo sostenible», progresar sin contaminar. (La cuadratura del círculo: no cabe ecuación porque la incógnita es voluble e inasible). La carísima manguera de gasofa (verde, cómo no) subió un 15%. Visto lo cual, sobra toda exhortación a valerse del transporte público y suprimir el abuso del privado. Habrá que explicar a los votantes, ya puestos, las ventajas de los AVE, que aislan las biosferas en entropía acelerada y difunden la nefanda semilla de la ansiedad existencial.

Aludió con sutileza, Ibarretxe, a la contigua Europa. Ajeno a la retórica, olvidó la inmediatez de los Pirineos. Los geógrafos griegos, ante el resplandor en la cordillera de fogatas de forjas traídas por los celtas, la llamaron «pyre ené», montes ígneos. Se empezaba a divinizar la industria. Simbólico. Espejismo dinerario, el europeo, al que la «Texaco» de John Gass, replicó con sus muy yankis «tres C «: costes competitivos, ciclo temporal y complejidad del trazado de gasoductos. En resumen, período de encarecimiento y nada de ‘dumping’ gasista.

Vender el Rolls

Culparán a la OPEP, caerá en el olvido el alborozo con que se celebró en Bilbao, no sin cierto síndrome marbellés, el «Gastech-2005·». Acudieron el Primer Ministro de Trinidad y Tobago, varios dignatarios del Sultanato de Omán y otros de los Emiratos Árabes. Euskadi, se les dijo, es un placentero oasis y el eje más propicio para fluctuación, distribución y embalse del crudo. A un paso, las instalaciones de Muskiz, con sus llamitas de Pentecostés brillando en la boca de enigmáticos tubos y la estimulante presencia de dos o tres buques-contenedor en la ensenada ilustraron los argumentos de un anfitrión dispuesto a venderles la moto, o el Rolls, a los delegados de países cuyo subsuelo transformó a los camelleros en nababs. Destacó Ibarretxe, textual, ante zorros del desierto curtidos en lides fiduciarias, «las posibilidades inmensas que tenemos los vascos para establecer negocios». En tesitura asertiva, definió Euskadi como: «Un país pequeño, trabajador y pacífico cuya mejor materia prima es su gente, y al que le gusta hacer las cosas bien». Perfil halagüeño, aunque algo clónico. Chapuzas, no faltan.

Congregó la feria a 1.700 delegados de 60 países productores de gas que, agregados a unos 4.000 intrusos oficiales y espías del sector, compensaron los números rojos de la ola izquierda de Mundaka con un gasto general suntuario de 10 millones de euros. Se los embolsaron el hospedaje de varias localidades, la gastronomía, el alquiler de vehículos, los suvenirs de alto standing y las bodegas riojanas. Dijo Juan Ramón Jiménez que los océanos no separan: unen. Pero era un poeta. Lírico.