El equipo de APM(*) que recorre la región sojera sudamericana hace una escala en la Reserva de Biósfera Yabotí, donde científicos británicos recogen especies para un moderno Arca de Noé. Mientras la Corona Británica invierte dineros en proyectos de investigación en la Reserva de Biósfera Yabotí, ubicada en la provincia argentina de Misiones, la deforestación […]
El equipo de APM(*) que recorre la región sojera sudamericana hace una escala en la Reserva de Biósfera Yabotí, donde científicos británicos recogen especies para un moderno Arca de Noé.
Mientras la Corona Británica invierte dineros en proyectos de investigación en la Reserva de Biósfera Yabotí, ubicada en la provincia argentina de Misiones, la deforestación de este territorio cercano a la Triple Frontera (punto tripartito compartido por Argentina, Brasil y Paraguay) avanza en forma sostenida. Un año después de que un equipo de APM estuviera en el lugar, pudimos comprobar que nada cambió en la depredación del mayor refugio de la selva paranaense.
La Reserva está localizada en el centro-este de la provincia de Misiones, recostada sobre el río Uruguay, el mismo río que aguas abajo es protagonista de una de las más tristes controversias que se tengan memoria en las relaciones diplomáticas entre Argentina y Uruguay, a causa de la instalación de un contaminante complejo celulósico a gran escala de origen europeo.
La Reserva tiene una superficie de 223 mil hectáreas, que incluyen al Parque Provincial Moconá y la Reserva Esmeralda. No es una gran extensión, teniendo en cuenta que la selva paranaense, que cubría parte de Paraguay y llegaba hasta la costa atlántica de Brasil, prácticamente desapareció.
No es difícil darse cuenta que la destrucción de la selva cambió el clima de la región, cualquiera imagina a la selva como un sitio húmedo, pero lo cierto es que durante el verano no está lloviendo. Es el tercer año consecutivo de sequía. «Ya no llueve como antes», coincide la gente del lugar. El año pasado, durante el verano, se secaron vertientes que nunca antes se habían secado. Un clima como el de estos días, difícilmente hubiera permitido el desarrollo de una vegetación de estas características. Claro, la naturaleza busca el equilibrio, y durante el invierno último llovió intensamente hasta hacer subir los causes de los arroyos a niveles poco recordados, aunque tampoco sirvió para recuperar la media anual de precipitaciones.
Los científicos de la Corona Británica tienen presente las consecuencias del cambio climático, que ya tiene escala global, y quizá estén preparando un sofisticado Arca de Noé para preservar muestras de los ecosistemas más biodiversos del mundo, ante la inminencia de su desaparición. Es así que hoy la Reserva Yabotí es uno de los sitios de investigación de la naturaleza más codiciados del mundo.
Este Arca de Noé no es una ficción, está construido en el sur de Inglaterra y se llama «Proyecto Edén». Fue elegido por el público británico como una de las «siete maravillas» del Reino Unido, junto al Big Ben, el Parlamento, el Ojo de Londres, Stonehenge, el muro de Adriano y el castillo de Windsor.
Este «jardín del Edén» está compuesto por una estructura gigante, en el condado de Cornwall. Visto desde arriba, se parece a un panal de abejas o los ojos de un insecto colosal. Cada una de las estructuras básicas del panal está dedicada a las plantas de un clima determinado y en ellas también viven aves, insectos y reptiles.
Estas estructuras fueron diseñadas con un complejo modelo tridimensional de computación, son muy livianas y están fabricadas de acero tubular, en forma de hexágonos y pentágonos. Los marcos sostienen una triple capa transparente de tetrafluroetileno de etilo, cien veces más ligero que el cristal, material que es antiestático y sirve al control climático. La inversión total del proyecto es 110 millones de dólares.
El director científico del proyecto es el reconocido etnobotánico Sir Ghillean Prance. En cada uno de sus enormes panales se recrean los principales ecosistemas del mundo, y la selva paranaense, arrinconada en la Reserva de Biósfera Yabotí, también tiene un lugar allí.
Según sus creadores, la misión del Proyecto Edén es la de fomentar la comprensión y la gestión responsable de la relación vital entre las plantas, personas y recursos, con vistas a lograr un futuro sostenible para todos, aunque también surge la pregunta de hasta qué punto los argentinos están a la altura de evitar la «biopiratería».
Sir Ghillean Prance estuvo en la Reserva de Biósfera Yabotí, firmó un acuerdo de cooperación entre la organización Eden Project y la provincia de Misiones, en el que los británicos proveerán asistencia técnica en trabajos de investigación a llevarse a cabo en la en las instalaciones de la Estación Biológica Marcio Ayres, en el Parque Esmeralda, núcleo de la Reserva.
El Eden Project cuenta con dineros del gobierno británico, otorgados en cumplimiento del Convenio de Diversidad Biológica del que Argentina y el Reino Unido son signatarios y que establece el compromiso de los países ricos en recursos de cooperar con los países ricos en biodiversidad para su preservación y uso sustentable. Estos fondos constituyen el aporte británico para el programa de investigaciones en la Estación Biológica Marcio Ayres.
Con dichos fondos se ejecuta un programa de «Capacitación en Conservación de la Biodiversidad para la Reserva de Biósfera Yabotí» en el que intervienen científicos argentinos y británicos, se asegura la difusión a través de medios de comunicación europeos y se promueve la exhibición de la selva paranaense en la sede del Proyecto Edén en Cornwall, con una visita anual de más de un millón de personas.
De esta manera, con un presupuesto inicial de 120 mil dólares, se construyó la Estación Biológica Marcio Ayres en la Reserva Yabotí, con una superficie de 440 metros cubiertos, dotada de mobiliario, vehículo, equipamiento de energía solar y una micro-represa para la instalación de un generador hidráulico.
Sin embargo, esto no parece ser suficiente para evitar la destrucción de un ecosistema que, según pudimos comprobar, continua en forma sostenida. Hace falta poner en práctica políticas activas de Estado, de las que el gobierno provincial no hace gala, más allá de declaraciones grandielocuentes acerca del nuevo convenio con los británicos.
La Reserva Yabotí está constituida por 119 lotes, en su mayoría de propiedad privada, en donde se localizan diversos asentamientos humanos: colonos descendientes de inmigrantes alemanes y polacos llegados de Brasil, dedicados a actividades agrícolas, ganaderas y forestales (plantaciones y secaderos de tabaco y yerba mate, cultivos de plantas escenciales como la citronella, reforestaciones con pinos y aserraderos); diversas aldeas guaraníes; y en los últimos años pobladores provenientes de la provincia de Buenos Aires y la Capital Federal, dedicados preferentemente a actividades de eco-turismo.
Como toda Reserva de Biósfera, designada por la UNESCO, está ordenada en tres tipos de zonas interrelacionadas: núcleo, tampón o de amortiguación y transición. Los mayores inconvenientes en la zona de transición están dados por las prácticas de agricultura de tumba y quema (conocidas como de «roza») con gran uso de agrotóxicos y la explotación maderera comercial.
Esto redujo notablemente la existencia del bosque nativo, provocando que se extraigan ejemplares arbóreos con maderas valiosas de las zonas de amortiguación o tampón, abusándose de los permisos de extracción selectiva. Pudimos comprobar cómo grandes camiones siguen transportando troncos con la mayor libertad por los caminos internos de la Reserva, también pudimos observar cómo los madereros se ocultaban y los aserraderos apagaban sus maquinarias al paso del móvil de prensa de APM.
Además, a la práctica del cultivo de tabaco, que produce nuevos «rozados» en forma consecutiva (en búsqueda de terrenos fértiles a cambio de los agotados por el monocultivo) y causa graves problemas a la salud por el uso intensivo de agrotóxicos, se le ha sumado la soja. Cultivo ya ensayado en la provincia de Misiones con resultas nefastos, a causa de las características de su suelo. Tampoco se está cuidando el recurso del agua, las grandes cantidades de herbicidas y plaguicidas que necesitan estos cultivos están contaminando vertientes y arroyos.
Pero no todo es decepción, en el Parque Provincial Moconá, pudimos encontrarnos con una expedición denominada «El agua manda: ríos libres para pueblos libres», integrada por jóvenes de Gualeguaychú, ciudad argentina cercana a donde se pretende instalar las fábricas de celulosa. Recorren el río Uruguay en canoas desde su naciente en Brasil, para promover la integración en torno al mantenimiento de la naturaleza y las actividades de escala humana que no alteren el ambiente. La travesía terminará en la ciudad de Buenos Aires, a principios de marzo, con la entrega de una carta al presidente argentino Néstor Kirchner.
(*) El equipo de APM está integrado por el colaborador permanente Fernando Glenza y el fotógrafo Marcelo Sosa Aubone.