Un grupo de 50 ecologistas segó y quemó ayer un campo de maíz ecológico en Albons (Alt Empordà) porque se había contaminado de maíz transgénico. De esta manera tan radical mostraban el propietario del campo, Enric Navarro, y sus compañeros el rechazo a los cultivos transgénicos. Navarro había sembrado maíz ecológico en un terreno de […]
Un grupo de 50 ecologistas segó y quemó ayer un campo de maíz ecológico en Albons (Alt Empordà) porque se había contaminado de maíz transgénico. De esta manera tan radical mostraban el propietario del campo, Enric Navarro, y sus compañeros el rechazo a los cultivos transgénicos.
Navarro había sembrado maíz ecológico en un terreno de 3.300 metros cuadrados en la finca Els Horts del Gorg y quedó perplejo hace unas semanas cuando los técnicos del Consell Català de Producció Agrària Ecològica (CCPAE) le informaron de que en los análisis del maíz maduro detectaron una contaminación de transgénicos del 12,6%, el porcentaje más alto encontrado en cultivos ecológicos en Catalunya.
Dilema
Con estos resultados, a Navarro sólo le quedaban dos opciones: o vender el maíz como un producto transgénico o destruirlo. Siguiendo sus principios, este agricultor ecológico decidió ayer, con el apoyo de varias entidades correligionarias y de la Unió de Pagesos, quemar la cosecha.
A primera hora de la mañana se inició la siega de las plantas y después, los ecologistas hicieron varias piras y les prendieron fuego. Mientras el maíz ardía, los agricultores gritaban: «Ni en el campo, ni en el plato, transgénicos fuera».
Los campos que cultiva Navarro están a menos de 100 metros de los campos vecinos y, a pesar de esta distancia, el maíz ecológico se ha contaminado. Esto se explicaría, según el agricultor, porqué el fuerte viento de tramontana que sopla en esta zona transporta fácilmente el polen de un campo a otro, contaminando las plantaciones ecológicas.
Experiencia
Navarro quiere sacar una lección positiva de la desgracia de tener que destruir la cosecha y perder 3.000 euros: «Ahora podemos demostrar a la administración que la coexistencia de cultivos transgénicos y ecológicos es imposible». El decreto que prepara la Generalitat sobre esta cuestión establece una distancia de seguridad máxima de 50 metros entre diferentes tipos de cultivos para evitar la contaminación. «Con el ejemplo de esta finca ha quedado claro que los estudios del Institut de Recerca Tècnica Agroalimentària (IRTA), que establecen distancias máximas de seis metros, no son válidos. Los cultivos tendrían que estar separados unos tres kilómetros», comenta el responsable de transgénicos de la Unió de Pagesos, Antoni Casademont.
El sindicato agrario apoya al agricultor de Albons, entre otros motivos, porque desde hace varios años pide a la Generalitat que declare Catalunya libre de transgénicos. «Le damos nuestro apoyo jurídico, pero somos conscientes de que tendremos que ser muy precavidos porque nos enfrentamos con las grandes multinacionales que comercializan las semillas de maíz transgénico», explica Casademont.