La reducción de las lluvias a causa del recalentamiento planetario amenaza los ríos y otras fuentes de agua dulce en áreas densamente pobladas de África, advirtieron expertos de la Universidad de Ciudad del Cabo. Algunas de esas zonas, en particular en el sur de África, ya sufren sequías periódicas, por lo que un agravamiento de […]
La reducción de las lluvias a causa del recalentamiento planetario amenaza los ríos y otras fuentes de agua dulce en áreas densamente pobladas de África, advirtieron expertos de la Universidad de Ciudad del Cabo.
Algunas de esas zonas, en particular en el sur de África, ya sufren sequías periódicas, por lo que un agravamiento de la situación tendría «consecuencias devastadoras» para la población, según el estudio de Maarten de Wit y Jacek Stankiewicz publicado en Estados Unidos por la revista Science.
También es particularmente vulnerables la franja de territorio que cruza el continente desde Senegal, en el extremo occidental, a Sudán y el sur de Somalia, en el oriente, a través de varias masas de agua, como los pantanos Sudd, en la cuenca del río Nilo, y el río Níger, indicaron De Wit y Stankiewicz, de la Red de Observatorios Terrestres Africanos de la Universidad de Ciudad del Cabo.
Como buena parte de la lluvia es absorbida por el suelo y las plantas antes de alcanzar espejos de agua y vías fluviales, la caída de las precipitaciones en esas zonas se traslada en una gran reducción del líquido disponible para uso humano.
Una reducción de 10 por ciento en las precipitaciones en regiones que reciben 600 milímetros de lluvias al año implicaría 50 por ciento de disminución en el drenaje a la superficie.
El «drenaje perenne» de ríos, lagos y otras masas de agua que portan las aguas superficiales sufrirá una merma a causa de la disminución de las lluvias, lo cual afectará «significativamente» el acceso al agua en 25 por ciento de África para fines del siglo XXI, indica el informe.
El estudio se basa sobre varios diferentes modelos climáticos para establecer el impacto del recalentamiento del planeta en la lluvia.
En enero, el Instituto Goddard de Estudios Espaciales de la Administración Nacional para la Aeronáutica y el Espacio de Estados Unidos (NASA) confirmó en enero que 2005 fue el año más cálido desde que se tiene un registro. También los últimos 10 años fueron el decenio más caluroso.
La cadena de radio y televisión británica BBC informó que a fines de este mes el Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático, que reúne a cientos de científicos de todo el mundo, alertará que con las actuales proyecciones de emisiones de gases invernadero, la temperatura planetaria aumentará entre dos y 4,5 grados centígrados para fines de siglo, mucho más que de acuerdo con los pronósticos anteriores.
Los glaciares de Groenlandia se están derritiendo al doble de la velocidad que se creía, según otras investigaciones. Otras sacan conclusiones similares respecto del mar Ártico y los glaciares de montaña.
Estos datos apuntan a que, como dice el director del Instituto Goddard, James Hansen, el mundo «se está acercando a un punto más allá del cual será imposible evitar un cambio climático con consecuencias indeseable y de gran alcance».
Si bien Hansen se refería fundamentalmente al impacto de la elevación del nivel del mar causada por el derretimiento de los hielos, los científicos concuerdan en que los cambios climáticos, incluidos los de patrones de lluvia, también serán dramáticos.
De mantenerse la tendencia actual, las lluvias en África subsahariana se reducirán 10 por ciento para 2050, lo que originará una gran escasez de agua potable, calculó el científico Anthony Nyong, de la nigeriana Universidad de Jos.
El estudio de la Universidad de Ciudad del Cabo avanza sobre el trabajo de Nyong, al aplicar los últimos modelos computarizados para determinar cómo afectará el calor a las lluvias y los sistemas de drenaje en regiones específicas de África.
El informe de De Wit y Stankiewicz mostró un continente dividido, para fines de siglo, en tres «regímenes» climáticos: áreas secas, que reciben menos de 400 milímetros de lluvias al año y por lo tanto carecen virtualmente de drenaje perenne, áreas húmedas con más de 800 milímetros anuales y zonas intermedias o inestables, en las que caerán entre 400 y 800 milímetros.
Según el estudio, la zona seca cubrirá virtualmente toda África septentrional, el desierto del Sahel y la mayor parte del Cuerno de África, así como la mitad occidental de Sudáfrica, Namibia y la costa de Angola. Todo eso suma 41 por ciento de la superficie continental.
Con excepción de Somalia y áreas cercanas de Etiopia y Kenia, donde las lluvias aumentarán entre 10 y 20 por ciento, la mayoría de la región experimentará un descenso de lluvias que alcanzará 20 por ciento en el norte y el sudoeste.
Las áreas húmedas incluirán el centro del continente y Buena parte del occidente, alrededor del golfo de Guinea y extendiéndose a las zonas orientales de Sudán, Uganda, Tanzania, Mozambique y el norte de Madagascar. La mayoría de esas áreas registrarán un aumento de las lluvias de hasta 10 por ciento, según el estudio.
Veinticinco por ciento del territorio africano estará comprendido por áreas inestables, que suponen la mayor preocupación, según los autores del informe. La reducción de las lluvias tendrá allí un serio impacto en el suministro de agua, advirtieron.
En algunas de esas zonas, especialmente en el este, habrá, probablemente, aumentos de las precipitaciones de hasta 10 por ciento, pero en otras, como África occidental y meridional, habrá un descenso.
Sudáfrica se encontrará «en una situación muy perturbadora», alerta el informe.
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