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Mujer, reeleccion y «libre» comercio

Fuentes: Rebelión

1. La cruz gamada «Esvástica proviene del idioma Sánscrito Hindú concretamente de la palabra «Swasti» que significa bienestar». (Leido en cualquier enciclopedia) Rodeado de sus aúlicos que se diputaban como colegiales el lugar más cercano al corazón del maestro, como en una versión macabra de la última cena,luciendo una cruz sospechosa en la frente muchos […]

1. La cruz gamada

«Esvástica proviene del idioma Sánscrito Hindú concretamente de la palabra «Swasti» que significa bienestar». (Leido en cualquier enciclopedia)

Rodeado de sus aúlicos que se diputaban como colegiales el lugar más cercano al corazón del maestro, como en una versión macabra de la última cena,luciendo una cruz sospechosa en la frente muchos de ellos y el propio HEGEMON, se soltó la partida del presidente-candidato rumbo al vacio donde habita su mesianismo: La reelección.

Entre los muchos refranes de mi abuela, allá en los tiempos lejanos de mi infancia en La Guajira, mujer de refranes, como todas las de su época, solía decir, cuando una situación se presentaba exageradamente pródiga, a tal grado que despertaba sospecha: «De lo bueno no dan tanto…»

Cuando mi curiosidad infantil inquirió por una respuesta, mi abuela generosa de palabra como era, me contó que el axioma no provenía de ningún filósofo, ni sabio, ni docto; sino nada más y nada menos que del «bobo» del pueblo, al que una vez una dama no reconocida precisamente por su generosidad le ofreció una totuma de dulce de papaya recién hecho y de excelente aspecto, lo cual suscitó la malicia de aquel hombre llano quién le dijo «No, yo no me como eso: De lo bueno no dan tanto».

Tenía razón. El ofrecimiento en cuestión estaba sustentando en que la reconocida dama había encontrado un ratóncito muerto dentro de la totuma del manjar criollo, lo cual había despertado su repugnancia y al ver al «bobo» le pareció que podía ser beneficiado con tan dudoso honor.

Se incorporaron pues la anécdota y el refran a nuestra, por cierto, abundante mitología familiar y la repetiamos ya laxamente cada vez que una situación se presentaba dudosamente ventajosa.

La situación, el refrán, el bobo y la sospecha, han regresado nítidos a mi mente en estos dia de generosidades sospechosas diversas y han iluminado la reflexión para estas notas, que dedico a todas las mujeres en su dia. En especial a las Madres, mujeres, hermanas, compañeras, que sufren la ausencia de un familiar retenido o encarcelado y que esperan ardientemente que al fín se haga realidad el ansiado Intercambio Humanitario.

«Podemos conquistar el mundo», «Colombia tiene con qué», «virtudes ambientales del TLC», «momento historico», «nuestra gran oportunidad», «el gran reto», «Colombia es un pais de gente emprendedora que dispone de los recursos naturales y humanos…» etc, etc, han sido expresiones repetidas hasta el cansancio por los aúlicos del llamado Tratado de libre comercio entre Estados Unidos y Colombia, publicitadas por la falsimedia y amplificadas por los tartufos del régimen, con el HEGEMON a la cabeza. No han faltado por supuesto los sabios-cínicos de la economía, resaltando la complejidad del tema y arrogándose para sí la comprensión de tan farragosos problemas. «De lo bueno no dan tanto», diría pues el bobo de mi pueblo.

De igual manera frente al tema de la reelección. Que hay que reelegir a Uribe para «Salvar la democracia», «Para derrotar a los violentos», «Pacificar al pais». Para continuar la ya «sustancial reducción» de la tasa de homicidios, para seguir venciendo «el flagelo» del secuestro.

Hay que reelegir a Uribe para premiarle «la reducción del desplazamiento forzoso» de las «tomas guerrillera» y de los atentados contra «la infraestructura económica».

«De lo bueno no dan tanto», diría el bobo de mi pueblo. Más aún cuando el país real, no el de las encuestas pagadas, ni el de las estadísticas maquilladas, ni el de los «politologos», ni el de los «asesores», ni el de los «genios». Sino el pais real, el que viaja en bus «escoltado» por el ejército, el que siente los rigores de la guerra, el que cae, el que muere en medio de una confrontación de la cual no es responsable, el que no tiene acceso a los bienes elementales. El que está en la cárcel, el que está en el monte. Al que «premian» con el paseo de la muerte de hospital en hospital, al que asesinan en la marcha, al que se le cae el helicoptero sin mal tiempo, ni falla humana, ni caja negra, ni nada, inclusive a ese… ese pueblo, Juan Pueblo… sabe que «de lo bueno no dan tanto».

2. De lo soez a lo profundo.

«No le pongás pinga»… (Presidente de Colombia, Álvaro Uribe Vélez en EE.UU. al responderle a un periodista en el marco de la negociación del TLC) .

«…Una economía en función de la guerra, altos impuestos a la gasolina al contribuyente, la indiferencia en la inversión social, recorte a las pensiones, etc. Son parte del ingrediente de guerra sobre la economía nacional en detrimento de la sociedad colombiana más necesitada y en beneficio del gran capital nacional y extranjero apoyados en un ejército improductivo, violento contra el pueblo pensando que el hombre y las ideas se pueden acabar con bombas y balas de todo calibre, matando uno o dos miembros del secretariado y no con cambios progresistas y democráticos que beneficien millones de colombianos desamparados por el Estado». (Manuel Marulanda Vélez, Jefe de las FARC-EP en carta a Álvaro Leyva Durán, candidato presidencial, donde hace un detallado analisis de la situación de Colombia).

«Bomba de tiempo», «Nuestro pais no está en venta», «respeto a la soberanía alimentaria», «de aquí no nos movemos», «traición a la patria» es el eco del pueblo para referirse a la firma del Tratado de Libre Comercio que con tanta lucidez, fue denunciado por todos los sectores populares de América Latina y en especial puesto en cuestión por la sabia lógica femenina.

Porque desde nosotras las mujeres, el TLC es un grave riesgo para nuestras vidas ya de por sí precarias y de nuestras familias y porque las mujeres aprendemos de la historia y somos especialmente sensibles para mirarnos en el espejo de la experiencia.

Y es que de los 550 millones de pobres en el mundo, 330 son mujeres, lo cual significa el 60%. Y es que sabemos que América Latina es la región con mayor desigualdad en el mundo y Colombia uno de los paises con mayor desigualdad en la región.

Por eso las mujeres organizadas entendemos que no podemos aceptar el papel de «objetos de política economícas», sino que concientes de nuestras vidas y del rol privilegiado que tenemos en el mundo, tenemos que ser sujetos políticos.

3. «Los del gallinero pueden aplaudir los de los palcos basta con que hagan sonar sus joyas» (John Lenon)

Los acuerdos económicos ayudan a «mantener» al público en su sitio dice Noam Chomsky. Lo cual, explica, no es desde luego una caracteristica necesaria de los tratados, por supuesto, sino conscuencia de la reducción del concepto de democracia a formas vacias, de manera que «la infame máxima de los amos pueda ser obedecida sin demasiada interferencia».

Y así fue durante el tiempo que duró la negociación entre las partes hasta la firma del tratado. Los representantes colombianos esperanzados en que el papel de aliado estratégico de los Estados Unidos en la región serviría para ser tratados en consecuencia, se equivocaron de palmo a palmo. El gobierno terminó firmando lo que Estados Unidos exigió. Un tratado calcado de los otros, los firmados por Chile y Centro América. Una posición tan obsecuente como que es la estrategia gringa para imponer su agenda economíca y política, frente a la cual el gobierno colombiano cedió casi todo, como forma de garantizar el apoyo para sus planes de Iniciativa Andina y Plan Patriota. Lo cual convierte a Colombia de contera en la aliada privilegiada de los Estados Unidos en sus pretenciones contra Venezuela.

En esta situación no sólo nos dieron «arroz con trozos de pollo» sino tambien la mencionada totuma de dulce de papaya frente a la cual el bobo de mi pueblo exclamaba: «De lo bueno no dan tanto».

4. Nuestra mirada

El trabajo invisible de las mujeres en el hogar, soporta la estructura social básica. El cuidado y educación de los hijos que sigue estando mayoritariamente en cabeza de las mujeres, el cuidado de los enfermos, la preparación de los alimentos y los proyectos comunitarios, no son visibles porque permanecen ocultos dentro de la estructura patriarcal que lo considera obvio, lógico… natural.

Pero cuando este trabajo se visibiliza mercantilmente (y son de 4 a 6 horas lo que las mujeres emplean en el trabajo doméstico) vemos que las mujeres le dedican el 90% de sus ingresos al sostenimiento de otras personas (entre 3 y 4). 3.551.850 mujeres conforman la población ocupada en las 13 areas metropolitanas en el país. Una de cada tres flores que se vende en Estados Unidos proviene de Colombia y el 65% de los trabajadores en este sector son mujeres de cuya situción precaria no podría ocuparse estas consideraciones porque excede su intención. Más del 80% de las mujeres en Colombia recibe menos de dos salarios mínimos, siendo la mayoría de ellas cabeza de familia.

Si se tiene en cuenta que la ley 789/2002 agravó la situación laboral de estas mujeres porque redujo los salarios al aplicar las nuevas normas sobre horas extras, domingos y festivos; que las jornadas laborales se han alargado porque las mujeres buscan como completar los ingresos necesarios para el mantenimiento de sus familias; que el 60% de éstas trabaja en el sector informal, subcontratadas, subempleadas, o recibiendo pago por obra; que la llamada flexibilización laboral transgrede el espacio doméstico y lo convierte en campo de trabajo; que el acoso sexual es frecuente y a través de éste se imponen relaciones de poder; que los derechos de asociación están restringidos y los servicios sociales se han dejado bajo la responsabilidad de las mujeres, siendo excedidas muchas veces por la responsbilidad que éstos suponen, tendremos que concluir que las únicas razones que tenemos para celebrar hoy es el elogio de la lucha y la firmeza de las convicciones en la certeza de que podemos y debemos construir una sociedad donde quepamos todas(os).

* Lina Arregocés es profesora y coordinadora del proyecto Mujeres Colombianas en el exilio (Alemania).