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Una noche extraordinaria del Consejero Delegado de PRISA

Juan Luis Cebrián: «Las transiciones políticas se basan en el consenso y en la componenda»

Fuentes: Rebelión

El jueves 23 de marzo, en el ciclo Meditaciones sobre la libertad, que se celebra en la Casa de América de Madrid como homenaje a Francisco Ayala en su centenario, Juan Luis Cebrián habló de las revoluciones y las contrapuso, con claridad inesperada para algunos miembros del público, a los «simples procesos de transición política […]

El jueves 23 de marzo, en el ciclo Meditaciones sobre la libertad, que se celebra en la Casa de América de Madrid como homenaje a Francisco Ayala en su centenario, Juan Luis Cebrián habló de las revoluciones y las contrapuso, con claridad inesperada para algunos miembros del público, a los «simples procesos de transición política que aun siendo muy importantes no constituyen una ruptura con el pasado, antes bien, se basan en el consenso y en la componenda, en la absorción de antiguos regímenes y de sus protagonistas por parte de los sistemas emergentes». Señaló como «todo ejercicio del derecho comporta un acto represivo» y dijo que «la lucha por la libertad es más bien una lucha desde la libertad».

Aunque el consejero delegado de Prisa crítico a los «regímenes populistas que hoy pululan por los países en desarrollo» por mantener la «ensoñación revolucionaria de una sociedad sin clases», el tono de su discurso estuvo en varios momentos más cercano al de un militante anticapitalista que al de un consejero delegado. En sus reproches a quienes él calificó de líderes populistas se incluyó el hecho de que estos lideres no se «atreven a destruir el sistema». Dijo Juan Luis Cebrián cosas como que: «Desde Espartaco hasta nuestros días este derecho a la resistencia que hoy se manifiesta de forma tan espantosamente trágica en el Irak ocupado, forma parte del imaginario colectivo de todos los que se han levantado contra algún tipo de esclavitud». Lanzó una diatriba contra aquellos gobiernos que «mintieron con todo descaro para justificar una guerra ilegal que sólo ha causado destrucción y muerte» y añadió con extraño afán justiciero, «pero no por cierto la muerte del dictador al que se combatía». Con igual radicalismo, Cebrián dirigió sus críticas contra «muchos gabinetes europeos que permitieron el secuestro de ciudadanos por servicios extranjeros en su territorio», provocando que parte del auditorio se preguntase si tal vez el ex-director de El País tenía prohibido colaborar en ese periódico o si simplemente se autocensuraba cuando le llegaba el momento de escribir en él.

Lamentó el consejero delegado de Prisa que «las movilizaciones de la Sorbona se hagan ahora en nombre del derecho de todos a ser funcionarios del Estado», y quizá turbado él mismo por algunos fragmentos de su discurso, en un momento en que se refirió al economista Stuart Mill, comentó «para que no digan que bebo en textos de la izquierda»

Se mostró Cebrián preocupado por el exceso de poder de los medios de comunicación, y citó estas reveladoras palabras de Tocqueville: «Cuando un gran número de medios de comunicación consigue marchar en la misma línea su influencia es casi irresistible». Invitó a los ciudadanos a «defenderse de las manipulaciones» y recordó que «las nuevas tecnologías y la expansión de las comunicaciones permiten otra vez que los sueños proliferen». Con un estilo que algunos no dudarían en calificar de panfletario, dijo: «Las pateras son también un grito de libertad frente al azoramiento de los gobiernos» y se refirió al hecho de que «las sociedades desarrolladas se han vuelto temerosas, pequeñoburguesas, como diría un viejo marxista».

Después de haber evocado consignas del 68 tales como «el sueño es la realidad», «besa a tu amor sin dejar tu fusil» y «exagerar es comenzar a inventar», concluyó con un lenguaje cercano al libelo al recordar que «la libertad es también un bien escaso que conviene proteger frente a los mangantes, los aprovechados, los caraduras que pretenden utilizarlo en su exclusivo provecho».

Al término de su intervención, tal vez alentado por la impregnación libertaria del discurso del consejero delegado de Prisa, un miembro del público le preguntó si le parecía que la ceremonia en que el señor Uribe había celebrado las inversiones del grupo Prisa en Colombia habría podido convertirse también en una «fiesta de despedida» para los 1050 trabajadores despedidos por Radio Caracol cuando ya estaba bajo control de ese grupo. Cebrían respondió que ignoraba cuantos despedidos injusta o justamente había habido pero que lo que Uribe había agradecido era que «invirtiéramos con riesgo en un país como Colombia que no es atractivo para las inversiones internacionales habida cuenta de la mala imagen que se ha creado sobre el narcotráfico y la guerrilla».

En la siguiente intervención, un miembro del público tras felicitarle por su conferencia, «ha sido magnífica y es un canto a la libertad», recordó a Cebrían cómo en Colombia no había sin embargo libertad para los sindicalistas, pues se habían producido impunemente asesinatos y le preguntó si no pensaba que el grupo Prisa debería tener una actitud algo más crítica con estos hechos. «Yo creo», dijo Cebrián, «que Colombia es un país que vive una guerra civil que durante mucho tiempo no ha querido ser reconocida como tal por los diversos gobiernos colombianos». Cebrián se refirió a continuación a la situación de América Latina «muy difícil por desigualdades sociales verdaderamente inconcebibles. La democracia no ha conseguido responder a las demandas sociales y además no habido un crecimiento económico» en esa región. «La gente se siente desvinculada de la democracia y mira a soluciones populistas y autoritarias se llamen Chávez u Ollanta o se llamen como se llamen, porque hay una decepción por el mal uso que se ha hecho de las democracia por parte de las élites políticas, de los dirigentes y los intelectuales y los medios de comunicación de allí».

Cebrián comentó cómo su grupo trataba de que no fuera así y se refirió al hecho de que cuando Prisa había adquirido medios de comunicación en Bolivia había empezado a informar sobre Evo Morales. «Ustedes saben que Evo Morales, para nuestro asombro y no precisamente nuestra complacencia, declaró que había ganado las elecciones gracias al grupo Prisa. Nosotros no hemos apoyado a Evo Morales», dijo. «Cuando nosotros llegamos a Bolivia en los periódicos no existía Evo Morales, Evo Morales era capaz de sitiar la Paz y de convocar movimientos de masas formidables y no existía en los periódicos que Bolivia». Con claridad acaso oportunista denunció Cebrián que había «un pacto de silencio contra Evo Morales, nosotros empezamos a publicar que existía y entonces los otros medios se acordaron de que existía como lider polítco». Recordó a continuación que en España no podíamos dar lecciones de democracia pues «hemos procesado a Pinochet pero no hemos procesado a ningún franquista ni a Franco» y finalizó su respuesta con esta inesperada declaración de principios: «Estamos en América latina sabiendo que tenemos también que ser respetuosos, no queremos ser los nuevos conquistadores ni siquiera en nombre de la democracia», no sin a continuación referirse indirectamente al alto el fuego en el País Vasco en estos términos: «Colombia es un país con muchas dificultades y creo que el presidente Uribe está haciendo un esfuerzo considerable por acabar con la guerra civil y naturalmente acabar con una guerra civil exige concesiones parejas a las concesiones que vamos a tener que hacer aquí para acabar una situación de terrorismo e inestabilidad en el País Vasco».

La siguiente pregunta se le formuló de este modo: «Usted menciona en el informe de Prisa de año 2005 que a veces la inversión extranjera de los medios de comunicación se encuentra con desconsiderados obstáculos, ¿califica a los trabajadores despedidos de Radio Caracol de desconsiderados o simplemente de obstáculos?» Cebrián recordó al joven que había preguntado que no todos los trabajadores son buenos, «hay trabajadores muy malos también», dijo, y añadió: «la condición de trabajador no significa que ese trabajador trabaje bien o sea puntual». Aclaró a continuación que «los obstáculos a los que me refería eran legislativos y políticos a la inversión extranjera» y en ese momento puso quizá la única nota de realismo en esa noche extraordinaria al señalar que esos obstáculos legislativos y políticos «no existen por cierto en Colombia».

Con gran modestia añadió: «Ignoro y me voy a enterar desde luego al salir de esta conferencia de cuál es la situación de cuáles y cuántos y cómo han sido despedido en Radio Caracol en Colombia y quedo a su disposición», comentando por último que los despidos se hacían en bien de la independencia de los medios pues ésta independencia exige «que sean independientes económicamente».

La alusión a la independencia motivó la siguiente pregunta en la cual se le recordó cómo en otra ocasión al ser preguntado por los anuncios de clasificados en un medio como el País, él los había defendido apelando a la conveniencia de regular la prostitución: «¿No cree que es distinto regular de sacar dinero de ella, porque en este caso el dinero para la independencia económica se obtiene de la prostitución que paga los anuncios clasificados?». Cebrián mantuvo por el contrario que estos anuncios y la regulación contribuían a «proteger o garantizar la autodeterminación de las mujeres» y dijo que según la argumentación de quien le había preguntado, «la Iglesia católica publica el semanario dedicado a la vida católica en el ABC gracias al dinero de las prostitutas que ponen en el ABC los mismos anuncios que en el País», si bien Cebrián consideró que era esa una argumentación «arbitrista».

Un miembro del público que dijo tener sesenta años y ser medio año más joven que Cebrián dedujo que las personas que se habían interesado por la relación entre las inversiones de Prisa en Colombia y la posible parcialidad en la información eran colombianas pese a no tener ningún acento, y se dirigió a ellas para explicarles que Juan Luis Cebrián era un gran luchador por la libertad que había pasado junto con Polanco una noche en la cárcel por voluntad del Partido Popular. No obstante Cebrián aclaró que sólo habían querido hacerles pasar más de una noche en la cárcel pero que no lo habían conseguido. El acto se cerró con una pregunta de Luis García Montero: «Cuando la prensa institucionaliza la mentira ¿qué hacemos ella? ¿se pueden generar leyes para exigir veracidad, lo que podría conducir a la censura, o tenemos que acostumbrarnos a que se institucionalice la mentira? ¿Es posible una alternativa interna no ya de los individuos sino de los propios medios, sería posible hacer alguna hoja de ruta o alguna mesa social donde los periodistas y ciudadanas demócratas facilitaran la vuelta a la verdad y a la democracia?

Cebrián compartió la preocupación señalando «hasta qué punto la manipulación del lenguaje no inocente es capaz de instaurar mentiras» y se refirió a cómo la existencia de armas de destrucción masiva en Irak había sido «una fabulosa mentira hecha a medias entre los medios de comunicación y los gobiernos», no obstante, y aunque no habían dado las doce, las soflamas del consejero delegado regresaron a su estado original cuando éste concluyó que si bien en España la cadena de radio de la Iglesia se dedica a mentir, en general los medios son buenos y no necesitan ningún control pues están hechos por profesionales y el autocontrol es suficiente.

Todo lo aquí relatado se puede ver en: http://www.casamerica.es/programacion/tv_internetDi.jsp
en Corte 03

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