Los ecosistemas Antárticos se encuentran en un estado de incertidumbre, debido a efectos antrópicos tales como la bio-prospección, el turismo, el calentamiento global y la pesca ilegal. Estas preocupaciones han sido abordadas por diversas organizaciones y convenciones a nivel internacional, como la Comisión para la Conservación de los Recursos Vivos Antárticos (CCRVMA), el Instituto Chileno […]
Los ecosistemas Antárticos se encuentran en un estado de incertidumbre, debido a efectos antrópicos tales como la bio-prospección, el turismo, el calentamiento global y la pesca ilegal. Estas preocupaciones han sido abordadas por diversas organizaciones y convenciones a nivel internacional, como la Comisión para la Conservación de los Recursos Vivos Antárticos (CCRVMA), el Instituto Chileno Antártico (INACH), el Centro de Conservación Cetácea (CCC), el Instituto de Conservación de Ballenas (ICB) y el Comité Científico sobre la Investigación Antártica (SCAR), entre muchas otras. A través de estas instancias se ha podido reconocer cuáles son los aspectos más sensibles y prioritarios en la Antártica, uno de los pocos ecosistemas con escasa intervención humana, al menos hasta ahora.
Es así como la Coalición Antártica y del Océano Austral (ASOC) ha denunciado en múltiples ocasiones las actividades extractivas que se desarrollan en aguas antárticas, muchas veces al margen de la ley, como es el caso de la pesca ilegal de bacalao de profundidad que persiste a pesar de la reprobación internacional. Según afirma ASOC, las normas que regulan la pesca en estas aguas son difíciles de implementar debido a la dificultad de patrullar áreas tan extensas del Océano Austral. Además existen problemas jurisdiccionales ya que la CCRVMA tan sólo cuenta con la adhesión de 24 países miembros y por lo tanto legalmente obligados a cumplir con su normativa. En este contexto, muchas de las embarcaciones que operan sobre este recurso se amparan en banderas de conveniencia, es decir, de aquellos países que no son miembros de la convención y no ejercen un adecuado control sobre las actividades de sus buques. Esta situación favorece la pesca ilegal y no reglamentada.
Una de las propuestas de ASOC, orientada a erradicar la pesca ilegal de bacalao, ha sido la puesta en marcha de un sistema centralizado de seguimiento de buques (cada embarcación emite una señal sobre su posicionamiento que es recibida por la Secretaría de la CCRVMA). Este sistema se estableció en el 2005, aunque aún de manera parcial. ASOC también ha planteado la posibilidad de aplicar barreras y sanciones económicas y comerciales contra los países que amparan la pesca ilegal, mejorar la fiscalización en los puntos de desembarque y perfeccionar los sistemas de certificación de productos pesqueros. Otra medida importante es el establecimiento de «listas negras» de buques ilegales. Algunas de estas medidas se están implementando, pero los progresos son muy lentos.
La instauración de listas negras de buques ya ha sido adoptada por algunas organizaciones, sobre todo en el ámbito de controles portuarios y seguridad marítima. Es así como el Memorando de Acuerdo de Paris (Paris, MOU) engloba a 22 administraciones marítimas y establece la práctica de realizar inspecciones de buques en aguas norteamericanas y europeas para evaluar las condiciones mínimas de seguridad y prevención de la contaminación marina, además de las condiciones de vida y trabajo de la tripulación a bordo. Aquellas embarcaciones que no cumplen con los estándares mínimos para operar pasan a formar parte de una lista negra de buques proscritos que no pueden ingresar a los puertos de los países firmantes de este MOU. Estas inspecciones también permiten catalogar los niveles de seguridad de los buques en función de su bandera, existiendo las listas negras, gris y blanca, de menor a mayor calidad. Actualmente existen iniciativas aún incipientes para aplicar el modelo de cooperación del MOU de Paris al ámbito pesquero.
Por su parte, la CCRVMA fue suscrita en el marco del Tratado Antártico en Australia, 1980. Su ámbito de acción incluye la zona situada al sur de los 60º de latitud Sur. Chile desarrolla una importante pesquería de bacalao de profundidad en el área de competencia de la CCRVMA Esta convención cada año establece cuotas de captura para esta especie, pero debido a la alta rentabilidad de la pesquería y la incidencia de la pesca ilegal, estas cuotas resultan de escasa operatividad. La CCRVMA ha estimado que las capturas ilegales rondarían el 50% de las capturas totales. En el año 2003, la CCRVMA estableció una lista negra, cuyo objetivo es incluir a las embarcaciones que operan en forma ilegal dentro del área de aplicación de esta convención. En la actualidad esta lista contiene buques con banderas de conveniencia, pero también algunos buques registrados en países miembros de la CCRVMA, entre ellos Rusia y Uruguay. Además, la CCRVMA ha instaurado un «Sistema de Documentación de Capturas (Catch Documentation Scheme- CDS), cuyo objetivo es hacer un seguimiento de las capturas de bacalao de profundidad, sus desembarques, exportaciones e importaciones, de manera que todos los países suscritos fiscalicen que toda la captura ingresada a su territorio cumpla con las cuotas de captura y otras normas establecidas por la CCRVMA.
La captura de bacalao de profundidad, tiene además efectos perjudiciales sobre varias especies de aves marinas, tales como albatros y petreles, que mueren al ser capturadas incidentalmente en las operaciones de esta pesquería. Según estimaciones de la ASOC, en los últimos años han muerto alrededor de 500.000 aves por efecto de la extracción de bacalao de profundidad, incluyendo varias especies de albatros que en la actualidad se encuentran en peligro de extinción. Si bien la CCRVMA ha desarrollado medidas mitigadoras para evitar la captura incidental de aves marinas, éstas tan sólo son aplicadas por los operadores legales. Los pescadores ilegales continúan amenazando la supervivencia de estas magníficas aves al operar al margen de la ley.
Juan José Valenzuela, biólogo marino
Oceana, oficina para América Latina y la Antártida