Del 1 al 9 de julio se va a celebrar en Valencia el «V Encuentro Mundial de las Familias», la estrella invitada será el Papa de Roma, también conocido como Josep Ratzinger, el cual tras su paso por las Juventudes Hitlerianas se ordenó sacerdote, tras una rápida ascensión en la jerarquía de la Iglesia Católica, […]
Del 1 al 9 de julio se va a celebrar en Valencia el «V Encuentro Mundial de las Familias», la estrella invitada será el Papa de Roma, también conocido como Josep Ratzinger, el cual tras su paso por las Juventudes Hitlerianas se ordenó sacerdote, tras una rápida ascensión en la jerarquía de la Iglesia Católica, en 1981 Juan Pablo II le designó prefecto de la Inquisición Universal, hoy llamada Congregación para la Doctrina de la Fe. Este Papa se ha destacado por su persecución a los teólogos de la teología de la liberación latinoamericana, los homosexualidad, por condenar el uso del preservativo para impedir el avance del SIDA, por impedir que la mujer tenga igualdad de derechos en la Iglesia y presionar a los sacerdotes asiáticos que veían las religiones no cristianas como parte del «plan de Dios para la humanidad».
Ante la llegada de un personaje con un ideario «pre-constitucional» el Presidente de la Generalitat Valenciana ha declarado que esta institución «no reparará en gastos», se prevé invertir 20 millones de euros, lo que ha hecho temblar a muchos contribuyentes de esta autonomía ya que es la que acumula mayor endeudamiento por habitante.
Con el fin de que el encuentro familiar sea todo un éxito están montando un macro altar en la Ciudad de las Ciencias, con la esperanza que la misa sea retransmitida por las televisiones y los ciudadanos de todo el mundo puedan ver que Valencia es una ciudad moderna. Curioso contraste unos señores con unos mensajes feudales frente a la post-modernista ciudad de las ciencias.
Para conseguir el anterior efecto, la organización conjuntamente con el Ayuntamiento de Valencia y Generalitat Valenciana (ambas en manos de la derecha) no han tenido mejor idea que montar el escenario encima de un puente por el que circula una de las principales vías de esta ciudad utilizado por unos 140.000 vehículos diarios más multitud de peatones. El puente va a estar cerrado, al menos, dos meses, para montar y desmontar el fastuoso altar. Además están destruyendo una parte del Jardín del Turia, a lo que la alcaldesa, Rita Barberá, manifestó: «no quiero ni pensar lo bonitos que estarán cuando los repongamos», bonita idea revolucionaria: destruir para crear.
Siguiendo con las declaraciones de la Alcaldesa, justifica todas las penalidades de los ciudadanos por que el Papa de Roma es el personaje más importante en la política internacional, puso como ejemplo al anterior Papa que, según ella, fue el que derribó el Muro de Berlín.
Conforme los anteriores criterios, ¿nos financiarían las anteriores instituciones y nos permitirían cortar el mismo puente dos meses para homenajear a Stalin por haber acabado con el nazismo? Sin ir tan lejos ¿Permitirían cualquier tipo de manifestación que cortara dos meses una arteria vital para la circulación urbana?
Desde la derecha y los seguidores del Papa nos piden respeto, por pura reciprocidad tendríamos que tener el mismo respeto a este encuentro como el que ha tenido la derecha de esta ciudad con las fosas comunes donde se enterraron a las víctimas de la represión franquista de la que, por cierto, fue cómplice la Iglesia Católica.