El Tribunal Supremo acaba de sentenciar la anulación de la orden que prohibía la discriminación, por razones de sexo, en los colegios concertados. La antedicha orden buscaba proteger el artículo 14 de la Constitución, que asegura la igualdad de sexos en el acesso a los centros públicos y concertados. Ya en el año 2000, el […]
El Tribunal Supremo acaba de sentenciar la anulación de la orden que prohibía la discriminación, por razones de sexo, en los colegios concertados. La antedicha orden buscaba proteger el artículo 14 de la Constitución, que asegura la igualdad de sexos en el acesso a los centros públicos y concertados.
Ya en el año 2000, el colegio del Opus Dei Altair, de Sevilla, fue sancionado por discriminar el acceso de chicas a su centro. Pues el Tribunal ha anulado dicha orden y dicha sanción. Es decir, que con dinero público, de nuestros impuestos, estamos financiando la discriminación sexual que se realiza en muchos centros concertados, la mayoría de inspiración católica.
En Altair han justificado la sentencia (y su anterior petición) alegando que chicos y chicas «aprenden de distinto modo, por la distinta configuración natural de ambos sexos». Ante esto opinamos:
a) Los que conocemos el Opus Dei sabemos que ésta no es la verdadera razón de su discriminación, sino un subterfugio «a posteriori» para continuar con la misma. La verdadera razón es su creencia de que se debe mantener separados los sexos porque «la tentación distrae en el proceso de aprendizaje»; así me lo dijeron a mí cuando yo estuve en Altair. Aparte de que en el Opus no sólo separan hombres y mujeres en los colegios sino en todo: en sus retiros, «encuentros formativos y espirituales», organización de las prelatura, colegios mayores, comunidades de numerarios de la Obra, etc. Supongo que las mujeres y hombres adultos también deben tener distintos modo de acceso a la experiencia religiosa «por la distinta configuración de sus cerebros».
b) Por la antedicha razón, también se debería separar por clases sociales y económicas, pues pobres y ricos «tampoco aprenden igual»: sus tremendamente distintas oportunidades para el estudio, la cultura, el clima intelectual en general, son objetivamente más causa de diferenciación en el aprendizaje, que el sexo. Asimismo, habría que separar alumnos nacionales e inmigrantes, alumnos de diferentes idiomas, etc.
c) Quien crea en la discriminación sexual (aún en el siglo XXI) que haga lo que quiera en las empresas de su propiedad, pero que no tengan el descaro de acogerse al concierto con fondos públicos.
Me sienta francamente mal estar pagando con mis impuestos la discriminación sexual y el fomento de «teorías pedagógicas» que no se creen ni ellos, y que sólo sirven para perpetuar la desigualdad social de épocas pasadas, ya felizmente superada en casi todos los tejidos sociales, excepto algunos recónditos lugares «supuestamente religiosos». Entrecomillo la última expresión porque con el verdadero espíritu del cristianismo habría que decir: «LO QUE DIOS HA UNIDO, QUE NO LO SEPARE EL OPUS».
http://www.enfoca.es/2006/06/colegios-concertados-contra-la.html