El agua es uno de los ingredientes fundamentales para hacer posible el envío de un millón de barriles de 159 litros de petróleo diarios desde las arenas alquitranadas de la meridional provincia canadiense de Alberta hasta Estados Unidos y otros mercados. Increíbles cantidades del líquido han sido empleadas hasta ahora, y se necesitarán mucho más […]
El agua es uno de los ingredientes fundamentales para hacer posible el envío de un millón de barriles de 159 litros de petróleo diarios desde las arenas alquitranadas de la meridional provincia canadiense de Alberta hasta Estados Unidos y otros mercados.
Increíbles cantidades del líquido han sido empleadas hasta ahora, y se necesitarán mucho más para triplicar la producción en los próximos 15 años, como se prevé.
Canadá es una tierra de lagos y ríos de agua fresca. El río Athabasca nace en los glaciares del Parque Nacional Jasper de Alberta, y corre 1.538 kilómetros a través de la región de arenas alquitranadas –o petroleras– para finalmente desembocar en el Lago Athabasca, en el Parque Nacional Wood Buffalo.
Se trata de uno de los más largos ríos sin represas ni diques de América del Norte, y también de los más hermosos.
Para extraer petróleo de las millones de toneladas de arenas alquitranadas de Alberta se necesita una cantidad superior de agua.
Una vez que la arena es extraída, es prensada y luego tratada con agua y soda cáustica para convertirla en un líquido que luego es transportado por ductos, a veces varios kilómetros, hasta una planta.
Una vez allí, se añade agua mucho más caliente, se agita el producto y se extrae el betún que surge en la superficie. Esta sustancia es mucho más espesa que el tradicional petróleo, por lo que debe ser sometido a un nuevo proceso de mezcla que lo convierte en crudo sintético liviano.
Cada metro cúbico (1.000 litros) de petróleo producido por este método requiere entre dos y 4,5 metros cúbicos de agua. Un millón de barriles diarios de petróleo necesita, por lo tanto, entre dos y 4,5 millones de barriles de agua al día.
La mayor parte de esta agua procede del río Athabasca. Las operaciones ya en marcha en las arenas petroleras y las que han sido aprobadas recibieron autorización para la extracción de 349 millones de metros cúbicos de agua anuales por los próximos 40 años o más.
Los proyectos previstos con las arenas alquitranadas incrementarán el uso de agua en Canadá a 529 millones de metros cúbicos al año, según un informe del ambientalista Instituto Pembina, con sede en Calgary, Alberta.
Por comparación, el uso del agua en Israel es de unos 50 metros cúbicos por persona al año, mientras que el promedio de Canadá es de 125.
Aunque eso parece una gran cantidad de agua, la industria petrolera tomará apenas tres por ciento del caudal del río, aseguró el vicepresidente de la Asociación Canadiense de Productores de Petróleo, Greg Stringham.
Sin embargo, las mediciones del caudal empleadas por los industriales fueron hechas hace muchos años atrás, dijo Dan Woynillowicz, del Instituto Pembina
Si prevalecen las condiciones de sequía en Canadá, como se prevé a causa del cambio climático, existen riesgos de que el río Athabasca y algunos pantanos de la zona se sequen en el próximo otoño boreal, alertó Woynillowicz.
Gran parte de la provincia ha sufrido una prolongada sequía, y es poco probable que esta situación cambie debido al recalentamiento planetario, señaló por su parte David Schindler, ecologista de la Universidad de Alberta.
Los niveles de agua en los ríos han caído hasta 84 por ciento en los últimos 100 años, según el experto. Futuras sequías empeorarán la situación, por lo que Schindler recomendó tomar medidas para frenar el crecimiento industrial y poblacional, y así prevenir una escasez de agua.
El ministro de Ambiente de Alberta, Guy Boutilier, reconoció que la provincia tiene problemas de agua e instó a los residentes a administrar mejor el recurso.
Los productores de petróleo utilizan la misma agua varias veces e intentan adoptar una nueva técnica, el Drenaje de Gravedad Asistida con Vapor, también llamada «in situ», que utiliza menos líquido, señaló Stringham.
Más de 90 por ciento de la arena alquitranada en una vasta región de 140.000 kilómetros cuadrados está demasiado profunda como para hacer minería desde la superficie.
La minería «in situ» se basa en la realización de perforaciones en la arena, en las que se inyecta vapor para derretir el alquitrán o el betún, luego extraído a la superficie.
Muchas compañías están usando esta nueva técnica, aunque es más cara que la tradicional.
Y, si bien emplea menos agua, genera mayores cantidades de desechos, alertó Woynillowicz.
La operación asistida por vapor de la compañía EnCana en Foster Creek volcará 48 millones de metros cúbicos de sedimento en pozos profundos y enviará 260.000 toneladas de desechos a vertederos en los próximos 20 años, según el Instituto Pembina.
Esos vertederos son por lo general construidos en la zona de operaciones para minimizar los costos de transporte.
Aunque la minería «in situ» no destruye grandes áreas de bosques y pantanos, sí las fragmenta, porque «crea una gran telaraña de carreteras, cañerías, plataformas de perforación, líneas sísmicas y pozos de exploración», explicó Woynillowicz.
Y nadie sabe cuáles serán los impactos de esta nueva tecnología, añadió.
«Lo que sabemos es que el proceso es increíblemente intensivo en materia de energía y produce una gran cantidad de gases invernadero», causantes del cambio climático según la mayoría de los científicos, indicó.
* Este artículo es parte de una serie de informes especiales sobre los impactos ambientales de la minería en las arenas petroleras en Canadá.