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Un libro desvela el nombre de miles de españoles enviados a campos de concentración nazis

Fuentes: Efe

El camino trágico de miles de ciudadanos españoles que tras la guerra civil huyeron a Francia, donde lucharon contra el nazismo hasta ser deportados a campos del III Reich como Mauthausen, Dachau o Büchenwald, aparece documentado en un libro memorial que recopila, por provincias, 8.700 nombres. «Afrontar la dimensión real de aquellos hechos que son […]

El camino trágico de miles de ciudadanos españoles que tras la guerra civil huyeron a Francia, donde lucharon contra el nazismo hasta ser deportados a campos del III Reich como Mauthausen, Dachau o Büchenwald, aparece documentado en un libro memorial que recopila, por provincias, 8.700 nombres.

«Afrontar la dimensión real de aquellos hechos que son parte de nuestra historia común con otros países europeos, hasta encontrar a las personas que los padecieron, era una tarea obligada con esa parcela del pasado ausente del ámbito académico español», señala el subdirector general de Archivos Estatales, Jose Ramón Cruz Mundet.

La obra nace de la investigación desplegada para crear el Archivo Virtual de la Memoria, un empeño especial de la ministra de Cultura, Carmen Calvo, para recoger, con ayuda de instituciones europeas, voces y testimonios de la doliente España de esos años, según ha señalado Rogelio Blanco, director general del Libro, Archivos y Bibliotecas.

< Blanco rememoró el drama vivido por esos luchadores contra el fascismo que deambularon en la peor de las desesperanzas, "últimos errabundos sin alma ni pena, sin referencia, espacio, ni acogida", a los que la España de la dictadura ignoró. Otros perdieron la patria, pero ellos perdieron además "la matria nutricia y protectora, quedando fuera de ese sentido que cobra una patria cuando ejerce su labor". «Quien tenga conciencia, cuando la documentación esté en Internet podrá participar en esa preocupación de unos españoles hacia otros para saber qué pasó, ampliar, corregir y mejorar el archivo, ya que la memoria no olvida y el mejor comportamiento ético con los vencidos es el recuerdo», añadió Blanco. Los investigadores Benito Bermejo y Sandra Checa presentaron el pasado mes en Cuenca esta obra, que allí mismo empezó a cobrar vida cuando una joven reportera buscó su pueblo y comprobó estremecida que su desaparecido tío abuelo figuraba en la lista. El libro consta de cerca de 500 páginas con nombres de deportados, su itinerario y datos (fechas de nacimiento y muerte, nombre del campo y número de prisionero), en listados organizados por su origen geográfico. Es fruto de investigaciones en más de 30 archivos de Europa y Estados Unidos. La experiencia de españoles en campos nazis fue especialmente trágica por su altísimo índice de mortalidad, aproximadamente del 60%, algo mayor que para el conjunto de los franceses deportados, dadas las duras condiciones del campo de Mauthausen (Austria) entre 1940 y 1942, que conocieron el 80% de quienes aparecen en el Memorial. Dachau, Büchenwald, Ravensbrück, Auschwitz Birkenau, Neuengamme, Schsenhausen o Gusen son algunos otros lugares del horror registrados, y es que prácticamente por todos aquellos campos de la muerte pasaron en algún momento presos españoles, un hecho que 20 años después de su liberación en 1945, seguía siendo desconocido en España. Ramiro Santisteban, presidente de la Federación Española de Deportados e Internados Políticos, evoca en un prefacio la «sed de libertad» que llevaron «a todos los rincones de Europa» aquellos hombres y mujeres, luchando a veces a costa de su vida, en la Resistencia, en el Ejército o en la Legión extranjera. «El nazismo se topó con nosotros en suelo francés y nos consideró un colectivo peligroso para sus fines, por eso no es casualidad que ya en 1940 más de 7.000 republicanos españoles fuéramos deportados a campos nazis. Se nos marcó con el triángulo azul como apátridas -recuerda- y Franco no se dignó reconocernos como ciudadanos». Santisteban llegó el 6 de agosto de 1940 a Mauthausen, con 17 años, y de aquel lugar recuerda aún los duros trabajos en la cantera y cómo vio morir a muchos compañeros. En 1945 sólo unos 2.000 volvieron a Francia que, esta vez sí, se convirtió en tierra de asilo «para quienes nos sentíamos desposeídos de nuestra ciudadanía de origen», escribe, y destaca la entrega que hizo falta para que él y sus colegas lograsen enviar una carta a cada familia en España de sus compañeros muertos. Un índice onomástico cierra el volumen, que se abre con una carta manuscrita de Virtudes Domínguez, desgarrada en 1964 por la falta de noticias de su hijo, Manuel Berja, «que había cruzado la frontera en febrero de 1939», pues no sabía que el joven había perecido en uno de esos campos del horror. Es sólo uno entre los miles de dramas vitales que se encuentran detrás de los nombres recogidos en este documento, que intenta sacar del anonimato y devolver el derecho a ser recordados a esos ciudadanos, víctimas de sus ideales democráticos.