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Del egociudadano al ecociudadano. Hacia la democracia ecociudadana

Fuentes: Ecoportal.net

Desde el punto de vista fonético bastaría reemplazar la «g» de la palabra «egociudadano» para convertirla en la palabra que sintetiza el ciudadano del cual habla la Constitución Bolivariana. Pareciera fácil hacerlo de esa manera, pero resulta más complicado obtenerlo en la realidad. En efecto, los significados profundos de estas dos palabras son diametralmente opuestos. […]

Desde el punto de vista fonético bastaría reemplazar la «g» de la palabra «egociudadano» para convertirla en la palabra que sintetiza el ciudadano del cual habla la Constitución Bolivariana. Pareciera fácil hacerlo de esa manera, pero resulta más complicado obtenerlo en la realidad. En efecto, los significados profundos de estas dos palabras son diametralmente opuestos. La lucha en torno a la defensa del ambiente liga la acción de cada uno, integra el papel cotidiano del individuo, exige su responsabilidad en un contexto más global. La cultura es el cimiento que ensambla los elementos dispersos de un mundo que se nos ha enseñado fragmentado. La cultura ecociudadana es bien comprender para actuar mejor.

La gente no se equivocó ni se equivoca considerando a la ecología política como un potente instrumento para comprender el mundo actual y para actuar sobre éste. Pero ¿Qué espera la gente? ¿Qué puede aportarle una educación que permitirá comprender ese mundo fragmentado, si la puede recibir en el hogar, en las escuelas, en las Universidades, en los medios de comunicación y en las empresas? Pienso que el público comprendió globalmente los grandes problemas ambientales actuales. Ha vivido catástrofes y siente las catástrofes inminentes, lo que se debería hacer ahora es ayudar a pasar de la emoción a la responsabilidad. Emoción y responsabilidad son dos palabras que debemos utilizar muy a menudo en todas partes. Humberto Maturana dice «Por esto mismo mantengo que no hay acción humana sin una emoción que la funde como tal y la haga posible como acto… Finalmente, no es la razón lo que nos lleva a la acción sino la emoción.»

Cuando hablamos de ecología política, decimos que hay que ayudar a la gente a pasar de la emoción a la responsabilidad, de la reacción afectiva a la acción con razón, y yo agregaría que hay que ayudarlos a superar el paso del estatus de «egociudadano» al de «ecociudadano». El egociudadano, soy yo, solo aislado, egoísta. El ecociudadano es cada uno para todos, es aquel que comprende los grandes problemas ambientales y entiende que lo que está en juego es la propia vida y actúa de una manera solidaria, fraterna y complementaria a la conquista de un ambiente más equilibrado y mejor para todos sin excepción, puesto que todos vamos en el mismo barco que pudiera hundirse. Esta nueva visión nos ayuda a entender adecuadamente lo que significa el Desarrollo Sustentable que debemos impulsar en la Venezuela de hoy.

El pueblo venezolano aprobó y defendió la Constitución Bolivariana donde además de la obligatoriedad de la educación ambiental, se condensan las grandes preocupaciones ambientales de la humanidad. La concreción de los deberes y derechos ambientales, nos obliga a hacer todo lo posible para lograr la gestación del ECOCIUDADANO VENEZOLANO que exige la República Bolivariana de Venezuela. Esta gran tarea de todos por el ambiente y el futuro del planeta puede avanzar con la ayuda de un amplio movimiento de ecociudadanos venezolanos que impulse a nivel de los Consejos Comunales la organización y la participación alrededor de los problemas ambientales locales y globales. Además, los ecociudadanos deberán proponer políticas de consenso aceptables por la gran mayoría de los venezolanos.

(*) Embajador de la República Bolivariana de Venezuela en Canadá.