Mucho se habla y escribe en España sobre el «problema» de la inmigración. Tal vez sea bueno desvirtuar algunos esquemas. Dos de los principales motores de la economía española son el turismo y la construcción. En ambos, la inmensa mayoría de sus trabajadores son inmigrantes. Si por arte de magia volvieran a sus países de […]
Mucho se habla y escribe en España sobre el «problema» de la inmigración. Tal vez sea bueno desvirtuar algunos esquemas.
Dos de los principales motores de la economía española son el turismo y la construcción. En ambos, la inmensa mayoría de sus trabajadores son inmigrantes. Si por arte de magia volvieran a sus países de origen sólo los que han llegado en los últimos 10 años, España colapsaría y entraría en un verdadero caos político y social.
Esto lo tiene muy claro la clase dirigente (económica y/o política). Por eso tanto el gobierno anterior de Aznar como el actual de Zapatero toleran a los inmigrantes ilegales. Es cierto que cada tanto expulsan a alguien, pero la proporción es ínfima y parece que es sólo para «la foto». Está claro que si cualquiera de ambos gobiernos hubiera tenido la voluntad política de perseguir a esos inmigrantes, en Lanzarote habrían llenado varias «guaguas» en un par de horas.
Aznar favorecía más directamente a las empresas, pues éstas no pagaban la Seguridad Social de los trabajadores «ilegales». En cambio Zapatero, con su última regularización, trató de mejorar la recaudación; más que resolver definitivamente el problema de residencia permanente a esas personas.
Se dice que los inmigrantes provocan el caos en el sistema de salud. Lo que no se dice con tanto énfasis, es que el estado percibe mucho más de lo que devuelve.
Un empresario me daba unas cifras que podrán mejorarse en más o en menos pero marcan un perfil. Las empresas de la construcción aportan a la seguridad social unos 420 € mensuales, por cada trabajador, contando ambos aportes. Si consideramos los aportes como anualidades de capitalización, un inmigrante genera a lo largo de 35 años de trabajo (adjudicamos una edad promedio de 30 años ) alrededor de 600.000 € y si vive 15 años más, cuando se jubila recibirá unos 180.000 € (suponemos un cobro de 1000 € mensuales). La diferencia y los intereses sobre los saldos van para el estado. ¿Qué tal?
Dos responsables de sanidad, de lugares tan distintos como Tenerife y Madrid, coincidieron casi en un 100%, en sendos reportajes radiales de dos emisoras distintas. Dijeron que los inmigrantes son jóvenes, en su mayoría sanos; donde las enfermedades que padecen, son en gran medida debido a las condiciones de trabajo, por ejemplo problemas osteoarticulares. Casi no consumen a la salud pública. Van cuando se hacen un corte o un fractura. Tampoco los inmigrantes suponen un factor especial de riesgo, de posibles contagios. Pués los pocos que vienen con alguna enfermedad contagiosa, no pueden transmitirla aquí, porque faltan los vectores para ello. Es decir no existen en España los insectos específicos para dicho transporte y tanpoco se dan las paupérrimas condiciones de salubridad como en las favelas de Brasil, las villasmiserias de Argentina o los asentamientos de Uruguay, donde es más probable transmitir enfermedades como la hepatitis. En este plano, algunos partidos interesados en distraer a la opinión pública de los verdaderos desmanes que ellos mismos están provocando en la economía canaria, «alertan» sobre el aumento de la inmigración y las» enfermedades» que ésta traería.
Sin embargo anotamos dos circunstancias que vale la pena tener presente: 1) España es un país netamente turístico. En un año es atravesada por millones de turistas y si bien es cierto se presume que en su mayoría son sanos, también es cierto que en esa cantidad debe haber de todo. Los españoles no se contagian porque tienen una buena cobertura de salud y están en general, con buenas defensas ante los posibles contagios. 2) Se comenta muy poco, el «turismo sexual» que muchos españolitos realizan durante los «puentes» hacia Tailandia o Malasia. Nada se dice de esos vuelos charter donde seguro, aparecen enormes posibilidades de contagio a sus esposas, amigas, o prostitutas en España.etc.
Además de los aportes a la seguridad social, los inmigrantes contribuyen a desarrollar el comercio y la industria y por ende a mantener fuentes de trabajo o incluso a crearlo.
El inmigrante devuelve a la sociedad casi todo lo que gana. Es muy poco lo que algunos pueden enviar a sus países de orígen. Consumen alimentos, se visten, utilizan servicios, compran electrodomésticos, gastan en transporte o compran combustible, pagan alquileres o hipotecas, compran coches, etc,etc. A su vez todos estos gastos ya tienen un impuesto al valor agregado.
Pensamos que los españoles y los canarios en especial deberían exigir a su gobierno central que éste devuelva en inversiones a la salud y a la educación, bastante más de lo asignado, para que no se produzcan algunas deficiencias por el aumento de la población.
De alguna forma tanto los canarios como los inmigrantes, pagan el desarrollo de la España actual. Lo lógico y deseado sería que ambos grupos enfilaran sus quejas hacia el mismo objetivo, o sea al gobierno central y también al autonómico.