El documento tiene por objetivo ofrecer un recurso de información a movimientos sociales, organizaciones de la sociedad civil, representantes electos y grupos y personas preocupados por la situación de las negociaciones de la Ronda de Doha Introducción El colapso de las negociaciones en la Ronda de Doha de la Organización Mundial del Comercio (OMC) no […]
El documento tiene por objetivo ofrecer un recurso de información a movimientos sociales, organizaciones de la sociedad civil, representantes electos y grupos y personas preocupados por la situación de las negociaciones de la Ronda de Doha
Introducción
El colapso de las negociaciones en la Ronda de Doha de la Organización Mundial del Comercio (OMC) no es más que una buena noticia para los pueblos del mundo. A pesar de los esfuerzos que han hecho algunas delegaciones para «salvar» la Ronda de Doha, las conversaciones de la reunión mini-Ministerial que estaba prevista entre el 29 de junio y el 2 de julio tampoco fueron fructíferas. Los países en desarrollo se mantuvieron firmes en sus posiciones y no cedieron a las demandas de los países desarrollados de proporcionar mayor acceso a los mercados agrícolas, de la pesca, la industria y los servicios, sosteniendo que los países desarrollados deben primero honrar sus compromisos largamente incumplidos de reducir los subsidios que distorsionan el comercio y promover un ambiente de negociación más equilibrado y equitativo dentro de la OMC.
Este documento intenta resumir las diferentes posiciones de los gobiernos en las negociaciones de la OMC desde la Conferencia Ministerial de Hong Kong. Está basado y se nutre de los aportes de análisis realizados por organizaciones de investigación en políticas, movimientos sociales y coaliciones de la sociedad civil que monitorean la OMC (ver la sección Referencias por más detalle). El documento tiene por objetivo ofrecer un recurso de información a los movimientos sociales, las organizaciones de la sociedad civil, los representantes electos y los grupos y personas preocupados por la situación de las negociaciones de la Ronda de Doha en este momento. Describe algunos de los acontecimientos importantes en general y proporciona un resumen de los problemas claves en las negociaciones sobre agricultura, AMNA y servicios.
El centro de atención de las negociaciones en la reunión que colapsó recientemente fue un «triángulo» de temas compuesto por el acceso al mercado en agricultura; la ayuda interna en agricultura, y el acceso al mercado de productos no agrícolas (AMNA o NAMA por sus siglas en inglés). En particular, la presión se concentró en que la Unión Europea (UE) mejorara su oferta en el tema de acceso al mercado agrícola, que Estados Unidos (EE.UU.) mejorara su oferta de reducir su ayuda interna y rebajara sus ambiciones en materia de acceso al mercado en agricultura y el AMNA, y para que los países en desarrollo más grandes acordaran mayores rebajas en sus aranceles industriales. Si bien la UE y el AMNA 11 indicaron una voluntad de ceder en sus posiciones, EE.UU. fue absolutamente renuente a revisar sus demandas de acceso al mercado o acordar mayores recortes en su ayuda interna.
Sin embargo, la batalla todavía no terminó. En agricultura, industria y servicios, que conforman el núcleo central de las economías de todos los países, todavía es posible que ocurra un ‘toma y saca’ de concesiones mutuas que pasará por alto las formas de sustento y el bienestar de cientos de millones de personas que no recibirán ningún beneficio de las ofertas que hoy están sobre la mesa de negociaciones comerciales. Igualmente grave es la potencial erosión de los derechos soberanos de los países de proteger el bien común y los intereses públicos en sus territorios como resultado de los compromisos que se asumen en la OMC.
Las negociaciones las está llevando adelante el G6, conformado por EE.UU. la UE, India, Brasil, Australia y Japón. Como siempre, las negociaciones son verticalistas y para nada transparentes, y es muy probable que la mayoría de los miembros de la OMC todavía pueda ser llevada a aceptar el paquete comercial acordado por una minoría. En una oferta renovada para «salvar» la Ronda de Doha, el G6 había planificado dos reuniones en Ginebra en julio, primero el 23 y 24 de julio, y luego nuevamente el 28 y 29 de ese mismo mes, también en Ginebra. La reunión del 23 de julio no produjo un nuevo paquete comercial. Está por verse si se podrá lograr algún acuerdo en las próximas semanas.
En general, podemos decir que los siguientes eventos y problemas han sido centrales en las actuales negociaciones.
1. Se le ha dado al director general de la OMC Pascal Lamy la tarea de «facilitar» el consenso entre los miembros de la OMC. Esto es sumamente peligroso ya que Lamy conoce los temores e inseguridades de los países en desarrollo , en especial de los países menos adelantados (PMA) y el grupo de África, que se han mostrado hasta ahora muy fuertes en la defensa de sus posiciones.
Ha existido la preocupación de que el propio Lamy pudiera surgir con un texto borrador de negociación basado en las «convergencias» que él mismo perciba. Lamy también ha intentado virar el lenguaje de las negociaciones para reforzar el acceso al mercado en vez del desarrollo. Antes y durante la mini-Ministerial hizo reiterada mención a los «nuevos flujos comerciales» que suponen la reducción de los aranceles obligatorios de un país por debajo de la tasa aplicada.
También faltó claridad respecto a qué implica en realidad el mandato de Lamy. Es muy posible que Lamy mismo genere las convergencias en base a sus discusiones con el G6. Y aún más, que estas convergencias solamente aborden lo que él y el G6 consideran «modalidades centrales» mientras ignoran otros temas cruciales, como los productos especiales (PE) y las medidas de salvaguarda especial (MSE) en agricultura, las flexibilidades en el AMNA y cómo lidiar con la erosión de las preferencias. Muchos países en desarrollo temen además, que la urgencia del cronograma para alcanzar rápidamente un acuerdo presione a los países en desarrollo a aceptar un acuerdo que no han comprendido técnicamente en su totalidad (debido a lo exiguo del plazo) o con el que no concuerdan sustancialmente.
2. Durante la reunión del G6 antes de la reunión mini-Ministerial del 29 de junio, Lamy habló de la «zona de aterrizaje de 20» como una posible posición de negociación o una meta. La «zona de aterrizaje» de Lamy es el lugar al cual probablemente él lleve la llamada «convergencia» de las posiciones de negociación. Esto significa: EE.UU. adopta un techo de U$S 20.000 millones para los subsidios agrícolas, los países en desarrollo reducen sus aranceles industriales a un tope del 20%, y los miembros de la OMC adoptan la sugerencia del G20 sobre aranceles agrícolas. Los primeros dos elementos de esta posición no representan ningún beneficio en absoluto para los países en desarrollo. El segundo elemento les pide a los países en desarrollo que reduzcan los aranceles industriales mucho más de lo que éstos proponen actualmente.
Con respecto a los topes de la ayuda interna y los subsidios a la agricultura de Estados Unidos, es necesario primero examinar la propuesta que presentó ese país. La oferta de octubre de 2005 de Estados Unidos de reducir su ayuda interna no tocaba las ayudas que realmente proporciona ese país en la actualidad. Los recortes propuestos le permitían continuar ofreciendo U$S 23.000 millones de ayuda interna, una cifra superior a la que proporciona en la actualidad. Pero lo que es más importante, las reducciones propuestas no incluyen los U$S 51.000 millones que se reparten a través de la Caja Verde, que no se tocan ni siquiera en el marco de las negociaciones actuales. La sugerencia de Lamy para que Estados Unidos reduzca sus subsidios a U$S 20.000 millones es insignificante ya que el 70% de los subsidios de ese país se concentra en la caja verde. Sería muy fácil para Estados Unidos acudir a alguna maniobra creativa de contabilidad que le permita traspasar alrededor de mil millones de dólares en subsidios de la caja azul a la verde, y de esta forma neutralizar totalmente cualquier reducción real en los niveles generales de ayuda interna y subsidios.
En ese escenario, los países en desarrollo sólo podrían enfrentar a Estados Unidos apelando al Mecanismo de Solución de Diferencias (MSD o DSM por sus siglas en inglés). Pero a pesar de haber ganado casos, como el del algodón, los países en desarrollo, incluido Brasil, no han conseguido asegurar que Estados Unidos acate efectivamente las decisiones del MSD. Igualmente preocupante es que Estados Unidos está pidiendo ahora que se restituya la «cláusula de paz» en el Acuerdo sobre Agricultura (AdA). La «cláusula de paz» es una disposición acordada en la Ronda Uruguay que establece un período de gracia de 9 años durante el cual las políticas de ayuda interna y las medidas de subsidio a la exportación quedaban exentas de cualquier tipo de demanda ante el MSD. Esta cláusula expiró el 31 de diciembre de 2003, y desde entonces Estados Unidos ha sido afectado por diversas disputas, entre ellas la del algodón. El Presidente de la Comisión de Agricultura Crawford Falconer no incluyó la «cláusula de paz» en el texto de la mini-Ministerial, basándose en que la misma no forma parte del mandato de Doha. Sin embargo, Lamy parece estar abierto a volverla a introducir como «un detalle hacia el final de la ronda, tal como en el caso de la Ronda Uruguay».
Si las propuestas de Lamy son aceptadas, el dumping de productos agrícolas provenientes de Estados Unidos y la Unión Europea continuará. Y si la «cláusula de paz» se vuelve a introducir, ni siquiera será posible cuestionar la caja verde a través del MSD. La ronda entonces habrá servido sólo para abrir los mercados de los países en desarrollo, tanto a los productos agrícolas como a los industriales.
3. Hasta ahora Estados Unidos no manifiesta ninguna voluntad de reducir la ayuda interna a su agricultura, ni sus demandas de acceso a los mercados agrícolas e industriales (AMNA) de los países en desarrollo. La legislación estadounidense, en cierta forma, ha generado una presión especial para fijar la fecha límite de las negociaciones. Actualmente, el Representante de Comercio estadounidense todavía tiene mandato para negociar acuerdos por la «vía rápida» (el llamado ‘fast track’ proveniente de la ley de promoción comercial de Estados Unidos de 2002), pero éste expira a mediados de 2007. La autoridad del «fast track» o vía rápida, significa que el Congreso estadounidense sólo puede aceptar o rechazar el arreglo que emerja de las negociaciones pero no puede modificarlo. Sin la autoridad de «fast track», la oficina del Representante de Comercio negocia sin ninguna certidumbre, ya que el Congreso tiene la potestad de enmendar el acuerdo incluso después de que el mismo sea aceptado por la OMC, y de esta forma las negociaciones se transforman en una pérdida de tiempo. Para adaptarse al plazo de la autoridad de vía rápida o «fast track» del Representante de Comercio estadounidense, las negociaciones que se llevan adelante en la actualidad deben concluir como último plazo a fines de 2006, para darle tiempo con posterioridad a esa fecha al Representante de Comercio para preparar el texto legal que debe presentar ante el Congreso, etc.
A pesar que la Oficina del Representante de Comercio dispone actualmente de mandato para negociar por la vía rápida, el Congreso ya le ha indicado a esta oficina qué aceptará y qué no en el marco de un acuerdo comercial. Es muy probable que el Congreso, asediado por el cabildeo de los grupos de presión de la agroindustria y otros intereses comerciales, rechace cualquier acuerdo que no signifique mejoras importantes en el acceso a mercados para las exportaciones agrícolas estadounidenses. La propuesta del G33 sobre Productos especiales (PE) y Medidas de Salvaguardia Especial (MSE) exige la más completa flexibilidad en el uso de los PE y las MSE para proteger la seguridad alimentaria, las formas de sustento de los agricultores y el desarrollo rural. Pero la propuesta agrícola estadounidense impone límites al número de productos a ser designados como «sensibles» o «especiales» y también a la medida en la cual los países en desarrollo pueden hacer uso de las MSE. Con respecto al acceso al mercado de servicios según el Modo 4 en las negociaciones del AGCS, el Congreso de Estados Unidos ha dejado claro que no aceptará un acuerdo que modifique la política migratoria del país, anulando así cualquier posibilidad de nuevas visas para los países en desarrollo en el marco del Modo 4.
La intransigencia que caracteriza hoy a Estados Unidos es tácticamente útil a la causa de infringirle un grave golpe a la Ronda de Doha. Sin embargo, independientemente de los compromisos que Estados Unidos o cualquier otro país desarrollado pueda asumir, no hay nada en las negociaciones de la Ronda de Doha que signifique una esperanza para el desarrollo o para la transformación de la OMC en un sistema multilateral justo de comercio mundial basado en reglas.
4. Los países en desarrollo mantuvieron una posición unificada contra los países desarrollados antes y durante la última mini-Ministerial. Han adquirido mayor protagonismo en sus críticas a la Ronda de Doha por no ser una «ronda de desarrollo» como se prometiera, sino una «ronda de acceso a mercados». Esto es importante. Aunque los PMA, los países africanos, el G33 y el G90 ya planteaban este punto de vista antes y durante la Conferencia Ministerial de Hong Kong, los demás países del G20 se mantenían más o menos silenciosos al respecto. Ahora incluso la India, Brasil y Sudáfrica señalan la importancia del «desarrollo» en sus declaraciones de prensa.
El 1º de julio, todos los agrupamientos de países en desarrollo el [G20, el G33, el grupo de África, el Caribe y el Pacífico (ACP por sus siglas en inglés), los Países Menos adelantados (PMA), el Grupo de África, las Economías Pequeñas y Vulnerables (SVE por sus siglas en inglés), el AMNA 11, el Algodón 4 y CARICOM] sostuvieron una conferencia de prensa conjunta en la cual enfatizaron que la ausencia de avances en las conversaciones se debe a que algunos países desarrollados no desean ceder más en sus compromisos y le piden a los países en desarrollo que rebajen más sus aranceles en el AMNA, mientras los países desarrollados no tienen la voluntad de asumir compromisos similares ni en el AMNA ni en agricultura.
Los gobiernos de estos países hasta ahora se han plantado firmes en los siguientes temas:
– Los países en desarrollo están unidos en torno a que la ronda de negociaciones de Doha debe ser una ronda de desarrollo; la dimensión del desarrollo no está abierta a una renegociación, y los países en desarrollo «recuperarán» la esencia de la ronda de desarrollo.
– Los gobiernos declaran que las flexibilidades que exige la propuesta del G33 respecto de Productos Especiales (PE) y Medidas de Salvaguardia Especial (MSE) tienen por intención la protección de sectores específicos que son vulnerables, y no tienen por objetivo erosionar el acceso al mercado como sostienen los países desarrollados.
– Los países en desarrollo tienen vulnerabilidades diferentes y los beneficios del acceso a los mercados también difieren entre los distintos grupos de países en desarrollo, por ende las flexibilidades para proteger sectores específicos vulnerables y grupos objetivo son muy importantes para poder defender el desarrollo.
– Es necesario que el acceso de los países en desarrollo a los mercados de los países desarrollados sea facilitado y no viceversa. Los países desarrollados quieren acceso al mercado en el AMNA, la agricultura y los servicios y quieren también retener los niveles de ayuda interna y subsidios en agricultura; esto no es aceptable para los países en desarrollo.
– Los medios de vida y el sustento de los campesinos y agricultores de los países en desarrollo no son negociables.
– Ningún paquete comercial debe poner en desventaja a las economías pequeñas y vulnerables, dada su vulnerabilidad y su ya extremo grado de apertura al comercio y las inversiones.
– En las negociaciones del AMNA, los países desarrollados han presentado demandas a los países en desarrollo que no son realistas, y que han estado motivadas en grupos específicos de interés de carácter comercial de los países desarrollados.
– El nivel de reducciones arancelarias en el AMNA que se está exigiendo a los países en desarrollo determinará una distorsión social y un ajuste social de gran envergadura, sin que se esté discutiendo ninguna medida compensatoria.
– Las preocupaciones de los PMA y las economías pequeñas y vulnerables están siendo marginadas por las demandas de los países desarrollados en las negociaciones del AMNA.
– Las reglas de comercio de la OMC son inequitativas ya que la ayuda interna y los subsidios a la exportación son legales para la agricultura pero ilegales para los productos industriales.
– La propuesta del grupo conocido como Algodón 4 (Cotton 4) debe ser incluida en cualquier acuerdo nuevo.
– En las negociaciones del AMNA, la Declaración de Hong Kong estipula la reciprocidad menos que plena para los países en desarrollo, y la misma debe aplicarse en la discusión de las reducciones arancelarias.
– Los países en desarrollo ponen más en juego que los países desarrollados en el sistema de comercio multilateral; están comprometidos a completar la ronda pero los países desarrollados deben demostrar sus propios compromisos primero.
– Aunque es necesario que haya mejores concesiones en torno a la ayuda interna en agricultura, el acceso a los mercados agrícolas y el AMNA, los tres elementos no son iguales; los resultados más importantes deben lograrse en las áreas en las que radican las mayores distorsiones, es decir, agricultura, que desplaza los productos de los países en desarrollo y amenaza el sustento de cientos de millones de campesinos pobres.
– El acceso al mercado será un componente importante de una Ronda exitosa, pero la apertura del mercado en los países en desarrollo debe tomar en cuenta sus realidades sociales y económicas.
– Una Ronda de desarrollo no debe derivar en la desindustrialización del mundo en desarrollo.
– El trato especial y diferenciado (TED) debe integrarse en todas las áreas de las negociaciones; particularmente importantes son las flexibilidades en el AMNA para el desarrollo industrial de los países en desarrollo, y los PE y las MSE para abordar la seguridad alimentaria, el desarrollo rural y las preocupaciones relativas a las formas de sustento de los países en desarrollo.
– Es necesario cumplir con las expectativas de los PMA respecto de la puesta en práctica de la Decisión de la Cumbre ministerial de Hong Kong sobre acceso a mercado sin aranceles ni cuotas, y la simplificación de las reglas de origen.
– Se deben abordar los temas relativos a la erosión de la preferencia.
– El proceso de negociación debe ser de abajo hacia arriba, inclusivo y transparente.
Al mismo tiempo, sin embargo, la mayoría de los países en desarrollo reafirmaron su compromiso con la terminación exitosa de la Ronda de Doha para fines de 2006.
Los grupos de PMA, SVE y ACP consideran que un sistema de comercio bilateral es más hostil que un sistema multilateral, y parecen estar comprometidos en hacer que la OMC «funcione» para ellos. Es muy posible que sean empujados a aceptar un acuerdo de comercio antagónico para sus intereses bajo la presión de «salvar la ronda».
El artículo completo en inglés está disponiblehttp://www.focusweb.org/content/view/994/36/
Enfoque Sobre Comercio de julio, editado por Nicola Bullard de Focus on the Global South (FOCUS) – c/o CUSRI, Universidad de Chulalongkorn Bangkok 10330 TAILANDIA – Tel: 662 218 7363/7364/7365 Fax: 662 255 9976 –http://www.focusweb.org –
Traducción: Alicia Porrini y Alberto Villarreal para REDES-Amigos de la Tierra Uruguay (www.redes.org.uy)
Publicado en Censat – Agua Viva – http://www.censat.org