La política de la Administración Bush hacia Cuba ha llegado a un callejón sin salida, sin esperanzas de éxito. Su objetivo es nada más y nada menos que derrocar el régimen deCastro. O, como dijo el entonces Subsecretario de Estado Roger Noriega el 2 de octubre de 2003: «El Presidente está decidido a ver el […]
La política de la Administración Bush hacia Cuba ha llegado a un callejón sin salida, sin esperanzas de éxito. Su objetivo es nada más y nada menos que derrocar el régimen deCastro. O, como dijo el entonces Subsecretario de Estado Roger Noriega el 2 de octubre de 2003: «El Presidente está decidido a ver el fin del régimen de Castro y el desmantelamiento del aparato que lo ha mantenido en el poder por tanto tiempo.»
A la sazón el Presidente George W. Bush nombró una Comisión de Asistencia para una Cuba Libre con la encomienda de lograr «rápidamente el fin de la dictadura» y elaborar un plan para cumplir ese objetivo. En mayo de 2004, la Comisión presentó un plan de casi 500 páginas que partía de la premisa básica de que el régimen de Castro estaba a punto de derrumbarse y que un empujoncito o dos lo derribarían -o sea, un poco más de emisiones de Radio Martí, unas cuantas restricciones más a los viajes, una o dos sanciones económicas más y todo habría acabado. El plan también se asemejaba a un proyecto de ocupación estadounidense que haría que los trenes fueran puntuales y enseñaría a los cubanos a dirigir sus sistemas escolares y a sembrar sus cultivos -tanto que ofendió a muchos cubanos que lo leyeron, incluso a los que no necesariamente están de acuerdo con el gobierno de Castro.
Para corregir esa situación, el informe nuevo -y más breve-publicado por la Secretaria de Estado Condoleezza Rice, el Secretario de Comercio Carlos Gutiérrez y el Coordinador de la Transición Caleb McCarry, el 10 de julio de este año destacaba que su propósito era sencillamente ayudar a los cubanos en la isla. Las soluciones deben partir de ellos, insistía el informe, y añadía que los Estados Unidos estaban listos y dispuestos a apoyar esas iniciativas. Ahora bien, dicho esto, el informe continuaba página tras página recomendando acciones -siempre y cuando los cubanos de la isla quisieran iniciarlas.
El Plan de los Estados Unidos encuentra a Raúl «Inaceptable».
El nuevo plan se publicó con muchos bombos y platillos y la enérgica sugerencia de que la estrategia estaba funcionando y que habíamos llegado a una nueva etapa en la transformación de Cuba. Empero, había un nuevo método. El objetivo del Viejo plan, como ya se dijo, había sido derrocar al gobierno de Castro. El nuevo objetivo era más bien impedir lo que se denominó la «estrategia de sucesión», es decir, que Fidel Castro fuera sucedido por su hermano Raúl. Esta sucesión fue calificada de «inaceptable.»
Pero esto sucedió tan pronto la administración dijo que era inaceptable. El 31 de julio, Fidel anunció que debido a una delicada intervención quirúrgica y la necesidad de tiempo para recuperarse, cedía el poder a su hermano, quien se convertiría en Presidente interino.
El pueblo cubano tomó la sucesión con calmada madurez. Si bien Raúl Castro no tiene el carisma de su hermano, es una personalidad respetada y reconocida por sus talentos administrativos. Las Fuerzas Armadas, que él dirige, son la institución más eficiente y respetada del país. A estas alturas, dos meses y medio después de la sucesión, las cosas marchan normalmente sin percances en Cuba.
Desde luego, al principio hubo en Miami bailes callejeros y entrevistas que reflejaban la fuerte expectativa de que el pueblo cubano no aceptara a Raúl Castro y que la Revolución Cubana se derrumbara inmediatamente. Reflejando esa misma filosofía, el Departamento de Estado inmediatamente rechazó la cesión de poder y exigió, en cambio, que el pueblo cubano tuviera derecho a elegir libremente a cualquier nuevo gobierno. También se ofreció a ayudar en sus esfuerzos hacia una transición más a su gusto (y al gusto del Departamento de Estado). Bush y Rice exhortaron al pueblo de Cuba «a trabajar en favor de un cambio democrático» e hicieron hincapié en que los Estados Unidos estaban listos para ayudar en la «transición de Cuba hacia la democracia» en todas las formas posibles.
Estados Unidos habla entre dientes consigo mismo
Pero esas súplicas, que en realidad pedían al pueblo cubano que trabajaran en contra del gobierno de sucesión, fueron totalmente ignoradas. Entretanto, al tiempo que se negaba a tratar con el gobierno de Fidel Castro, la administración también se niega a tratar con el nuevo Presidente, Raúl Castro. De modo que no tiene a nadie con quien hablar. Insiste en que debe haber un nuevo gobierno, pero no tiene forma de lograr que eso suceda. En realidad, se ha quedadol marginado hablando entre dientes consigo mismo.
Por otra parte, cualquiera que analice la idea planteada por la administración de que nuestra política estaba funcionando y que la economía cubana -y el gobierno-estaban a punto de desmoronarse, podría percatarse de es una ficción total. En lugar de desmoronarse, la economía cubana, entre 2004 y 2006, creció a un ritmo de aproximadamente 8% anual. Los ingresos por concepto de turismo aumentaron. El precio del níquel, principal renglón de exportación de Cuba, llegó a niveles sin precedentes. Cuba tiene nuevas relaciones económicas muy rentables con Venezuela y China, y hay indicios de un nuevo yacimiento petrolero frente a la costa norte, y otros países ya están en proceso de licitación para los lugares de las exploraciones. Indudablemente no está a punto de desmoronarse, sino más bien todo lo contrario.
¿Y qué medidas tiene la administración en su aljaba para derrocar al gobierno de Cuba? Más de lo mismo. Dice, por ejemplo, que ampliará las transmisiones de Radio y TV Martí. Una farsa. Radio Martí lleva unos 20 años transmitiendo sin que haya surtido el menor efecto en la opinión pública de Cuba. TV Martí, a pesar de los esfuerzos para transmitir desde una aeronave y otras innovaciones más, sigue sin verse porque el gobierno cubano interrumpe sus señales. Aun cuando sus transmisiones se vieran, probablemente su efecto no sería mayor que el de Radio Martí. En efecto, cero.
La ayuda a la disidencia es contraproducente
La administración también prometió proporcionar unos 80 millones de dólares para los disidentes de la isla y para otros programas contra el gobierno de Cuba. Una vez más se trata de una farsa. Como me ha dicho Oswaldo Paya, uno de los principales disidentes de Cuba, quien dice que no aceptaría ninguna de esas dádivas, en muchas ocasiones: «Prácticamente todos esos fondos se quedan en Miami, pero así y todo nos empañan y sencillamente nos hacen más difícil el trabajo.»
La fuerte sospecha entre los cubano-americanos que favorecen el diálogo, y entre muchos otros también, es que los 80 millones de dólares realmente representan un soborno a los exiliados de línea dura que no están contentos con lo que consideran que es una labor excesivamente cautelosa por parte de la administración para librarse de la Revolución Cubana. Ya sea un soborno o no, como dice Paya, prácticamente todo el dinero irá a parar a los bolsillos de Miami y tendrá poco efecto, de tenerlo, sobre Cuba.
Y, por último, la administración ha restringido aún más los viajes a Cuba, e incluso ahora han nombrado a una fuerza de tareas «para identificar a los que violan la prohibición de los viajes.» Al anunciar la formación de la fuerza de tareas en Miami el 11 de octubre, el Fiscal de los Estados Unidos R. Alexander Acosta explicó sus objetivos encaminados «a aislar al régimen de Castro económicamente y privar al régimen de Castro de los dólares estadounidenses que tan desesperadamente necesita.»
El turismo está aumentando
Ahora bien, en realidad, Cuba no está aislada. Incluso con menos visitantes estadounidenses, el turismo ha aumentado, y cada vez son mayores las cantidades de visitantes del Canadá, Europa y la América Latina. Por consiguiente, este es un gesto inútil, y los más perjudicados son los cubano-americanos, quienes ahora solo visitan a sus familiares en la isla una vez cada tres años.
Y no hay ninguna disposición para casos de emergencia. Si un cubano-americano visita a su madre, digamos, en junio, y luego se le avisa en septiembre que la madre está muriendo, no hay forma de obtener una licencia para casos de emergencia para estar a su cabecera. No, esa persona tendrá que esperar otros tres años para entonces visitar su tumba. Esto es inhumano -y con eso no se logra nada.
Acosta insistió en que el anuncio del 11 de octubre acerca de la creación de la fuerza de tareas no guardaba relación alguna con las elecciones venideras del 7 de noviembre -en lo absoluto diseñadas para complacer a los exiliados de línea dura que no quieren que nadie viaje. Si alguien se cree eso, por favor háganmelo saber para poder ofrecerles la oportunidad de comprar el puente de Brooklyn.
Luis Posada Carriles
Para terminar, para más vergüenza nuestra, tenemos el caso de Luis Posada Carriles, el architerrorista y co-autor intelectual de la voladura del avión de Cubana en 1976. En este acto terrorista fueron asesinadas 73 personas. El otro autor intelectual junto a Posada fue Orlando Bosch, otro terrorista que ahora vive libremente en Miami, después de haber sido indultado por el Presidente George H.W. Bush. Posada lleva un año y medio detenido en El Paso por un cargo de inmigración. El juez de allí señaló que no se le puede mantener detenido indefinidamente por se cargo. Venezuela ha solicitado su extradición. A fin de no violar nuestro tratado de extradición con Venezuela, la administración debe, o bien devolverlo a Venezuela o enjuiciarlo en los Estados Unidos por cargos de terrorista, para lo cual hay amplias pruebas.
La administración Bush al parecer pretende no hacer ninguna de las dos cosas. En su alegato en el tribunal de El Paso, indicó que estaba tratando de encontrar un país (es decir, un país amistoso) para enviarlo. Entretanto, puesto que es una persona peligrosa, no debe dejársele en libertad. Empero, la administración no lo declare terrorista en virtud de la Ley Patriota de los Estados Unidos, y evidentemente tampoco tiene ninguna intención de enjuiciarlo en los Estados Unidos. En realidad, está albergando a este terrorista -o sea, les está dando refugio seguro. Y, sin embargo, Bush ha dicho con frecuencia que cualquiera que albergue a un terrorista, es un terrorista.
¿Cómo se clasificaría entonces a George W. Bush– o, a George H.W. Bush?
Opciones de política
Lo que deberían hacer los Estados Unidos es obvio: deberían extraditar a Posada hacia Venezuela o deberían declararlo terrorista y juzgarlo como tal aquí en los Estados Unidos. Es demasiado tarde, probablemente, para enjuiciar a Bosch, pero la administración debería manifestarse públicamente en el sentido de que no dará refugio seguro a ningún terrorista conocido.
El enfoque que debían adoptar los Estados Unidos hacia Cuba, en lugar de la política sin salida que está siguiendo ahora, también es obvio. La Guerra Fría se acabó. Cuba no supone ningún tipo de amenaza para los Estados Unidos. Nosotros tenemos relaciones comerciales y diplomáticas normales con China y Vietnam, otros dos Estados comunistas, de modo que ¿por qué no con Cuba?
Desde luego que tenemos discrepancias con Cuba, pero seguramente sería mejor discutir esos divergencias por conducto de un diálogo diplomático normal y no negándonos a hablar. Y que el diálogo debería comenzar de inmediato, con Raúl Castro como Presidente interino, y continuarlo en caso de que Fidel Castro vuelva a la presidencia, lo que a estas alturas parece improbable.
La administración (o el Congreso) debería también comenzar inmediatamente a eliminar todas las restricciones a los viajes a Cuba -restricciones que violan los derechos de los ciudadanos estadounidenses y que en modo alguno fomentan la liberalización en Cuba. Como me ha dicho en reiteradas ocasiones Elizardo Sánchez, uno de los principales activistas de derechos humanos de Cuba: «Mientras más ciudadanos estadounidenses haya en las calles de las ciudades cubanas, mejor será para la causa de una sociedad más abierta.»
Eso es obvio. Es más, solía ser una máxima cierta entre nosotros que la mejor manera de difundir el mensaje de la democracia estadounidense era que los ciudadanos estadounidenses viajaran al exterior. ¿Por qué no es verdad en el caso de Cuba?
Levantar el embargo será más complicado y llevará más tiempo. Primero tendremos que encontrar alguna solución a la cuestión de las propiedades estadounidenses nacionalizadas. Sin embargo, eso no deberá suponer ningún obstáculo insuperable. Por su parte, Cuba ha indicado su disposición a negociar.
También sería necesario eliminar los obstáculos legislativos para la reanudación del comercio, en particular la revocación de la Ley Helms-Burton y textos legislativos similares. Eso tomará tiempo y es probable que solamente se logre después que el compromiso y el diálogo hayan mejorado la atmósfera entre La Habana y Washington. Pero empecemos el proceso.
Wayne S. Smith es experto principal del Centro de Política Internacional de Washington, D.C. y ex Jefe de la Sección de Intereses de los Estados Unidos en La Habana (1979 a 82). También es Profesor Adjunto de la Johns Hopkins University, donde dirige el Cuban Exchange Program, y colaborador de Foreign Policy In Focus (www.fpif.org).
Traducción: Cubadebate