Mucho se ha hablado en las ultimas semanas de el informe Stern .Ha sido elogiado por todo el mundo por su supuesta independencia y valentía. La independencia del informe la ponemos en duda: es un informe encargado por el gobierno británico a un miembro del propio gobierno británico, Sir Nicholas Stern es consejero del gobierno del Reino Unido para el cambio climático y el desarrollo y jefe del Goverment Economist Service.
El documento ha servido a un político tremendamente hábil como es Tony Blair para distraer a la opinión pública de Irak, un problema cada vez mayor para los laboristas, la guerra va de mal en peor y no saben como salir. Además Blair aparece como un campeón ecologista, vamos, un buen negocio.
Nos alegramos de que se hable en los medios de comunicación del cambio climático pero no estamos de acuerdo con sus conclusiones finales.
En este informe se cuantifica el coste económico que tendrá para la economía mundial el cambio climático : un 1% del producto interior bruto mundial si se actúa de inmediato pero el informe avisa de que de no actuar ahora hablaríamos de una caída del 20% .Las consecuencias del cambio climático, producido en su mayor parte por el aumento brutal en el ultimo siglo de los gases de efecto invernadero «GEI», podrían llevar a la humanidad a una crisis mayor que el «crack» del 29 o la crisis del petróleo de 1973.Sequías, perdida de superficie productiva para la agricultura, gravísimas inundaciones, cambios profundos en la geografía humana que traerían fuertes emigraciones …son algunas de las calamidades que conlleva el aumento de la temperatura en el planeta. El informe habla de un aumento de 2 grados centígrados en el 2005 en la temperatura media de la tierra y pero se podría llegar de seguir así, a los 5 grados.
Según Stern:-todavía hay tiempo aunque esperar seria peligroso y mucho más costoso.
-No es necesario limitar el crecimiento porque «los cambios en las tecnologías energéticas y en la estructura de las economías han abierto la posibilidad de desvincular el crecimiento de las emisiones de gases de efecto invernadero».
-Es una tarea internacional; los países desarrollados deben reducir sus emisiones en un 60-80% para el 2050 pero los países en desarrollo también deben de llevar a cabo acciones importantes.
-Según el gobierno británico, la economía se debe «descarbonizar» en un 60 para estabilizar las emisiones de GEI. También enfatiza la necesidad de reducir las emisiones no energéticas derivadas de la deforestación, el transporte o los procesos agrarios e industriales.
El informe Stern sugiere tres líneas de actuación : regular las emisiones de carbono, apoyo a la innovación y al desarrollo de tecnologías bajas en carbono y por último «eliminar las barreras que impiden la eficiencia energética e informar y persuadir a la gente respecto a lo que puede hacer para responder al cambio climático».
Las conclusiones son esperanzadoras porque hablan de que es posible todavía una marcha atrás sin cambios profundos estructurales. Las recomendaciones son mínimas aunque reconocemos que son de sentido común pero ¿podemos creer que gobiernos que ni siquiera han querido cumplir el protocolo de Kyoto, van a ser capaces de alcanzar objetivos más exigentes? ¿con que derecho los países desarrollados van a pedir a los países del tercer mundo o en vías de desarrollo objetivos que ellos no piensan cumplir?
Ninguno de los países desarrollados va a frenar lo suficiente. Alguien comparo una vez el capitalismo con un hombre que desciende una empinada montaña en bicicleta, ha llegado a un punto que ya no puede frenar porque se estrellaría, solo le queda seguir pedaleando aunque todos conocemos el final.
Un gobierno como el americano, descaradamente controlado por las multinacionales no va a regular las emisiones porque las grandes compañías no pueden permitirse una tregua en la dura guerra del mercado. Su principal competidor, China, esta inmerso en una fase desarrollista brutal y no va a parar en esta época de crecimiento. India, Brasil, Rusia, Japón…ninguno van a ser el primer país que ponga freno a esta carrera irracional. Especialmente hipócrita es la postura británica y europea que hablan y no paran del desastre que se nos avecina, se aprueban algunas leyes que intentan arreglar el desaguisado pero, en la práctica, el incumplimiento de estas leyes sale baratísimo.
La investigación cuesta dinero pero, sobre todo, el capitalismo no puede dar una oportunidad a energías menos contaminantes. Un sistema que busca el beneficio a cortísimo plazo no será capaz de parar y seguir un camino más responsable.
Hay que cambiar muchísimas cosas en la manera de producir. No podemos permitirnos la producción imperialista que dispersa las plantas de fabricación para ahorrar costes y masifica el transporte para conectar las diferentes partes del proceso productivo y para llegar a los distintos mercados. Domina el mundo un sistema que no se responsabiliza de sus residuos y que fomenta el consumo irracional.
Combatir el cambio climático es una tarea ardua que tiene que ser llevada a cabo por la humanidad en su conjunto pero que el sistema económico que manda fomenta la competencia entre personas y pueblos y no la cooperación solidaria que tan urgentemente necesitamos.
El futuro es oscuro pero siempre hay una luz. Cada vez es más difícil para el capital disimular lo insostenible del sistema que lo mantiene. La gente empieza a ver que hay que ponerse manos a la obra, que el mundo necesita un cambio profundo que solo el pueblo al frente podrá conseguir.