Islandia y otras pocas naciones pesqueras lograron debilitar un esfuerzo internacional de tres años para imponer una moratoria a la destructiva pesca de arrastre. Ambientalistas sostienen que el acuerdo alcanzado este jueves en una reunión de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) coloca los intereses comerciales de unos pocos cientos de barcas usadas para […]
Islandia y otras pocas naciones pesqueras lograron debilitar un esfuerzo internacional de tres años para imponer una moratoria a la destructiva pesca de arrastre.
Ambientalistas sostienen que el acuerdo alcanzado este jueves en una reunión de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) coloca los intereses comerciales de unos pocos cientos de barcas usadas para la pesca de arrastre de un puñado de naciones por delante de la comunidad internacional, e ignora el consejo de los científicos.
«El acuerdo final tiene más agujeros que el pulóver de un pescador», dijo Karen Sack, consejera de políticas oceánicas de Greenpeace Internacional, que supervisó las negociaciones celebradas en la ONU.
«Los océanos están en crisis. El acuerdo no hace nada para cambiar significativamente la manera como nuestros océanos son administrados», dijo Sack a IPS.
Científicos y conservacionistas esperaban una moratoria sobre la pesca de arrastre en las profundidades del océano abierto.
«Islandia se negó a aprobar cualquier medida en sobre alta mar, que no está regulada», dijo Susanna Fuller, bióloga marina del canadiense Centro de Acción Ecológica.
Australia, Chile y otros países se mostraron indignados por la disposición de Islandia de sacrificar el hábitat de los peces de alta mar en favor de sus intereses pesqueros de corto plazo, afirmó Fuller, quien asistió a las reuniones en Nueva York como observadora.
Mientras Nueva Zelanda, las Islas Pacífico, Estados Unidos, Brasil, India, Sudáfrica, Alemania e incluso los previamente reticentes España y Canadá apoyaron una acción más fuerte, el deseo de lograr un consenso significó que los intereses de Islandia se impusieran sobre el sentido común y la ciencia, dijo Fuller a IPS.
La evidencia científica de la necesidad de frenar la pesca de arrastre es abrumadora.
Las barcas utilizadas para esta práctica arrastran una gran red equipada con grandes y pesadas piezas de metal y ruedas de goma en las profundidades marinas, aplastando casi todo lo que encuentran a su paso. Todo, incluyendo los corales de agua fría, cuyo crecimiento insumió miles de años, peces y otras criaturas marinas amenazadas y desconocidas son sacadas a la superficie y luego dejadas a un lado como basura.
«Es como usar un bulldozer en una selva tropical para atrapar pájaros cantores», ejemplificó Arlo Hemphill, encargado de conservación de DOER Marine, una empresa que diseña equipamiento para la exploración de las profundidades del mar.
La pesca no deseada es mucho mayor con estas barcas, que también destruyen el hábitat de los peces y a cambio afectan a las poblaciones de estos animales, señaló Hemphill en una entrevista.
Un Proyecto de Informe Ambiental de la ONU difundido a comienzos de este mes estableció claramente que la pesca de arrastre está dañando los ecosistemas oceánicos.
Alrededor de la mitad de los ecosistemas submarinos de montañas y corales se ubican más allá de las fronteras nacionales, dejándolos sin regular y vulnerables a la práctica conocida como pesca de arrastre, indicó el informe.
«Nuestra investigación demuestra activamente la vulnerabilidad de los corales de la profundidad marina y de su biodiversidad asociada ante la pesca de arrastre», dijo Alex Rogers, coautor del informe e investigador de la Sociedad Zoológica de Londres.
«Algunos de los corales destruidos tienen miles de años y no serán reemplazados», aseguró Rogers en una declaración escrita.
Los gobiernos y las industrias pesqueras necesitan demostrar que estas regiones pueden pescar sin destruir estos ecosistemas irreemplazables, afirmó.
Ya se hizo mucho daño. Hace poco, científicos que realizaban la primera exploración submarina de filtraciones de metano en la costa oriental de Nueva Zelanda descubrieron especies desconocidas y evidencia extensiva de daños causados por las barcas dedicadas a la pesca de arrastre a 1.000 metros de profundidad. En todos los sitios que exploraron encontraron marcas de las redes de arrastre, herramientas de pesca perdidas y áreas extensivas de escombros de corales.
«Los investigadores pensaban que el área estaba intacta», explicó Sack.
Organizaciones ambientalistas dicen que la creciente evidencia científica de deterioradas poblaciones de peces océanicos –y con la mayoría de las naciones coincidiendo en que la pesca de arrastre es perjudicial– debió haber generado un consenso internacional sobre la necesidad de controlar o frenar esta práctica no regulada en alta mar.
«Para los políticos, los intereses a corto plazo casi siempre perjudican los futuros intereses a largo plazo», dijo Sack.
El acuerdo de este jueves será parte de la Resolución de Pesquerías de la ONU, que será adoptada por la Asamblea General el 7 de diciembre.
El resultado positivo del acuerdo es que países con organizaciones regionales de administración de pesquerías, principalmente en el océano Atlántico norte y el Antártico y en el mar Mediterráneo, dijeron que evaluarán el impacto de la pesca de arrastre en sus regiones, destacó Fuller.
Y donde hay impactos, ellos prometieron poner estas áreas fuera de los límites permitidos para llevar a cabo esta práctica.
Pero en alta mar será un negocio como de costumbre gracias a la intransigencia de Islandia y a la falta de disposición de otras naciones para oponerse a ella, según los críticos del acuerdo.
Los conservacionistas llaman a los países que apoyaron la moratoria a establecer una red global de reservas y parques marinos.
«Algo tiene que ocurrir en el futuro para proteger el hábitat o simplemente nos quedaremos sin peces», dijo Fuller.