El proceso de paz voló por los aires el pasado 30 de diciembre, con el atentado de ETA en la T4 de Barajas. Si analizamos las consecuencias políticas podremos acercarnos a las causas de esta acción armada, así como esbozar las reacciones que se avecinan desde el Poder. 1. El gobierno español encabezado por el […]
El proceso de paz voló por los aires el pasado 30 de diciembre, con el atentado de ETA en la T4 de Barajas. Si analizamos las consecuencias políticas podremos acercarnos a las causas de esta acción armada, así como esbozar las reacciones que se avecinan desde el Poder.
1.
El gobierno español encabezado por el PSOE, anunció el inicio de un proceso de paz, creó ilusiones en la sociedad vasca (un pueblo que está harto de ser reprimido pero no está harto de luchar), prometió espacios de diálogo. El Gobierno planteó posibilidades de reestablecimiento democrático, pero a la vez mantuvo aquellas medidas represivas y dictatoriales que impulsó el PP con el apoyo explícito del PSOE: ilegalización de partidos, organismos antirrepresivos y organizaciones juveniles, macrosumarios, cierre de medios de comunicación… Estas medidas no sólo se han mantenido sino que además se han profundizado con la llamada Doctrina Parot (cadena perpetua de facto por la vía de juzgar a los presos políticos por nuevos delitos una vez que estén a punto de salir de la cárcel), con el encarcelamiento de dirigentes de la izquierda abertzale (Otegi, Olano, Petrikorena…), con la prohibición y represión de actos públicos, malos tratos a militantes, con la tortura y el intento de homicidio a Iñaki de Juana Chaos, etc.
El gobierno ha intentado hablar de proceso de diálogo en estas condiciones, sufriendo un importante coste político. El atentado de Barajas tiene un coste político alto para el PSOE en tanto que rompe su estrategia de llegar a las próximas elecciones como «líderes de la paz y el diálogo». ¿De qué paz y de qué diálogo habla, Sr. ZP, con la voladura de un parking de la T4 con 500 kilos de explosivos y con dos civiles inmigrantes muertos? Esa es la pregunta que el PP le va a hacer al PSOE de aquí a las elecciones, pregunta convertida en una cínica arma electoralista.
Por lo tanto, a mi entender el primer mensaje de ETA es: «el gobierno no puede mantener su actual política de opresión sin coste político».
Al PP en realidad poco le importan los inmigrantes, se mueren por cientos todas las semanas en las fronteras, ya sea de hambre y sed, ahogados tras viajes inciertos en pateras o asesinados por los ejércitos español y marroquí. Curiosamente el PP se acuerda de los trabajadores inmigrantes cuando le sirven para ganar las elecciones.
En cualquier caso ahora el PP está recogiendo los frutos de lo que se adivinó como su estrategia desde que ETA declaró el Alto el Fuego Permanente: boicotear el proceso de paz sobre la base de que «negociar es crear falsas esperanzas en la sociedad española y supone traicionar a las víctimas del terrorismo«, es decir, se ha dedicado a anular la opción «pacifista» de ZP para poder decir: «¿lo véis? Con los terroristas no se puede negociar. Teníamos razón«.
La campaña del PP contra el PSOE va a tomar ahora un impulso decisivo y feroz. Quizá pueda decirse que ETA le ha hecho un favor a la derecha, pero en las condiciones actuales probablemente a ETA le da igual que gobierne el PP (que ha reprimido con el apoyo directo del PSOE) o que gobierne el PSOE (que se vanagloria de haber hecho menos por el proceso de paz que el PP en la tregua de 1998). Y, ciertamente, para el resto de pueblos y trabajadores del estado español la diferencia tampoco es significativa.
En lo inmediato, el atentado de Barajas le causa al PSOE un alto coste político porque ve peligrar su triunfo electoral. Por eso están tan nerviosos y por eso han dudado tanto al declarar que el proceso está «suspendido», «roto hasta que no haya mejores condiciones», «liquidado»…
2.
Lo que se divisa en el horizonte de los próximos meses es una oleada represiva brutal e indiscriminada contra la izquierda abertzale. Por un lado, el Poder no puede permitir que un acto como el de Barajas se lleve a cabo «impunemente», por tanto es de esperar que van a llover las porras y las detenciones (incluso fuera del País Vasco, no lo descartemos).
Pero por otro lado, como subraya el editor Constantino Bértolo http://www.rebelion.org/noticia.php?id=44303 , en las condiciones actuales la resolución del problema vasco es imposible porque un problema que implica a la burguesía como clase en su conjunto no puede solucionarlo una sola de sus fracciones: la de tendencia socialdemócrata (PSOE). Y como la fracción de clase burguesa más cerril (PP), como vimos antes, va a insistir en su tónica -la única solución es la violencia estatal-, pues el PSOE y sus aliados vascos no se van a hacer de rogar: palos a mansalva.
No dejaron de hacerlo en estos nueve meses de supuesta negociación, con más razón lo van a hacer a partir de ahora, en que la izquierda abertzale demuestra, como lo hizo el 6 de diciembre en Anoeta, que no valen prohibiciones judiciales ni represión para frenar la movilización pro-amnistía.
En caso de que eso se confirme, este es el segundo mensaje de ETA: «No váis a acabar con la izquierda vasca por la vía de la rendición. Estamos dispuestos a aguantar todas las oleadas represivas que sean necesarias hasta que se dé un proceso de negociación real».
Además este mensaje no sólo está dirigido a las burguesías del Estado español; el atentado de la T4 en Barajas buscaba la repercusión mediática internacional y sin duda la logró. La Unión Europea ha podido comprobar cómo los intentos de resolver el conflicto vasco por la vía del desgaste y la desmovilización han fracasado.
3.
El tercer mensaje, a mi juicio, está -directa o indirectamente- dirigido a la izquierda. Junto a las firmes muestras de solidaridad con los familiares de los dos ecuatorianos muertos, la pregunta que creo debe acompañar cualquier análisis en esta coyuntura, que creo debemos hacernos, pacifistas y revolucionarios, o que al menos yo me hago, es: ¿Qué hemos hecho y qué estamos haciendo nosotros por el proceso de paz?
Con relación a esta pregunta me vienen a la cabeza las cada vez más masivas manifestaciones republicanas de Madrid, a veces incluso convocadas desde asambleas estatales. Movilizaciones que incluyen entre sus lemas principales el respeto al derecho de autodeterminación de los pueblos, con mención específica al pueblo vasco, y que al menos en Madrid están ayudando a romper el consenso anti-vasco que se ha respirado en los últimos años.
Si bien plantear este tipo de movilizaciones es trabajar a favor de la paz en Euskal Herria, también creo que debemos discutir sobre por qué no hemos sido capaces de convocar ni una sola manifestación que ponga sobre la mesa la exigencia de un proceso de negociación real (en la que participen las clases populares en una mesa política), mientras que la ultraderecha ha campado a sus anchas manifestándose en contra de cualquier tipo de diálogo y exigiendo más represión.
Entiendo que son reflexiones provocadas y que forman parte del tercer mensaje de ETA: «¿Qué está haciendo la izquierda del resto del Estado español por el proceso de paz?»
Tras el atentado de Barajas yo me hago estas preguntas, sé que muchxs otrostambién, e incluso dentro de Euskal Herria los hay que generalizan el llamado a implicarse todavía más en la resolución del conflicto. Es el caso del músico Fermín Muguruza, por ejemplo, quien tras rechazar el atentado de ETA se compromete «a trabajar en todas aquellas iniciativas ciudadanas dirigidas a blindar el proceso, convirtiéndolo en irreversible, pues sólo el movimiento popular hará posible que se respeten nuestras decisiones y nuestros derechos».
Si queremos crecer como izquierda revolucionaria y oponernos al gobierno y al estado desde la calle, sin duda tendremos que participar de la actualidad política con nuestras propias propuestas. La paz no puede esperar, la lucha tampoco.