Les pasa a muchas personas como a algunos pantalones en las rebajas. Abaratan y tiran tanto sus precios, que al final no cuestan nada. Son las leyes del mercado. Ofertas. Descuentos. Oportunidades. Saldos… Todo sirve con tal de vender, de ganar. Todo vale y al final no vale nada. «Espejito, espejito…». Jamás preguntes a un […]
Les pasa a muchas personas como a algunos pantalones en las rebajas. Abaratan y tiran tanto sus precios, que al final no cuestan nada. Son las leyes del mercado. Ofertas. Descuentos. Oportunidades. Saldos… Todo sirve con tal de vender, de ganar. Todo vale y al final no vale nada.
«Espejito, espejito…». Jamás preguntes a un escaparate. Siempre mienten. Son de publicidad y engañan. Haz la prueba. Asómate a cualquier anuncio. ¿Qué ves? ¿Qué venden? ¿Quién es el fulano que aparece al otro lado? ¿Cómo vive? «A estas alturas debemos rechazar todo lo que no humanice, puesto que la gran conquista es ser persona», explica el profesor José Antonio Ramos. «Proponemos una mirada distinta a los mensajes que nos habitan formando ya parte de nuestra cotidianidad. Esta mirada debe ser crítica y no pasiva, pues la pasividad es la que nos deja indefensos. En la sucesión de anuncios, cada uno podrá analizar que proyecto de persona y sociedad se nos está presentando».
Un escaparate. Una mirada. Un mundo. Calle Correo, Casco Viejo, Bilbao. Una tienda de bolsos, Misako, refleja en su luna la imagen del modelo de planeta que nos quieren vender. Un cartel rojo, con unas enormes letras negras en el centro, llena el escaparate. Una de las letras chorrea tinta, tal vez sangre. «No a la guerra*». El póster imita a las pegatinas que algunos artistas llevaron durante las protestas por la invasión y ocupación de Irak. Llama la atención. Es de lo que se trata. «No a la guerra*». Con asterisco. Con trampa. En la parte inferior, en letra pequeña, el cartel desvela su auténtica razón de ser: «*Excepto en rebajas». Todo vale. Hasta la guerra, si es por una buena causa. Unas rebajas, por ejemplo.
Una luna. Tres palabras. Una manera de entender el mundo. El cartel de Misako va firmado con el nombre de la empresa y su lema. Toda una declaración de intenciones para los tiempos que vuelan. «Misako. Tener bolsos por tener». Es lo que se lleva. Tener por tener. Por puro lujo. Por aburrimiento. Tener o no tener. Tener para poder ser. «Perdemos horas, tardes, noches… Perdemos ocasiones de estarnos. Perdemos ocasiones de tenernos… por ansias de tener. Y apenas tenemos nada», escribió la poeta Gloria Fuertes. Tener por tener. Una luna. Tres planetas. Los que nos harían falta si el resto del mundo consumiera, derrochara, tanto como nosotros los europeos.
Desenmascarar la publicidad, bajarla de su pedestal, arruinar su prestigio. El colectivo de los déboulonneurs, los desmontadores, nace en Francia en 2005. Lo suyo es la contrapublicidad. Manipular los carteles y campañas para denunciar el consumismo y la contaminación visual que provoca la propaganda. «Garantizamos precios bajos todo el año» se convierte, de un simple brochazo, en «Garantizamos salarios bajos todo el año». Ironía, provocación, humor, poesía, acción… Siete integrantes del colectivo han sido juzgados este mes por «manchar» las vallas publicitarias de una estación de París. Se enfrentaban a una pena de cinco años de cárcel. La sentencia, probablemente una multa de 500 euros, se conocerá el 23 de febrero.
«Aceptamos el sistema global de imágenes publicitarias como aceptamos el clima», advertía John Berger en 1974. Desde entonces, no ha parado de llover anuncios. El diluvio universal. Respiramos. Soñamos. Comemos. Somos anuncios. «El Corte Inglés, especialistas en ti». La vida no cuenta. La publicidad, sí.