A las mujeres de México y el mundo.
Callar nos vuelve cómplices, el silencio nos hace espectadoras y hacedoras de nuestros propios dolores, cómplices de relaciones amorosas y sociales que nos excluyen, marginan y nos destruyen, no lo decimos como figura retórica, sino como una realidad cada vez más «global», imposible de ocultar. La contradicción entre el planteamiento de un mundo igualitario y libre (el decir) y la práctica de la exclusión, la descalificación, la segregación, la violencia (el hacer) han construido un mundo de relaciones enfermas, incompletas, destructivas. Nosotras hemos sido blanco del odio racial, del maltrato machista, porque la violencia contra las mujeres es la manifestación de relaciones históricamente desiguales entre hombres y el llamado «sexo débil», que han desembocado en la dominación de los primeros sobre las últimas bajo el manto, muchas veces, sutil pero devastador de la discriminación que ha impedido nuestro desarrollo pleno y cuando la discriminación se eleva a su máxima expresión, se traduce en violencia contra nosotras convirtiéndose en un mecanismo social fundamental y universal que conduce a la subordinación de la mujer respecto del hombre. Sólo en nuestro país esta violencia ha cobrado en los últimos años cientos de vidas, ocurridas -en la mayoría de los casos- a manos de algún familiar o de la pareja sentimental. El estudio denominado los feminicidios. Un problema social en México, establece al respecto lo siguiente: Durante el 2004 se contabilizó el asesinato de 1117 mujeres, lo que significa que alrededor de 3 mujeres fueron asesinadas cada día -actualmente el número asciende a una mujer asesinada cada 6 horas-. En su mayoría se trató de feminicidios íntimos dado que en más del 50% de los casos, los homicidas fueron parejas de estas mujeres. En el primer semestre del 2004 fueron asesinadas 203 mujeres en Chiapas, 106 en el distrito Federal; 91 en puebla; 95 en Sinaloa; 89 en el Estado de México, 230 en Veracruz; 37 en Baja California Norte y 33 en Morelos. Así mismo en Ciudad Juárez fueron reportados 13 nuevos asesinatos contra mujeres. El Estado de México es considerado como el segundo lugar en donde acontecen más feminicidios en México, con más de 300 al año. Se calcula que durante 2003 y 2004, 90 mujeres fueron asesinadas en Cancún, Quintana roo. Entre 2000 y 2004 han sido desaparecidas y asesinadas más de 900 mujeres en Veracruz. «Durante el 2004 ocurrieron 95 homicidios de mujeres en Sinaloa, mientras que de enero a agosto de 2005 se reportó la muerte de más de 30, 24 de ellas víctimas de violencia intrafamiliar. El 48.4% de los feminicidios han sido cometidos por hombres con los que las mujeres tenían o habían tenido relaciones de pareja o familiares. En el feminicidio íntimo, las parejas son responsables del 81% de esas muertes. En la medida en la que un buen número de mujeres asesinadas fueron víctimas de sus propias parejas sentimentales, podemos afirmar que, en una proporción mayoritaria, el feminicidio es la culminación de una larga cadena de agresiones cada vez más graves, que se prolongaron por largo tiempo. Los datos revelan que esos asesinatos de mujeres podrían haberse evitado si se hubiese parado en sus inicios la espiral de la violencia intrafamiliar.» ¿Cómo construir otras formas de relación?, ¿qué hacer para construirlas?, ¿con quién trabajar para lograrlas? El recorrido no es fácil y el problema menos aún, pero hay que hacerlo desde ahora y con los recursos que tenemos. Uno de ellos es la palabra: denunciar, señalar, no dejar pasar y actuar en consecuencia, ese es un primer paso pequeño pero importante, pero además de decir hay que hacer, y hacer significa transformar, dejar de ser las policías de nuestro propio pensamiento y las reproductoras de las normas patriarcales, esas que seguimos a pesar nuestro. Todas tenemos que hacer la tarea primero con nosotras mismas, no condescendiendo con nuestras recaídas, con nuestras debilidades, con nuestras justificaciones; al contrario, atendiendo cada uno de los pensamientos que se concretan en acciones que casi siempre van en contra de nosotras. No basta con hablar, hay que actuar en los distintos espacios (familiar, laboral, escolar, comunitario, partidario, organizativo, etc.) para ocupar el lugar que nos corresponde como mujeres, como seres humanos, como partícipes en el quehacer social y en la construcción de un futuro realmente igualitario y democrático. Hay que actuar para que la violencia contra la mujer no se ejerza ni se oculte en ningún ámbito, para que la violencia, el ultraje y la violación sexual contra las compañeras luchadoras sociales de Atenco y Oaxaca, por las policías estatales, la Agencia Federal de Investigación y la Policía Federal Preventiva, así como la violación y el asesinato de nuestra hermana mayor (la compañera indígena náhua Ernestina Ascencio Rosario de 73 años de edad, de Tetlatzinga, Soledad Atzompa, Veracruz ), por tropas del ejército federal, no queden en la más completa impunidad, como lo pretende el poder corrompido clerical y reaccionario que gobierna de manera ilegítima a nuestro país. Si la participación política de la mujer únicamente se mistifica y no modifica la subjetividad y las relaciones entre géneros, si no obliga a reconocer nuestras capacidades, ni abre espacios sólo reservados para los hombres (espacios en los que se nos acepta sólo como subordinadas), la lucha que hagamos hombres y mujeres por construir relaciones liberadas de la lógica de dominación -de clase, de género y étnica- no estará construyendo nada nuevo. ¡DESPIERTA PROLETARIO! ¡CONTRA EL NEOLIBERALISMO, EL PODER POPULAR! ¡POR EL SOCIALISMO: VIVIR, LUCHAR, VENCER! ¡SER PUEBLO, HACER PUEBLO, ESTAR CON EL PUEBLO! Estructura de la Mujer de la TENDENCIA DEMOCRÁTICA REVOLUCIONARIA-EJÉRCITO DEL PUEBLO