El constructor de Fuenlabrada, conocido como ‘El pelucas’, no tiene yate grande ni pequeño y lo más cercano es un todoterreno con no pocos años. También lleva a cabo ambiciosas promociones inmobiliarias pero, a diferencia del ‘Pocero’ de Seseña, vende sus pisos a precio de coste. José Moreno, que así se llama este vecino de […]
El constructor de Fuenlabrada, conocido como ‘El pelucas’, no tiene yate grande ni pequeño y lo más cercano es un todoterreno con no pocos años. También lleva a cabo ambiciosas promociones inmobiliarias pero, a diferencia del ‘Pocero’ de Seseña, vende sus pisos a precio de coste.
José Moreno, que así se llama este vecino de Fuenlabrada de aire campechano y oronda figura, acaba de entregar una promoción de 402 viviendas en una de las zonas más cotizadas de este municipio, junto al hospital y frente a la universidad, a unos precios absolutamente fuera del mercado. Fuera pero por debajo, ya que sus pisos han costado hasta cinco veces menos que los que los rodean.
Las viviendas, de tres y cuatro dormitorios, incluidos 28 dúplex, han valido a cada joven entre 82.000 y 88.000 euros . «Ni más ni menos que lo que cuestan», explica él. «Y si yo lo hago, ¿por qué no lo pueden hacer los demás?», se cuestiona.
Se trata de una edificación en la que no se ha escatimado en nada. Las calidades son las mejores, cada vivienda cuenta con una plaza de garaje y un trastero y las zonas comunes cuentan con pistas polideportivas, parques y una zona de baño con una piscina de 35 metros de largo.
Los edificios que rodean esta promoción no soportan comparación alguna. Los de tres habitaciones se venden por 405.000 euros, mientras que los unifamiliares sobrepasan holgadamente los 700.000 euros.
Se trata de una urbanización alzada sobre suelo de protección oficial, pero es que tampoco los edificios de esta modalidad aguantan la comparativa. «Yo veo feo que si yo puedo hacerlos por 14 millones, otras cooperativas los hagan por más y que otras empresas los vendan todavía mucho más caros», expone .
Ha habido quien le ha acusado en el pueblo de enriquecerse con estas operaciones, pero lo cierto es que jamás se le ha imputado por nada y que más de 400 jóvenes han cumplido su sueño de tener una vivienda propia. «Yo en todas las cooperativas que he gestionado jamás había cobrado un duro. El constructor me pagaba los gastos de teléfono porque ya me parecía abusivo que me costara dinero a mí», comenta Moreno.
‘Me parecía indigno cobrar’
«Me parecía indigno cobrar, pero eso no se lo creía nadie nada más que mi familia, que encima me llamaba gilipollas», continúa. «Muchos decían que me estaba haciendo millonario así que se decidió que en esta promoción tuviera un sueldo».
Como consecuencia, dejó durante el tiempo que han durado las obras la dedicación exclusiva como encargado de la pocería de Fuenlabrada. «Los últimos tres meses casi dormía en la obra para poder entregarlos a tiempo», recuerda.
Aunque regularmente es tentado por los distintos grupos políticos de Fuenlabrada, este revolucionario del ladrillo (curiosamente, su edificio se ubica en la calle Che Guevara) no tiene ninguna aspiración política. «Mi vida está dedicada a esto», dice él.
Sí que participó en los comicios de 1979 dentro de un partido minoritario (PT, Partido de los Trabajadores) con el que salió elegido, ejerciendo durante cuatro años como Concejal de Deportes. Sin embargo, entendió que podía aportar más trabajando a pie de calle y se implicó a fondo en el movimiento obrero y asociativo.
Su maniobra más conocida en este ámbito sucedió cuando desahuciaron a 12 familias de su barrio, La Avanzada. «Los había estafado un abogado», repasa. Convocó a los vecinos y consiguió reunir a 2.000 personas, la mayoría mujeres y niños, ya que era por la mañana de un día laborable. Su imagen esposado a una ventana es ya parte de la historia de esta localidad.
Poco después abanderó la primera cooperativa en un aparcamiento subterráneo al entender que sería más productivo unirse al sistema y cambiarlo desde dentro. Que la mejor prevención para este tipo de dramas sería sortear la plusvalía de los promotores consiguiendo que los propios ciudadanos promovieran sus casas.
A esta primera siguió otra en unos bloques que llevaban años abandonados. Esta segunda se desarrolló hace nueve años y las viviendas se entregaron a un precio de seis millones de las antiguas pesetas. Dos años más tarde, desarrolló otra promoción de 170 viviendas que oscilaron entre los ocho y los nueve millones de pesetas.
No contento con esta situación, ya está pensando en su nueva aventura: exportar el modelo a las localidades colindantes. Los jóvenes de Humanes y Moraleja de Enmedio ya se frotan las manos ante la posibilidad de que esta ONG del ladrillo empiece a trabajar en sus pueblos.