En días pasados se realizó en la Facultad de Ciencias de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), un foro singular. Se trataba del esfuerzo de un conjunto de estudiantes que, preocupado por el excluyente proceso de transformación del plan de estudios en la carrera de Biología, decidieron convocar a la comunidad académica y estudiantil […]
En días pasados se realizó en la Facultad de Ciencias de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), un foro singular. Se trataba del esfuerzo de un conjunto de estudiantes que, preocupado por el excluyente proceso de transformación del plan de estudios en la carrera de Biología, decidieron convocar a la comunidad académica y estudiantil a reflexionar sobre el papel que deben desempeñar los biólogos en el México actual.
Para un conjunto de autoridades y algunos despistados, la reforma debe estar encaminada al fortalecimiento de la «biotecnología», el «ecoturismo» y otras técnicas de gran rentabilidad, pero poca sensibilidad para resolver los grandes problemas ambientales y sociales del país.
Como ha ocurrido con muchos planes de estudio en las universidades mexicanas, tanto en las llamadas ciencias duras como en las sociales, las modificaciones se hacen ad hoc a las grandes empresas, para aumentar sus ganancias, no para resolver los problemas de la gente. Esto estaba en la preocupación central de los estudiantes de biología que organizaron el foro «Biólogos en México: ¿por qué y para qué?», que su formación científica y la de las generaciones futuras de estudiantes sirviera a la nación, no sólo a las elites empresariales.
Enlisto aquí algunos puntos de la información y discusión que emanaron de este encuentro. Pienso que son valiosos y pueden ayudarnos a todos a meditar sobre la función que deben desempeñar las universidades públicas en el mundo, en un contexto de crisis social y ecológica que se profundiza en el planeta, principalmente a consecuencia de las absurdas políticas económicas que despojan a los pueblos de sus derechos y recursos, al tiempo que devastan el medio ambiente, comprometiendo gravemente nuestro desarrollo, el de las generaciones futuras, así como la sobrevivencia de cientos de especies vivas en todos los rincones de la tierra.
Según los ponentes, la UNAM es pionera en el estudio de la Biología en México, pues fue con la reforma académica de 1939 y la refundación de la Facultad de Ciencias, que se consolidó la carrera de Biología en el país. En 1941 se hace lo propio en el Instituto Politécnico Nacional y así comienza un progresivo avance de las ciencias biológicas, al grado de que, actualmente, existen ya 45 centros mexicanos formadores de biólogos, de los cuales más del 70% son públicos. Sin embargo, aun hace falta mucho por hacer, pues todavía son pocos estudiantes de biología los que hay en México, y los que hay, están muy concentrados en el centro del país: de la totalidad de la matrícula de educación superior que tenemos en todas las carreras, tan sólo el 1% estudia biología, y más del 40% de ellos lo hacen en el Distrito Federal.
En las leyes orgánicas y estatutos de estas carreras, por lo general, se especifica que los objetivos centrales son coadyuvar a la formación de los recursos humanos, el desarrollo independiente del país, su fortalecimiento técnico, así como el aprovechamiento racional de los recursos naturales de la nación, entre otros.
Hoy vemos que, para los gobiernos neoliberales como el de México, los intereses de los grandes magnates nacionales y extranjeros están por encima de los intereses de los pueblos. No hace falta dar demasiados ejemplos al respecto, baste decir que en este momento, en nuestro país el gobierno de Calderón pretende entregar al menos el 75% de la riqueza petrolera a las empresas trasnacionales, con una reforma que dice «no va a privatizar el petróleo», pero que en los hechos entrega petroquímica, refinamiento, almacenamiento, transportación y distribución del hidrocarburo a un puñado de empresas trasnacionales; mientras que en Venezuela este preciado recurso sirve para el desarrollo nacional, para la diversificación de la producción, para sostener programas sociales que garantizan el acceso de la población a derechos tan esenciales como la alimentación, la educación, el trabajo, la vivienda, la cultura, etc.
En esta perspectiva, la disyuntiva en la formación de nuestros estudiantes de biología en la UNAM como en el todo el país estará entre atender los problemas de la nación mexicana, o los de estas corporaciones rapaces.
Decía una de las ponentes del foro que, siendo México uno de los países con mayor biodiversidad del planeta, el objetivo de los biólogos debía ser, fundamentalmente, preservar, conservar, difundir y aprovechar sus bondades, sin destruirla, para lo cual se hace necesario entablar una estrecha relación y coordinación entre las comunidades y las políticas públicas. Y está en lo cierto.
El problema es que, quienes imponen las políticas públicas, no están pensando en la coordinación con las comunidades, ni están pensando en preservar los recursos naturales. Por el contrario, los gobiernos neoliberales que hemos padecido están más empeñados en enriquecerse a través de ceder esta riqueza a los capitales extranjeros, sin importar el impacto ecológico y pasando por encima de las comunidades locales.
Comentaba una profesora que frente a la crisis social y biológica del país, se hacía cada vez más importante la reflexión de los «¿biólogos para qué?», pues sin duda la sociedad necesita biólogos, pero más que eso, necesita de personas concientes, informadas, que entiendan los problemas que atravesamos y busquen alternativas para resolverlas. Es así que un biólogo, como un sociólogo, un médico o un economista, puede hacer mucho, usando sus conocimientos, difundiéndolos, generando conciencia y buscando con los pueblos soluciones.
En cuanto al problema concreto de la Biología, es evidente que mientras más suba la temperatura del mundo y más suban los precios de los alimentos; mientras más desastres naturales y sociales se generen a causa del calentamiento global y del agotamiento del petróleo, más necesarios serán los egresados de las escuelas y facultades de biología. Pero no egresados con un perfil egoísta e individualista que el «mercado necesita», sino formados con rigor científico y sensibilidad social y ecológica.
Al fin que la ciencia no es «neutral» como pretenden hacernos creer los nuevos positivistas. Por el contrario, la ciencia tiene un objetivo, y es hacernos la vida mejor a todos.
Los que dicen que los planes de estudio deben ser para ser «más competitivos en el mercado laboral… para obtener empleo» están diciendo que debemos abandonar la diversidad de conocimientos para reducirnos a simples técnicos, operadores parciales, no científicos. Lo que no entienden es que el desempleo no es por los planes de estudio, sino por la dinámica capitalista de reducir costos y aumentar la producción empleando nuevas y menores tecnologías que desplazan fuerza de trabajo, cosa que no se resuelve recortando los conocimientos de los estudiantes. Por lo demás, un egresado con una formación integral, se enfrentará mejor al «mercado laboral» que uno con formación parcial y mocha.
Es entonces, que debemos hacernos seriamente las preguntas, ¿biólogos por qué?, ¿biólogos para qué?, pero también, y hoy más que nunca ¿biólogos para quién?