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Zapatero, transportado por la crisis

Fuentes: WIP

La crisis va cuesta abajo en un camión sin frenos. El problema del transporte parece haber despertado de al gobierno, que estaba dormidito en los laureles del superávit y en las mieles de una victoria electoral casi inesperada. Se despierta y encuentra que todas esas cuentas que cuadraban tan bien apenas hace unos meses, ya […]

La crisis va cuesta abajo en un camión sin frenos. El problema del transporte parece haber despertado de al gobierno, que estaba dormidito en los laureles del superávit y en las mieles de una victoria electoral casi inesperada. Se despierta y encuentra que todas esas cuentas que cuadraban tan bien apenas hace unos meses, ya no cuadran. El problema parece haber transportado a Zapatero hasta esa realidad económica que lleva meses tratando de asomar por algún lado.

La huelga de camioneros lleva ya varios días y está provocando serios problemas sociales y económicos. La población está nerviosa y los supermercados dan un aspecto triste, pero no hay una solidaridad general. La huelga es un derecho aceptable pero nadie quiere que ese derecho le quite los productos de los supermercados, prefiriendo ignorar cómo llega, cuánto cuesta que llegue y por qué llega a los precios que llega. Que protesten, pero que no interrumpa la comodidad de la vida moderna. Pero es un hecho, las personas que nos traen esa comodidad van a tener que dajar de hacerlo, ya sea por la huelga o por la ruina.

Pero el gobierno parece haber encontrado la formula mágica para arreglar el problema de la crisis del transporte: a palos. Un método comprensible si gobernara Aznar, Franco o algún otro extremista de la derecha, pero gobierna el PSOE, el partido de la moderación y del diálogo. ¿Si no han podido negociar con unos camioneros, cómo van a negociar con ETA? ¿Si no pueden dialogar con unos transportistas, o con unos pescadores, cómo van a dialogar con los nacionalistas? ¿Dónde está el famoso talante? Algo falla en la ecuación. Cuando Zapatero habla de España dice que no hay crisis si no «tiempo de dificultades» pero cuando habla del petróleo el eufemismo se disipa y admite que hay crisis; crisis internacional; la justificación polivalente para todo tipo de acusación parlamentaria.

Aunque lo rebauticemos y lo pintemos de otro color, el problema no desaparece. ¿Cómo puede haber una gran crisis internacional sin que afecte a los «problemas» nacionales? La huelga de transportes en España no es más que eso, la consecuencia de una crisis internacional provocada por el alza indiscriminada del precio del petróleo. Hoy el barril anda en los 132 dólares y sigue subiendo. Sería una estupidez aferrarse al exceso de optimismo y tratar de engañar a los ciudadanos comparando cifras con las de otros gobiernos, porque los ciudadanos ya tienen el problema en casa, lo tienen ya en el bolsillo. No vale de nada que la ministra diga en televisión que todo esta bien, que el abastecimiento de gasolina está garantizado y que al día siguiente las gasolineras sigan cerradas por falta de combustible. Los camiones han estado bloqueando las principales ciudades del país, causando desabastecimiento grave en todos los servicios. Millones y millones de euros en pérdidas tanto en las grandes industrias como en los pequeños comercios, agricultores y ganaderos. ¿Solución? El palo. Llegó la policía y quitó por la fuerza a los camiones, puso multas, retiró carnés de conducir… ¿Y ahora qué? ¿Desaparece el problema? El gobierno arrastra a la ruina a los independientes, que son muchísimos, porque ya ha llegado a un acuerdo con las empresas grandes. ¿Será que el único modo de sobrevivir de los independientes debe ser, por fuerza, pasar a ser empleados de las empresas grandes?

Aunque llegasen a un acuerdo, ¿qué pasará cuando el barril pegue otra subida? ¿Otra huelga? Los transportistas piden algo bastante lógico, poder ganar lo mínimo para vivir y no trabajar para tener perdidas. Más, siendo ellos los que llevan las mercancías que hacen ricos a los demás y a los famosos intermediarios que compran una naranja a céntimo y la venden a euro. ¿Por qué la culpa y la cuestión se proyecta sobre el gobierno? Porque la mitas de lo que se paga por la gasolina son impuestos. Si el gobierno quisiera podría bajar el precio a la mitad, para la alegría de todos, pero por desgracia tendría que subir los impuestos a lo bestia, ya que gracias al impuesto de los carburantes el estado recauda miles de millones de los que no puede y no sabe prescindir. ¿Qué pasará cuando la energía solar sea general? Pondrán impuestos al sol. Está claro.

Pero, si le dan a los transportistas lo que piden, o cualquier otra ventaja, detrás de ese acuerdo se lanzarán todos los demás, a por un acuerdo similar: pesqueros, taxistas, aviones…

En esta sociedad actual en que todo depende del petróleo, la gasolina y los motores de combustión, es lógico que si sube el barril, arrastre todos los costes y precios de todo lo demás. Al traste con todas esas cuentas tan bonitas con las que nos quisieron engañar en época electoral, en la que por cierto nadie vio venir la crisis, o nadie quiso decirlo. La verdad es peligrosa para los políticos.

La crisis del transporte en España es solo una de las mil crisis que se avecina en toda Europa. Es la forma que tiene el dólar de vengarse del euro, que por muy fuerte que parezca nunca tendrá el respaldo del petróleo guardando sus espaldas. La gente se siente engañada, frustrada, indefensa ante el abuso económico.

Crisis, recesión, desaceleración… se llame como se llame está causando ansiedad y casi pánico, a la sociedad. Zapatero, el rey del eufemismo seguro que encontrará palabras que suavicen el problema, aunque no se da cuenta que eso lo único que hará es convencer a los ciudadanos, a muchos de sus votantes, que les están tomando el pelo.

Habrá que esperar. A ver qué hacen los políticos además de dar palos y usar la fuerza. Hacen falta medidas reales y soluciones, no barrer bajo la alfombra porque debajo de la alfombra ya no cabe más basura.

http://www.worldimagepress.org/Despana–crisis%20transporte.htm