Hay dos lecciones cruciales que tenemos que aprender de la turbulencia financiera a la que el mundo se enfrenta. Primero, la crisis se ha forjado durante 20 años y muestra muy claramente que cuanto más tiempo se ignoran los riesgos, más grandes serán las consecuencias. Segundo, podríamos enfrentarnos a un largo periodo de recesión en […]
Hay dos lecciones cruciales que tenemos que aprender de la turbulencia financiera a la que el mundo se enfrenta. Primero, la crisis se ha forjado durante 20 años y muestra muy claramente que cuanto más tiempo se ignoran los riesgos, más grandes serán las consecuencias. Segundo, podríamos enfrentarnos a un largo periodo de recesión en los países ricos y bajo crecimiento en todo el mundo. Aprendamos las lecciones y tomemos la oportunidad de la coincidencia de la crisis y la profunda conciencia del gran peligro de un cambio climático sin control: Es el momento de colocar los cimientos de un mundo con un crecimiento bajo en carbono.
Un crecimiento con gran uso de carbono -business as usual- habría llevado a mitad de siglo las concentraciones de gases invernadero a un punto donde un gran desastre climático sea muy probable. Nos arriesgamos a una transformación del planeta tan radical que involucraría grandes movimientos de población y conflictos en todas partes. Puesto de forma simple, crecimiento con gran uso de carbono destrozaría el crecimiento. Para manejar el clima, tenemos que recortar las emisiones del mundo al menos un 50 % para 2050*, como reconoció el G8 a principios de año. Dado que las emisiones de los países ricos están muy por encima del promedio mundial, sus recortes deberían ser de al menos el 80%, reconocido en Europa y en el Reino Unido, con la adopción de este objetivo la semana pasada.
Hace pocos días, el gobernador del Banco de Inglaterra Mervyn King y Gordon Brown han indicado que el país se dirige hacia la recesión. No sabemos cuanto durará, pero es poco probable que sea corta. Las políticas relevantes están siendo puestas en marcha para evitar el derrumbe del Reino Unido más allá en la crisis y empezar a construir un sistema financiero más sólido. Pero cuando los bancos reconstruyan sus balances y miren hacia ratios de capital más altos tendrán que restringir los préstamos. La política monetaria pos si sola, aunque es importante, es muy improbable que nos saque de la recesión rápidamente; la política fiscal para expandir la demanda tiene que jugar un papel. Pero, el incremento de gasto público debería centrarse no sólo en animar la demanda a corto plazo. Tiene que promover un crecimiento que pueda sostenerse.
El próximo periodo de crecimiento puede ser asentado firmemente sobre una infraestructura de bajo uso de carbono y las inversiones que no sean sólo provechosas, con las políticas correctas, pero también permitiendo una economía y sociedad más tranquila, más limpia y más segura. Y si como debemos, detenemos la deforestación – la fuente del 20% de las emisiones de gases invernadero – al mismo tiempo podemos también proteger e incrementar nuestra biodiversidad y sistemas hídricos.
La Agencia Internacional de la Energía estima que las inversiones en la infraestructura energética mundial es muy probable que alcancen 1 billón de dólares al año durante los próximos 20 años. Si la mayoría de esta inversión es de bajo consumo de carbono y parte de ello se adelanta, será una fuente destacable en demanda de inversiones. Así también serán las inversiones en eficiencia energética, muchas de las cuales pueden ser intensivas en mano de obra y estar disponibles inmediatamente.
Esta bastante claro que un programa puede ser colocado junto de forma que ambos animen la demanda en el corto plazo y prepare un crecimiento eficiente, fuerte y sostenible en el medio plazo. Tiene que ser estructurado cuidadosamente con los sectores público y privado juntos. Será el sector privado el que haga la mayoría de las inversiones, pero el sector público tiene que dar forma a los incentivos y el clima de inversión que permita que la inversión se produzca. Esto significará trabajar con la Unión Europea y el marco de la convención de la ONU sobre el cambio climático en Copenhague para mantener un precio para el carbón, usando comercio de carbono* e impuestos. Significa regulación, por ejemplo, de las emisiones de los vehículos para dar claras señales que permita economías de escala y reducir la incertidumbre.
No es sin embargo, sólo un asunto de la correcta motivación del sector privado y la escala apropiada y la estructura del gasto público. El clima de inversión tiene que ser también adecuado. Podría ser un límite claro en el tiempo de planear las decisiones y una estrategia nacional de energía que modele las decisiones. Debería haber una actitud de mente abierta a la tecnología y dejar a los mercados elegir las alternativas, sin poner obstáculos en la forma que podría surgir a consecuencia a una antipatía a una tecnología particular. Una demostración de la captura de carbono y almacenaje para el carbón y el gas* a una escala comercial en la generación de electricidad debería ser una prioridad especial, dado la probable relevancia del carbón en el futuro crecimiento de muchos países. La reforma de la estructura de la red será necesaria para permitir decisiones locales y descentralizadas para la generación tales como la eólica, la solar y la combinación de calor y energía. Y la estrategia energética tiene que incluir la seguridad energética y el pico de carga de suministro. Con políticas racionales todo esto es posible, en consonancia con las tecnologías bajas en carbono.
Los próximos años presentan una gran oportunidad para establecer los cimientos de una nueva forma de crecimiento que puede transformar nuestras economías y sociedades. Salgamos de la recesión de una forma que reduzca los riesgos para el planeta y encienda una ola de nueva inversión que creará una economía más segura, más limpia y más atractiva para todos nosotros. Y haciendo esto, demostraremos a todos, especialmente para el mundo en desarrollo, que el crecimiento con bajo uso de carbono no solo es posible, sino que puede también ser una ruta productiva y eficiente para superar la pobreza mundial.
Lord Stern es profesor de economía en IG Patel y gobernador en el London School of Economics y director del Informe Stern de 2006 sobre la economía del Cambio Climático.
* Esta previsión de Stern y del G8 se ha mostrado ya obsoleta y varias organizaciones piden el 100% de reducción de emisiones para 2050.
* El comercio de carbono no es una solución, ya que no contribuye a la reducción de emisiones globales, sólo seria efectiva si las reducciones necesarias fueran pequeñas (objetivo tipo Kyoto)
* Se necesita una paralización en la construcción de nuevas centrales sin dicha tecnología, (si es que llega a tiempo de ser viable en el espacio de tiempo necesario, menos de 20 años)
Traducido por Mario Cuéllar para Globalízate. Revisado por Félix Nieto
Artículo original:
http://www.guardian.co.uk/commentisfree/2008/oct/23/commentanddebate-energy-environment-climate-change