Las mujeres del Estado español, que durante la II República conquistaron el derecho a participar de forma efectiva en la esfera política, sufrieron un duro revés durante los 40 años de dictadura franquista. El ordenamiento legal impuesto por el régimen nacional-católico amputó todo resquicio de autonomía individual, recluyó a éstas en el ámbito doméstico y […]
Las mujeres del Estado español, que durante la II República conquistaron el derecho a participar de forma efectiva en la esfera política, sufrieron un duro revés durante los 40 años de dictadura franquista. El ordenamiento legal impuesto por el régimen nacional-católico amputó todo resquicio de autonomía individual, recluyó a éstas en el ámbito doméstico y las convirtió en eje de la moralidad social, confiándoles la alta responsabilidad de «proporcionar hijos a la Patria».
No resultaba fácil zafarse de aquel siniestro corsé. Sin embargo, y a pesar de que toda forma de organización situada fuera de la órbita franquista había sido ilegalizada, fueron las mujeres las que, tanto o más que los hombres, alumbraron el movimiento vecinal en la segunda mitad de los ’60. Sobre todo para los más jóvenes y las mujeres, estas asociaciones se convirtieron en verdaderas escuelas de democracia, en un espacio de aprendizaje de prácticas ciudadanas en el que, por primera vez, tuvieron ocasión de participar en asambleas, de opinar en debates abiertos y de colaborar en la organización de acciones colectivas.
La presencia, en primera línea, de las mujeres, se explica en parte porque, recluidas en el ámbito de la reproducción, eran quienes más sufrían las consecuencias de la falta de colegios, centros de salud, la precariedad de las viviendas… Por ende, alejadas del ámbito del trabajo de la esfera pública, eran las que más tiempo tenían para participar de forma activa en la organización de actos de protesta (cortes de carretera, manifestaciones…).
El papel desempeñado por las mujeres en el movimiento vecinal y, a la inversa, la función de estas asociaciones en la transformación de las mujeres en ciudadanas es, como apunta la antropóloga Britt- Marie Thurén, una cuestión pendiente de estudio. Habría, además, otra no menos relevante: el histórico ‘olvido’ de la cuestión de género en el discurso del movimiento vecinal. Superarlo es un reto que no puede esperar al futuro.