Las mujeres de la convulsionada zona petrolífera del Delta del Níger, en el sur de Nigeria, han amenazado con declararse en huelga y dejar de cocinar para los hombres a menos que los problemas de desarrollo de la región sean atendidos urgentemente. Consideran que la amnistía ofrecida a los grupos guerrilleros por el presidente, Umaru […]
Las mujeres de la convulsionada zona petrolífera del Delta del Níger, en el sur de Nigeria, han amenazado con declararse en huelga y dejar de cocinar para los hombres a menos que los problemas de desarrollo de la región sean atendidos urgentemente. Consideran que la amnistía ofrecida a los grupos guerrilleros por el presidente, Umaru Yar’Adua, no bastará para conseguir la paz en la región.
Las mujeres de los estados productores de petróleo de Akwa Ibom, Bayelsa, Cross River, Delta, Edo y Rivers, en el Delta del Níger (sur de Nigeria) advirtieron ayer en un comunicado de que la actual amnistía gubernamental para los grupos guerrilleros de la región no logrará llevar la paz a menos que vaya acompañada de un desarrollo masivo. Por eso, tras una reunión celebrada en la víspera bajo la égida del Grupo de Acción de Género, las mujeres del sur de Nigeria, amenazaron con dejar de cocinar para los hombres en el caso de que no se atajen con urgencia los problemas de desarrollo en la región.
Las mujeres culparon a la militancia y a la criminalidad en el Delta del Níger por el abandono, la pobreza, la degradación medioambiental y el subdesarrollo de la región.
«La amnistía ofrecida por el Gobierno no tiene potencial para resolver las causas básicas de la agitación en el Delta del Níger. Es simplemente un nudo corredizo colocado al cuello de la población de esta región», subraya el comunicado en referencia a la amnistía ofrecida por el Gobierno a los militantes de aquellos grupos guerrilleros que renuncien a la violencia y entreguen sus armas.
«Armas de guerra»
«Cada arma entregada debe ser intercambiada por empleos, becas estudiantiles y otras formas de desarrollo, en caso contrario las mujeres depondremos nuestras `armas de guerra’: cacerolas, sartenes, cucharones, espumaderas y palos de amasar», afirma la nota difundida del colectivo femenino nigeriano.
El Movimiento para la Emancipación del Delta del Níger (MEND), el principal grupo guerrillero de la región sur de Nigeria, declaró en julio pasado una tregua de 60 días en respuesta al ofrecimiento de amnistía del Gobierno. El alto el fuego temporal entró en vigor el 15 de julio, dos días después de que las autoridades de Abuja pusieran en libertad al líder del movimiento, Henry Okah, que estaba siendo juzgado por contrabando de armas y traición y aceptó la amnistía ofrecida por el presidente nigeriano, Umaru Yar’Adua.
Los guerrilleros pueden acogerse hasta el próximo 4 de octubre a la amnistía, fuertemente criticada por los partidos de la oposición, para quienes no será suficiente para acabar con los ataques en la región petrolera y exigen un proceso de desarme que atienda a los problemas de desarrollo de la zona.
El MEND y otros grupos iniciaron su lucha armada en 2006, tras reclamar al Gobierno nigeriano más autonomía e inversiones en la empobrecida región del Delta del Níger, en el marco de la cual atacan oleoductos y otras infraestructuras petrolíferas y, con menos frecuencia, secuestran a empleados de compañías petroleras.
Las acciones de los insurgentes han reducido la producción de petróleo de Nigeria de 2,6 millones de barriles diarios a 1,2, lo que ha contribuido a la subida de los precios internacionales del crudo.
Un presidente debilitado por dos rebeliones
Los combates de finales de julio entre las fuerzas de seguridad y un grupo islamista del norte de Nigeria pusieron un poco más en evidencia la fragilidad del presidente del país, Umari Yar’Adua, que se enfrentaba ya a una rebelión en el sur petrolero del país.
El Delta del Níger es escenario desde 2006 de ataques de grupos armados que reivindican una mejor distribución de la riqueza. El presidente les ofreció una amnistía y el principal grupo, el MEND, declaró un alto al fuego, pero los problemas en el sur, donde la población es muy pobre, están lejos de alcanzar una solución.
En la otra punta del país, la secta islamista Boko Haram, que se identifica con los talibán afganos, desafió a las fuerzas de seguridad atacando comisarías. Los combates que siguieron dejaron más de 700 muertos en cinco días.
Según los analistas, los problemas de Nigeria, octavo productor mundial de crudo, persistirán mientras la corrupción, el desempleo y la pobreza no se combatan con eficacia. En Nigeria, el país más poblado de África, con 140 millones de habitantes e importantes recursos naturales, las poblaciones pobres y con bajo nivel de escolarización del norte y sur son tierra fértil para corrientes de pensamiento radicales o milicias armadas.
Según Sebastian Spio Garbrah, del Eurasia Group, estas dos crisis casi simultáneas ponen de relieve el «aspecto artificial» de la unidad de Nigeria, que es una federación de 36 estados con una población repartida casi a partes iguales entre el norte musulmán y el sur cristiano.
La rápida y brutal represión de Boko Haram demostró la voluntad del Gobierno de afirmar su autoridad. «No se trata de resolver el problema, sino de mostrar que el Estado existe», estimó un diplomático africano.