Vivir de rodillas: Es bueno cuando la realidad se nos muestran tal como es, cuando las vendas no ocultan la verdad y no hay disfraces en su arte del disimulo. La payasada de la elección de la ciudad olímpica es mucho más que un paseo por el túnel del horror. Es seguramente lo más parecido […]
Vivir de rodillas: Es bueno cuando la realidad se nos muestran tal como es, cuando las vendas no ocultan la verdad y no hay disfraces en su arte del disimulo. La payasada de la elección de la ciudad olímpica es mucho más que un paseo por el túnel del horror. Es seguramente lo más parecido al funcionamiento de la maquinaria que gobierna este nuestro castigado mundo y en especial una fotocopia «en alta resolución» de la mecánica de uno de sus más poderosos ejércitos: la Organización Mundial del Comercio.
¿O qué sino es un tribunal antidemocrático, de nobles no electos y siempre reelectos, herederos varones de coronas europeas y otros orcos y trasgos, juzgando a los mandatarios de algunos de los más poderosos países del planeta (aunque entre ellos se encontraran camaradas de toda la vida)? De los 106 representantes del Comité Olímpico Internacional sólo 15 son africanos mientras que 46 son europeos, mayoritariamente son hombres y nunca una mujer presidió tan digna institución.
Con total exactitud funciona el organismo que arbitra sobre la agricultura y el comercio de alimentos. Tal que así se toman las decisiones que afectan a tantos millones de campesinos y campesinas en el mundo. Mismamente, con corporaciones y transnacionales como Monsanto o Cargill en el papel del Príncipe Alberto de Mónaco y la Infanta Doña Pilar de Borbón, humillando a gobiernos arrodillados y cómplices. A sus pies.
Vivir de pie: Cuántos niños, cuántas niñas se acunaron con un duerme, duerme, negrito, que tu mama está en el campo, negrito. Duerme, duerme, mobila, que tu mama está en el campo, mobila. Cuántas luchas campesinas han transitado con sus pies cansados por ciudades y charcos con tamboras en mano al ritmo del métale a la marcha, métale al tambor, métale que traigo un pueblo en mi voz, métale a la marcha, métale al tambor, métale que traigo la revolución . Cuántas asambleas de obreros y obreras se han clausurado con un potente cambia todo cambia, y así como todo cambia que yo cambie no es extraño, pero no cambia mi amor por mas lejos que me encuentre ni el recuerdo ni el dolor de mi pueblo y de mi gente.
Gracias Mercedes. ¿ Qué ha de ser de la vida si el que canta no levanta su voz en las tribunas por el que sufre?
Y ahora cinco sirenitas te llevarán por caminos de algas y de coral. Y fosforescentes caballos marinos harán una ronda a tu lado. Y los habitantes del agua van a jugar pronto a tu lado.
http://gustavoduch.wordpress.
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