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Los presupuestos generales del Gobierno de Zapatero para 2010 confirman la tendencia de culpar de la crisis a los que más la sufren

Cuatro millones de motivos para una huelga general

Fuentes: Diagonal

Si hay una tónica general en la política de este Gobierno al enfrentar la crisis y el problema del paro, ésta se ha visto más que confirmada con los últimos presupuestos. El Gobierno hace todo lo posible para no tomar medidas que perjudiquen a los empresarios, mientras intenta, con iniciativas parciales y muy limitadas, que […]

Si hay una tónica general en la política de este Gobierno al enfrentar la crisis y el problema del paro, ésta se ha visto más que confirmada con los últimos presupuestos. El Gobierno hace todo lo posible para no tomar medidas que perjudiquen a los empresarios, mientras intenta, con iniciativas parciales y muy limitadas, que el problema no se le vaya de las manos.

Por un lado están las grandes economías de este país, personales o corporativas, que miran con lupa cada propuesta que se hace, no vaya a ser que les suponga alguna pérdida económica que acabe con los decenios de enriquecimiento fastuoso que han disfrutado. Por otro está el número cada vez mayor de personas y familias que no sólo han perdido su trabajo, sino que van agotando las posibles prestaciones y subsidios conforme pasa el tiempo.

En el primer grupo caen quienes detentan el poder económico y mediático, sobre todo este último, y a quienes el gobierno no puede permitirse el lujo de enfrentar de manera abierta, con la que le está cayendo. En el otro están quienes no poseen nada y cuya capacidad de influencia, que sólo se podría hacer efectiva mediante la movilización, ha sido eficazmente amordazada por unos sindicatos que han pactado con el gobierno una paz social entreguista. No es difícil ver quién se va a llevar la parte del león.

Sin embargo, el problema más grave, tanto de la sociedad como de la economía española, sigue siendo el paro. En breve alcanzaremos otra vez los 4.000.000 de parados tras el respiro veraniego y, según las estimaciones del Gobierno, en 2010 se destruirán otros 300.000 empleos. La cota del 20% de población activa sin trabajo se va a alcanzar con holgura. A pesar de lo catastrófico de estas cifras, parece que las prioridades son otras. Las medidas que se han tomado no van más allá de intentar que no se supere la capacidad de contención de partidos y sindicatos oficiales. En esta situación, el juego de tener a los parados pendientes de los anuncios de subsidios, a ver si pillan algo, u ocupados con cursos de utilidad más que dudosa, no sólo es la única salida posible para el Gobierno, sino que parece estar dando resultado de momento.

Para la mayor parte de analistas, sindicales, patronales y gubernamentales, la única solución es fomentar el consumo, reanimar de nuevo la economía para retornar a los tiempos dorados de alto índice de empleo y vorágine consumista. Es decir, revitalizar un mercado exangüe como motor del crecimiento, mediante una fuerte inyección de liquidez. No en vano el ex ministro Solbes se preciaba de haber puesto 250.000 millones de euros a disposición de bancos y entidades financieras. Desde este punto de vista, la prioridad no es atender las necesidades del millón de familias que no ingresan nada (y se dice pronto) sino las inseguridades de los banqueros y empresarios para animarles a que creen empleos. No está de más recordar que ellos mismos son quienes los han destruido con EREs y despidos masivos. Sobornarles para que vuelvan a contratar gente no parece ni la mejor idea ni la más justa.

Ahora, al presentar los presupuestos se incide en esta línea. No cabe duda que el gasto en coberturas de desempleo se ha disparado, como no podía ser de otra manera, a pesar de que continúa siendo insuficiente e inadecuado. Pero obtener el dinero necesario mediante subidas en impuestos indirectos, en el IVA y en el IRPF, mientras se desgravan las pequeñas y medianas empresas y los autónomos (con especial énfasis en quienes más volumen de negocio tienen), se mantienen los planes de rescate (ahora mediante el FROB) y se blindan, por ejemplo, los pagos a las eléctricas, no hace sino incidir en el mismo modelo de gestión de la crisis. Es decir, animar a los empresarios a desandar lo andado y volver a contratar a los despedidos mientras se tiene a estos últimos pendientes del hilo de las subvenciones mal planteadas. A este respecto no deja de ser escandalosa la hipocresía de la derecha, que pone el grito en el cielo porque se destinan 30.000 millones de euros a prestaciones y subsidios, pero han aplaudido las ayudas a la banca.

Para rematar, la reforma laboral está sobre la mesa con la excusa del desempleo. A pesar de que el Gobierno ha anunciado en múltiples ocasiones que no va a ceder a las peticiones de los empresarios, a la luz de su política general frente a la crisis es de temer que de nuevo la patronal se salga con la suya. De hecho ya se han oído insinuaciones en este sentido desde cargos medios del ministerio. Lo curioso es que, precisamente en este tiempo de subida de impuestos y mayor gasto social, se empiece por rebajar las contribuciones de las empresas a la seguridad social.

Y si todo esto no es motivo para una huelga general, tenemos cuatro millones más.

ASAMBLEAS DE PARADOS

Las asambleas de parados han florecido con la crisis, aunque existían experiencias previas. En Extremadura destacan las asambleas de parados de Mérida y Plasencia. En Andalucía hay asambleas en Granada, Córdoba, Motril… En Catalunya, destaca la Assemblea de treballadores i treballadors en Atur de Barcelona así como asambleas en Badia del Vallès o en Sabadell. En Galiza, sobresale la Asambleia de Traballadores e Traballadoras no de A Coruña. En el País Vasco, hay organizaciones similares en Bilbao, Sestao, Barakaldo. En la capital, además de la Asamblea de Parados de Madrid, se ha creado recientemente la Asamblea de Parados de Vallecas.

Fuente: http://www.diagonalperiodico.net/Cuatro-millones-de-motivos-para.html