El cuento del ex alcalde encausado y la colecta popular. Bartomeu Muñoz, ex alcalde de Santa Coloma de Gramenet, salió de la prisión de Brians II en libertad provisional el pasado miércoles 23 de diciembre de 2009. No lo ha hecho de cualquier forma. Una estudiada puesta en escena ha sido diseñada para la ocasión. […]
El cuento del ex alcalde encausado y la colecta popular.
Bartomeu Muñoz, ex alcalde de Santa Coloma de Gramenet, salió de la prisión de Brians II en libertad provisional el pasado miércoles 23 de diciembre de 2009. No lo ha hecho de cualquier forma. Una estudiada puesta en escena ha sido diseñada para la ocasión.
Aconsejado por su defensor o (no excluyente) por iniciativa propia, el ex dirigente del PSC-PSOE y sus próximos programaron una colecta popular entre la ciudadanía colomense para recaudar fondos para el pago de la fianza. Debía alcanzarse el medio millón de euros.
A la salida de la prisión, el ex alcalde, emocionado, por supuesto, lleno de modestia y gratitud para la puesta de largo, contó un cuento que llevaba escrito en un comunicado: no ha sido necesario aportar avales bancarios (de las propiedades que, sin atisbo concebible de duda, el imputado y su familia poseen); el pago del depósito solicitado -500.000 euros- se ha hecho íntegramente a través del dinero aportado por vecinos. Emoción, máxima emoción; aplausos sin fin. Todos los focos se dirigen hacia el señor Bartomeu. Las cámaras reflejan su cara de satisfacción y su honradez y orgullo político.
La oscuridad que ha rodeado a la colecta, hecha en apenas dos o tres días, es de manual. La penumbra ha sido el estado natural de la actividad. Populismo, este sí, en el puesto de mando, vestido, vendido y ofrecido como apoyo popular. Motivación de fondo: probable estrategia de la defensa para mostrar o apuntar la escasez de recursos del acusado (¡qué risa! ¡qué descaro!) y dejar patente públicamente el inmenso, el inconmensurable cariño conseguido entre las clases, trabajadoras por supuesto, de la ciudad vecina a Barcelona por el que fuera su alcalde, residente, eso sí, en un alto barrio barcelonés.
No es prueba de nada, desde luego, pero yo, que trabajo en la ciudad, sólo conozco a un joven, cargo político del PSC, ex alumno mío, que haya aportado una pequeña cantidad a la colecta. A nadie más. Parte de mis familiares, todos ellos colomenses o devenidos colomenses, no me superan en el número de conocidos que han apoyado al ex alcalde (Paradoja de paradojas: si fuera así, si fuera veraz el apoyo de, pongamos, 5.000 o 10.000 ciudadanos y ciudadanas que hayan apoyado con 100 o 50 euros de promedio, el disparate, la degeneración política promovida por el «grupo promotor» roza lo inadmisible: alguien que se enriqueció aún más a costa de una ciudadanía con escasos y trabajados medios, transitando por viejas tradiciones familiares [1], prolongando el enriquecimiento de amigos empresarios y ex altos cargos de la Generalitat convergente, esquilma de nuevo a las mismas gentes que mintió una y otra vez con cara de plomo y corazón de hierro… y cuenta bancaria siempre insatisfecha. Ni que decir tiene que existe otra arista en este poliedro: el clientelismo político, una de las peores y más abyectas enfermedades de la, digamos, democracia municipal, ha sido estrategia masivamente usada en el consistorio… en éste y en otros miles de municipios españoles por supuesto).
El letrado defensor, el señor Fermín Morales, de uno de los mejores (id est: más hábiles más eficaces) gabinetes jurídicos de la ciudad y cuyos emolumentos bien seguro no serán un grano de sal (¿otra colecta popular en ciernes?), ha declarado que una vez lograda la libertad provisional de su defendido, su objetivo prioritario pasará a ser trabajar en la defensa de la inocencia de su cliente. Ha añadido, eso sí, otro cuento de cosecha propia y con tonalidades muy oídas: aunque las actuaciones judiciales siguen bajo secreto de sumario, por lo que no pueden adelantarse en nada, señaló, él, apuntó con énfasis y mirando a las cámaras y al mundo en general por si fuera necesario, lo único (sic, super sic!) que tenía claro era la inocencia de su cliente. Lo único. La inocencia del señor Bartomeu Muñoz será objeto de prueba, añadió finalmente, cuando pasen estas entrañables fiestas.
Y colorin colorado este cuento se ha acabado. Viene otro.
El cuento de la fiesta nacional.
El señor Luis Pizarro, dirigente del PSOE, consejero de Gobernación de la Junta de Andalucía, miembro del mismo gobierno en el que participa la señora Rosa Aguilar, la ex alcaldesa de Córdoba, manifestó el pasado miércoles su apoyo (sin fisuras por supuesto) a la que llamó fiesta nacional (que no es, mirada como se quiera mirar, ni fiesta ni nacional). Realizó su intervención el señor consejero pensando en la iniciativa popular aprobada por el Parlamento catalán recientemente por la que se debatirá en el futuro la conveniencia de prohibición de las corridas de toros en Cataluña.
Las palabras del señor Pizarro, su cuento para la ocasión, no tienen desperdicio. Tomen nota: cámaras, acción: «El gobierno andaluz siempre ha expresado una defensa clara y sin complejos de lo que significa el mundo del toro en Andalucía. Es una seña de identidad [2] de España con una gran tradición histórica y cuenta con una enorme importancia económica». Los últimos serán los primeros; lo último, es el punto decisivo. Como siempre.
El señor Pizarro mantuvo una reunión con representantes de la autodenominada Mesa Nacional del Toro (¡Mesa Nacional del Toro! No es un chiste de los Morancos de verdad, no les engaño, no pretendo hacerme el gracioso). En la reunión participó inicialmente el mismísimo presidente andaluz, el señor José Antonio Griñán.
El consejero de Gobernación contó otro cuento afín: tiene intención de enviar una carta al president del Parlament catalán, el señor Ernest Benach, de ERC, para invitar de manera oficial a los diputados catalanes (a todos ellos, parece ser) para que conozcan la verdadera realidad taurina antes de que voten la propuesta de prohibición.
¿Se imaginan? Un centenar de diputados y diputadas catalanes, en viaje turístico taurino por las tierras de Lorca, Cernuda y Alberti para informarse in situ de la realidad del toro, de la que, por supuesto, aquí, por estos lares mediterráneos, no se tiene ni la más ligera idea. No sabemos de esta misa la media.
Arenas, el incombustible dirigente del PP, ha entrado en el cuadrilátero. A su modo, con estilo propio, pensando con su propia cabeza de derecha populista. Contando otro cuento. Una síntesis apretada del mismo: defender su compromiso con los «taurinos» a través de una iniciativa parlamentaria (los votos cuentan y cómo) consensuada con la Mesa Nacional del Toro (¿otro lobby que también dicta leyes al PP?). Los toros, añadió, son nuestra historia y nuestra tradición (¡y dale!), de ellos depende la economía andaluza (¡de los toros depende la economía andaluza! ¡qué cosas!). La moraleja poliética del cuento del libro del señor Arenas: no podemos permitir que una minoría (sic) intransigente (super sic) termine con una afición que comparte una mayoría.
Por si faltara algo, el compás final de la narración arenosa: algunos, sin mayor concreción, atacan a los toros porque es la fiesta nacional. Tal cual: ¡los toros son la fiesta nacional española! (Por cierto, ¿qué querrá significar exactamente esa afirmación?). Los independentistas irredentos la atacan no por lo que tiene de barbarie. No, en absoluto, sino por ser una fiesta española; si fuera catalana, deja entrever el señor Arenas, asistirían encantados en primera fila del ruedo.
Un cuento muy distinto, lleno de sensatez y coraje, fue contado por Antonio Moreno, del colectivo andaluz contra el maltrato animal. Una síntesis que merece aplausos ciudadanos ilustrados y rebeldes: Andalucía es la comunidad en la que se han celebrado más manifestaciones antitaurinas a lo largo de 2009, de ahí un reto lanzado a los políticos gobernantes: convocar un referéndum para conocer la opinión real, no supuesta ni agitada políticamente, de la ciudadanía andaluza. Por lo demás, las realidades del toro, ha apuntado con énfasis el señor Moreno, son esencialmente dos: la tortura a la que se somete al animal y, en segundo lugar, las subvenciones públicas y los intereses creados en torno a ellas: los toros se mantienen a costa del dinero de todas las ciudadanías españolas.
Y colorín colorado este segundo cuento también se ha acabado.
¿Su paciencia no resiste más narraciones terroríficas? Dejémoslo pues. Eso sí, les apunto que los cuentos sobre las empresas del intelectual orgánico de la patronal española globalizada, el señor Díaz Ferrán, y el intento del ministerio pronuclear de Industria de alargar la vida de las centrales nucleares prometen sensaciones límite. Para otra ocasión. Hoy es día de encuentro afable y de paz.
Notas:
[1] El padre del señor Bartomeu Muñoz fue el último alcalde franquista de la ciudad. Ni que decir tiene que la transmisión genética no juega papel alguno en estos asuntos; la memética, por lo que parece, tampoco ejerce un rol destacado.
[2] Definitivamente, la noción -señas de identidad- está irremediablemente perdida para la izquierda.
[3] Tomo la información de Olivia Carballar, «Andalucía reta a Catalunya a conocer la «realidad» del toro». Público, 24 de diciembre de 2009, p. 31.
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