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Dos mil fosas clandestinas en busca de juez (treinta y cinco años después…)

Fuentes: Rebelión

Pirandello tenía seis personajes en busca de autor. Nosotros tenemos más de dos mil fosas clandestinas en busca de juez. Con 143.000 seres humanos exterminados dentro. Qué injustas las críticas a nuestro poder judicial. A fin de cuentas a cualquiera le puede pasar lo de perder la competencia judicial de dos mil fosas de un […]

Pirandello tenía seis personajes en busca de autor. Nosotros tenemos más de dos mil fosas clandestinas en busca de juez.

Con 143.000 seres humanos exterminados dentro.

Qué injustas las críticas a nuestro poder judicial. A fin de cuentas a cualquiera le puede pasar lo de perder la competencia judicial de dos mil fosas de un genocidio aterrador o cualquier otra cosa…

Pobre justicia, las familias de los desaparecidos ya se están pasando, ¡ni que llevasen 35 años esperando la investigación!

Y menos rollo con el Tribunal Europeo, Nuremberg y no sé que más, que aquí quien sabía de verdad de derechos humanos era Franco y nuestro Gobierno, que no se le escapa una últimamente, lo vió con toda claridad y por eso nuestra ley de la memoria le copia el sistema de búsqueda de los desaparecidos de la Orden de mayo de 1940 (BOE de 09/05/1940)…

Que si Garzón (¿o la monarquía?) está en un embrollo es por su propia culpa, por llevar la contraria a la ley de memoria y empeñarse en que a los desaparecidos los busque la justicia, no los familiares…con lo bueno que es el aire de campo buscando a los suyos de fosa en fosa y tomando el sol…Si es que es lo mismo de siempre con España: la contumaz conspiración del comunismo internacional de la que trató de alertarnos el caudillo, y por eso, otra vez, nos están poniendo a caldo en todo el planeta, como en sus mejores tiempos.

Como si violar un poco diez derechos humanos distintos, enumerables, de más de un millón de ciudadanos fuese para tanto…

Al final va a ser Miguel Hernández, poeta tan de moda entre monarcas, aristogatos y nobleza franquista de los más insignes apellidos genocidas -el mismo Miguel que, enfermo y prisionero, se negase en redondo a hacer el más mínimo gesto a favor de Franco ni para salvar la vida- el que siga diciendo las cosas claras en este país en el que tanto sigue perdido, no sólo las competencias:

«Ocupad los tristes puestos/ en la triste telaraña./ Sustituid a la escoba,/ y barred con vuestras nalgas/ la mierda que vais dejando/ donde colocáis la planta.»

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.