Hace treinta y cinco años, Roque fue asesinado mientras dormía. Yo soy uno de sus muchos dolientes. Fui su amigo, y lo sigo siendo. Su asesinato me dolió, y me sigue doliendo. La impunidad me indignó, y me sigue indignando. La impunidad estimula a los criminales, y los militantes que matan para castigar la discrepancia […]
Hace treinta y cinco años, Roque fue asesinado mientras dormía.
Yo soy uno de sus muchos dolientes.
Fui su amigo, y lo sigo siendo.
Su asesinato me dolió, y me sigue doliendo.
La impunidad me indignó, y me sigue indignando.
La impunidad estimula a los criminales, y los militantes que matan para castigar la discrepancia no son menos criminales que los militares que matan para perpetuar la injusticia.
Aquí va mi abrazo, de muchos brazos, a los familiares de Roque, a sus amigos, a sus compañeros, y a las muchas y muchos que no lo conocieron pero lo aman amando las palabras que nos dejó.
Fuente: http://www.jornada.unam.mx/2010/05/11/index.php?section=opinion&article=017a1pol