Me gustaría compartir algunos criterios, que a mi modo de ver, son necesarios a tomar en consideración en el debate que ha suscitado la multiplicación a gran escala nacional del maíz transgénico FR-Bt1 que promueven los compañeros del Centro de Ingeniería Genética y Biotecnología (CIGB) y de la filiar en Sancti Spiritus. Al mismo tiempo, […]
Me gustaría compartir algunos criterios, que a mi modo de ver, son necesarios a tomar en consideración en el debate que ha suscitado la multiplicación a gran escala nacional del maíz transgénico FR-Bt1 que promueven los compañeros del Centro de Ingeniería Genética y Biotecnología (CIGB) y de la filiar en Sancti Spiritus. Al mismo tiempo, y me sumo a la alerta que hiciera el compañero Narciso Aguilera Marín, en su artículo publicado en «Rebelión» http://www.rebelion.org/noticia.php?id=106216 recientemente, y cuyo contenido fue hecho llegar a las editoriales de «Granma» y «Juventud Rebelde». Me sumo también a la convocatoria de debate franco, honesto y respetuoso que el Dr. Borroto hizo en respuesta a la alerta que hiciera Narciso.
Pienso que el asunto merece investigación seria y sistemática, que genere una información que vaya más allá de la versión que constantemente transmiten los compañeros del CIGB. Ya es hora de dar un vuelco mediático en tan sentido, pues los peligros de la introducción a gran escala de esa tecnología ya están a simple vista, y se necesita mucho de la transparencia informativa para evitar problemas en nuestros campos, nuestra agricultura, el medio ambiente, y la salud del pueblo. Por ejemplo, la gente necesita saber que no debe coger ese maíz y sembrarlo irresponsablemente fuera de las áreas que se escogieron para el experimento. ¿Saben ustedes si estamos o no corriendo ese riesgo? A mi entender, esto una investigación periodística muy interesante y urgente, pues se sabe muy bien y se reconoce el precedente de indisciplina que existe en nuestra agricultura (véase de Ana Margarita González: «Lo que más falta en la agricultura es disciplina», Trabajadores, 19 de octubre de 2009). No se pierda de vista tampoco que el ámbito agrario no es medio ambiente o ecosistema tan cerrado y relativamente controlable como una instalación de cultivos protegidos o laboratorios para la realización de experimentos científicos.
Sépase que investigaciones realizadas en nuestro país constatan que el público cubano no tiene la información necesaria y de calidad sobre lo que se está haciendo. Lo que se informa en la prensa no va más allá de la comunicación de los logros científicos del CIGB y de las bondades de los transgénicos, relacionadas con las recurrentes promesas de la espectacular producción, los altos rendimientos, y la reducción de los plaguicidas, labores, y costos. Para comenzar a indagar en este asunto de la percepción pública me parece importante comenzar con la consulta del artículo Organismos modificados genéticamente: educación, información y percepción pública, de los investigadores Dalmau et al, que se publico en una entrega especial de la «Revista Biotecnología Aplicada» (Revista de la Sociedad Iberolatinoamericana de Biotecnología Aplicada a la Salud. Volumen 16, 1999. pp.57-61). En su artículo Plantas y alimentos transgénicos: percepciones sociales (Temas, No. 44, octubre-diciembre de 2005, pp. 65-73), José Manuel Machado Rodríguez, se refiere a investigaciones más recientes sobre el tema de la percepción pública. Sé también que los compañeros del Instituto de Higiene de los Alimentos del MINSAP hicieron una encuesta que también se puede consultar. Si bien se puede decir que el país no está en cero en esta materia, las encuestas que se han hecho abarcan una muestra poblacional muy baja para la magnitud que se necesita. Además, habría que analizar la calidad de la muestra, si quienes participaron están bien informados en el asunto, y muy importante, si la «ecuación transgénicos=desarrollo inexorable de la ciencia y la tecnología=solución del problema de la agricultura y la alimentación», sesgue el criterio de los encuestados. Es de esperar que en un país que le otorga a la ciencia un grado alto de prioridad y reputación social- que bien lo merece- no es difícil darse cuenta que este riesgo esta ante nuestras narices.
Como es lógico, los compañeros del CIGB transmiten una imagen romántica de la ciencia y la tecnología, como quienes (ejemplo Einstein), se involucraron en la producción de la bomba atómica; después, como muy bien se conoce, Einstein abandonó esa imagen de la ciencia y reconoció la responsabilidad ética y social que le toca a los científicos, la cual va mas allá de su contribución al avance «al ultranza» de la ciencia y la tecnología. Pero no sé hasta qué punto se entiende que el error es parte de la ciencia, que hay controversias entre comunidades científicas, y que las evidencias científicas- en un mundo donde ciencia y mercado se dan la mano-se manipulan. El debate que hay que convocar en este asunto no es solo de incumbencia de científicos, sino que involucra a políticos, a tomadores de decisiones, y al público en general. Por la tanto, no hay que perder de vista que el CIGB es parte de la historia, y no toda la historia. Además, hoy se sabe muy bien que por encima de la evidencia científica estadística es necesaria la observancia del principio precautorio, como en el caso de la prohibición de que no encendamos el celular ni la PC cuando el avión está despegando o aterrizando, aunque se sabe que la posibilidad de una interferencia es de una por mil.
Volviendo al tratamiento mediático del tema. Sé que desde finales de los 80 nuestra prensa ha estado informando sobre el tema. Basta consultar el artículo de Flor de Paz Transgénesis verde, publicado el 21 de enero de 1999 (número especial del periódico Juventud Rebelde). Es un artículo que se limita a hablar de las ventajas de los transgénicos y de los logros del CIGB. Nada se habla ni de las incertidumbres ni los riesgos ni mucho menos de los debates. La misma fórmula funciona en el artículo de Mary Luz Borrego: Cuba desarrolla un maíz transgénico. La primera plantación, experimental, en el valle de Caonao, Juventud Rebelde, 2 de marzo de 2009. No se queda atrás el de Miguel Ángel Valdez Lizano, Promueven producción de maíz transgénico, publicado en la entrega del 16 de mayo del 2010, también de JR. Les reitero que en estos tres artículos se oye solo el parecer tecnoentusiasta y «bienintencionado» del CIGB; se silencian tanto los riesgos a lo que nos estamos exponiendo, como los debates que se han realizado, así como las opiniones, las objeciones y alertas de un conjunto importante de especialistas de diversas instituciones científicas del país que trabajan en el tema. Sugiero en esta misma perspectiva hacer un seguimiento de la alerta que hiciera, con mucha sabiduría filosófica, ética y política, el líder de nuestra Revolución, el Comandante Fidel Castro Ruz, en una de sus brillantes reflexiones (Rojas, Alexis. Carta de Fidel a un periodista de Juventud Rebelde «, Juventud Rebelde, 12 de junio de 2008 donde tocaba el tema de los transgénico).
No sé si nuestra prensa conoce esos debates o simplemente no quiere divulgar las voces de quienes vienen alertando sobre los riesgos de la liberación de transgénicos en el país. Lo que si estoy seguro que el tratamiento que le ha dado al tema en nuestros medios está «ciegamente» del lado de las opiniones de los compañeros del CIGB. ¿Es que se les creen más a ellos porque son científicos y pertenecen al Consejo de Estado? ¿Es ignorancia mediática? No descarto que quienes planteamos las alertas – que en Cuba no son cazados como en otros países, donde las transnacionales han podido penetrar – no hemos sabido trazar una buena estrategia mediática sobre el asunto, y hemos sido incapaces de unir voluntades en las instituciones. Bueno, más bien creo que se conjugan muchos factores, y tampoco descarto el miedo, la inseguridad, la cobardía, la cautela, y el oportunismo, que muchas personas pudieran tener cuando se trata de emitir y divulgar una opinión supuestamente divergente a la opinión oficial. Sin embargo, no critico ninguna de las actitudes. A veces lo que pasa es que hay desconocimiento del tema. ¡La vida es compleja!
En Cuba las opiniones divergentes a la opinión oficial solían interpretarse como contrarias a la Revolución o alineadas a sus enemigos. Así ha pasado, por ejemplo, con el tema los de la exclusión racial y el racismo, la problemática del género y la homosexualidad, la corrupción y las drogas. Afortunadamente hoy se habla abiertamente de estos temas, tanto en el ámbito académico como público, lo cual es un paso importante para resolverlos. Yo recuerdo antes de los 90 que quienes estábamos trabajando en la problemática ambiental, nos veían como el embrión de un partido verde a lo cubano. Estuvimos expuestos a estas críticas, que, por lo general, se presentan en broma, pero los cubanos sabemos muy bien, que a través de las bromas se dicen muchas cosas serias. Después cuando vino el periodo especial, cuando la agricultura ecológica saco la cara y nos salvo del colapso alimentario, cuando el estado asumió la agroecología como orientación técnica fundamental de la agricultura, el lenguaje «ecologista» fue asumido hasta por sus críticos. En esto pudo haber funcionado el convencimiento sincero, pero también el oportunismo científico y político.
Me consta que los compañeros del CIGB han tenido voluntad de promover y participar en los debates. Por ejemplo, auspiciaron el 1 Taller sobre Organismos Genéticamente Modificados, sus repercusiones económicas, éticas y políticas, donde lograron la participación de representantes de instituciones importantes del país que tenían que ver de alguna u otra manera con el asunto de los transgénicos. En aquel entonces se supo los trabajos que ellos estaban haciendo, los avances que se habían logrado, y las regulaciones existentes en el país. No sé porque no se realizaron más talleres de ese tipo. Me consta también que los compañeros del CIGB han estado divulgando sus resultados en sus eventos de Biotecnología Habana, y que este ha sido un espacio donde compañeros que alertarnos sobre los transgénicos, hemos tenido oportunidad de participar, como mismo ellos han tenido la oportunidad de exponer sus puntos de vistas en eventos como los Talleres Nacionales de Agricultura Orgánica, que auspicia la Asociación de Técnicos Agrícolas y Forestales (ACTAF), en la Conversión Internacional de Medio Ambiente, que organiza el CITMA, y en la Conferencia Globalización y problemas del Desarrollo, que organiza la ANEC. Es decir, aquí tampoco estamos en cero, pero todo parece indicar que no es suficiente, y que la prensa nacional no se ha aproximado a esos debates ni a las opiniones que divergen con el CIGB. Mucho menos a dado seguimiento con todas las de ley a los experimentos, a no ser, hacerse eco de lo que dicen los compañeros del CIGB.
A los compañeros de la prensa les puedo sugerir un conjunto de trabajos de especialistas nuestros, es decir, cubanos, que también son científicos como los del CIGB, y cuyas suposiciones son también basadas en las ciencias. Esos trabajos se remontan a los finales de los 90. Bueno, en la Revista de Agricultura Orgánica (a partir de 1998) podrán encontrar un conjunto de artículos que alertan sobre los peligros de los alimentos transgénicos. Por ejemplo, lean el artículo de Lianne Fernández, Tania González y Zoila Fundora: La Biotecnología y sus riesgos, ( Agricultura Orgánica , Año 4, No. 2, mayo-agosto de 1998, p. 66), donde se alerta de los peligros a la biodiversidad que entrañan los cultivos transgénicos, y se llama a la toma en serio del principio precautorio. En esa revista de la ACTAF y en el Anuario de la Universidad Agraria de la Habana (UNAH), podrán ver que en el país hay un grupo de personas que vienen haciendo esas alertas, que hoy para mí habría que considerarlas de alarmas, dado la cantidad de hectáreas que se han sembrado de maíz transgénico. Consúltese también a Collazo Oduardo, Fidel. La modificación genética de los cultivos: ¿un nuevo paradigma para la agricultura? En publicación: Boletín Electrónico ISRI, no. 17 . ISRI, Instituto superior de Relaciones Internacionales Raúl Roa García, La Habana, Cuba: Cuba. Febrero-Marzo. 2007 (Acceso al texto completo: http://www.isri.cu/Paginas/
Personalmente vengo tratando el asunto desde finales de los 90. Una síntesis de mi parecer la pueden encontrar en mi Habla un transgénico, publicado en el número de abril (2009) de la Revista Temas, y también en Transgénicos: no basta la buena fe ( IPS-Inter Press Service. Corresponsalía Cuba. Año 22 No.7 Abril, 2009. www.cubaalamano.net ). Pero pienso que una información más actualizada y sistemática que fundamentan esas alertas o alarmas desde el punto de vista científico y multidisciplinar es el libro Transgénicos: que se pierde, que se gana. Textos para un debate en Cuba (Editorial Acuario. Centro Félix Varela, Habana, 2009), que compilamos Fernando Funez y yo. Aquí verán alertas que vienen de especialistas de diferentes campos, tanto de las ciencias naturales, como de las ingenierías, y las sociales. Se aborda con mucho rigor sobre los riesgos no solo ecológicos y económicos, sino también sociales y políticos de los transgénicos. Muy importante es que en este libro se documentan las alternativas mejores que la agricultura transgénica (los trabajos de Funez, Montano, Vázquez, Nova, Lianne y Zoila) para resolver los problemas de la agricultura y alimentación en nuestro país, la necesidad de evitar la repetición de errores que se cometieron cuando se implementó una agricultura de Revolución Verde. En este mismo libro, sobre la necesidad de transparencia en el asunto les sugiero el trabajo de Carlos Delgado; en lo que respecta a los riesgos para la salud, véase el de Albuin y el mío; en cuanto a como se ve el asunto en el mundo y en Cuba por la parte de especialistas extranjeros, autoridades en la materia, véase los trabajos de Ribeiro, Rosset, Altieri, Wright, Mae y Chan. A quien les interese les puedo enviar una versión digital de esa «otra ciencia», pero pueden descargarla en la WWW o llegarse al Centro Feliz Varela para obtener un ejemplar del libro. Aquí también se habla de ciencia, pero también de sentido precautorio, tanto en los aspectos ambientales, agronómicos y económicos, como en los de índole epistemológica, ética y política. El principio precautorio no se reduce a la prevención de los perjuicios, sino que incluye actuar en ausencia de evidencias científicas concluyentes, y la evitación de un camino de actuación riesgoso, cuando hay otras alternativas mejores.
En esta polémica, los compañeros del CIGB suelen decir que con agricultura agroecológica no se puede alimentar el mundo ni a la población cubana, que por eso hace faltan los transgénicos, que estos rinden más que las semillas convencionales, que con los transgénicos se disminuye el impacto ambiental, y cosas por el estilo. En Transgénicos, que se pierde, que se gana…se pone en entredicho esta opinión. Pero acerca de lo que significó el movimiento agroecológico de la ANAP, para que nuestra agricultura no colapsara en los duros años 90 (Periodo especial), y como esos campesinos, con un cerca del 30 % de la tierra, producían agroecológicamente el 67 % de nuestra alimentación, pueden ver en el libro-tesis de doctorado de Fernando Funez Agricultura con futuro (2009), y también el de Machín et al. El movimiento agroecológico de campesino a campesino (2010). Allí se ofrecen datos científicos de lo que hizo, está haciendo y hacen los campesinos agroecológicos cubanos. No por gusto la dirección del país presta especial atención y apoyo a este sector campesino (CPA, CCF, UBPC y campesinos individuales). Les sugiere también acercarse a los resultados de proyectos como los Faros Agroecológicos, el Arroz Popular, el de Fitomejoramiento participativo, que devino en PIAL (del INCA), y el Programa Nacional de Agricultura Urbana, que coordina el INIFAT, y que hoy se extiende a las zonas periurbanas (ver Discurso de Raúl Castro Ruz en la Asamblea del Poder Popular).
Me gustaría saber cuáles son para el CIGB las instituciones que tienen la última palabra en la ciencia, pues este mundo de las investigaciones y publicaciones científicas, no es tan santo como parece. Como muy se muestra en Monica Robin El mundo según Monsanto (2007), son muchas las puertas giratorias entre transnacionales (cuyo interés es comercial), instituciones científicas, agencias reguladoras, y la prensa. En las revistas no solo se colocan resultados y evidencias de investigaciones, sino también debates. Y en no pocas ocasiones hay escándalos y cosas desagradables como el caso de las publicaciones en torno a la contaminación transgénica en México en la Revista Molecular Biology. Todo esto indica que la ciencia es humana, la hacen los hombres, expresa intereses, y no es ideológicamente neutral. Si quieren adentrarse en el tema de las imágenes no convencionales de la ciencia y el desarrollo científico tecnológico, les sugiero los trabajos de Thomas Kuhn sobre historia de la ciencia, comunidades científicas, paradigmas, y revoluciones científicas, así también los de sociología del conocimiento de Robert Merton. En Cuba tenemos los trabajos de Jorge Núñez Jover, José Ricardo Díaz Caballero, Roberto Sotolongo, Carlos Delgado, Thalía Fung, y otras importantes personalidades del mundo científico, que nos entregan una imagen más realista y menos romántica de la ciencia
Por otro lado, compañeros, hay que considerar los debates que se han venido realizando en instituciones como la Unidad Experimental «Indio Hatuey» en Matanzas, la Universidad de la Habana, la Universidad Agraria de la Habana, el INIFAT, etc. Pero sería muy interesante que se entrevistaran a compañeros de la ANAP, de la ACTAF, la Fundación «Antonio Núñez Jiménez», también que se viera bien al detalle qué es lo que realmente está pasando en los campos donde se sembró el maíz transgénico, pues hasta el momento, «la información que suministra» el CIGB, no permite evaluar ni cívica ni académicamente el estado de la cuestión. Yo pensaba que en Biotecnología Habana 2009 se iba a dar información al respecto, pero me quede esperando. Me parece muy edulcorada la información que apareció en Juventud Rebelde sobre la marcha de los experimentos, o más bien, la multiplicación de semillas que se están realizando. ¿Se le dijo al pueblo todo lo que se debía decir? ¿Se alerto a la gente de los peligros de sembrar ese maíz en otra parte? ¿No hubo indisciplina en tal sentido? ¿Se dispuso del agua, y los plaguicidas, que se requirieron? ¿Dónde se publicaron esos resultados? ¿Quiénes participaron en las investigaciones? Son cosas que hay que saber, aunque no creo que exista mala fe en los compañeros del CIGB, y que las cosas se hicieron con responsabilidad y rigor científico.
Compañeros del CIGB suelen decir que instituciones de prestigio como la Organización Mundial de la Salud (OMS) aprueba los transgénicos, no sin recomendar ciertos cuidados. Eso es cierto, pero yo pienso que de los documentos de la OMS, se deriva que la tecnología de los transgénicos se acompaña de incertidumbres y riesgos, y que las advertencias que contiene tienen de trasfondo esencial la necesidad de tomarlas en serio, como en el caso del boxeo. Por cierto, documentos de la OMS han prescrito el boxeo, pero como se sabe muy bien que de todas maneras se boxea, entonces, recomienda un conjunto de medidas para minimizar los daños. Empero, el punto que quisiera dejar sentado es que es una cuestión no científica, sino de decisión política el grado en que las advertencias del OMS y otras instancias se tomen en consideración. Por otra parte, en la OMS como en toda instituciones hay puntos de vistas y puntos de vistas, y hasta divergentes, y como es natural, en la emisión de un documento intervienen pactos, acuerdos, y negociaciones, así como abusos de poder y maromas de todo tipo. Pasa como dije respecto a las revistas y las instituciones científicas. No es mi intención desacreditar a ciertas organizaciones, solo quiere que se tome en cuenta que en este mundo no hay nada sagrado.
Muchos piensan que la tecnología de los transgénicos se le puede igualar con un cuchillo que en buenas manos sirve para hacer cosas buenas y en malas manos cosas malas, lo cual suena con la frase de quienes dicen que hay terrorismo bueno y terrorismo malo, y que a veces para hacer un bien, hay que utilizar el mal. Amén de que desapruebo esa forma de razonar, creo que es importante no confundir entre una tecnología en sentido de técnica, equipo, maquinaria, insumo, etc. y una tecnología como todo un sistema (Tecnociencia o Sistema Tecnológico) donde hay implicados valores, rejuegos institucionales, transformaciones sociales, preceptos ideológicos, etc. Es decir, ninguna tecnología es social, cultural, ética ni mucho menos políticamente neutral. Otra vez les remito al libro de Jorge Núñez Jover La ciencia y la tecnología como procesos sociales, que habla en detalle de estas cosas. Considero que este es un enfoque importante para encarar el tema de los transgénicos desde todos los puntos de vista, y sobre todo, desde el punto de vista mediático.
Otro aspecto crucial es que nuestra prensa se ha hecho de la opinión del CIGB de que los transgénicos son iguales a los no transgénicos. Esa supuesta «equivalencia sustancial» es un subterfugio que han utilizado las transnacionales para imponer a toda cosa sus transgénicos y los productos asociados. Cuando se dice en la prensa que el maíz transgénico cubano tiene la misma forma y sabor que el convencional, se está apuntando a una supuesta equivalencia en cuanto al producto ya acabado, pero se oculta el proceso. Un transgénico es una modificación genética donde se fuerza a la célula a la aceptación de un gen foráneo. Y es precisamente aquí, en la incertidumbre de este proceder donde está el peligro a largo plazo. Las transnacionales usan el mismo subterfugio de la equivalencia sustancial, pero a la hora de patentar sus productos, si aceptan que son sustancialmente no equivalentes a los convencionales. No creo que el CIGB este al lado de las transnacionales, pero habla el mismo lenguaje demagógico.
Les sugiero atención y transparencia en este serio asunto. Finalmente, téngase en cuenta que quienes están interesados en que Cuba desarrollen los cultivos y alimentos transgénicos son las transnacionales, que han aplaudido la decisión cubana de extender el maíz transgénico (véase Memorias de Biotecnología Habana 2008).Yo se que el CIGB prefiere invitar a sus congresos a figuras importantes del mundo biotecnológico como Samuel Sansson y James Clive, y quizás menos a representantes de organizaciones campesinas y de izquierda como el MST o la Vía Campesina.
Apréndase de los problemas que han ocasionado, por ejemplo, los plaguicidas contaminantes persistentes, o COPS, de la contaminación de nuestros campos con marabú (aunque si no hay nada, es mejor que estén), de la Claire (pez gato), haciendo de las suyas, y un montón mas de problemas ecológicos, que se recogen en los diagnósticos que el CITMA hace sobre la situación ambiental de nuestro país. Piénsese también en nuestras conquistas ecológicas, reconocidas por la ONU, otras organizaciones internacionales, y hasta por el Banco Mundial (BM). Todo esto confirma que no todo lo tecnológicamente posible, es ecológica y socialmente conveniente. Créenme que nos las estamos jugando al pegado, el pellejo, o a la ruleta rusa con ese problema de los transgénicos. Duermo seguro y tranquilo de la comprensión y atención de este importante asunto por parte de nuestra prensa, y también de la sobrada sabiduría política de quienes nos dirigen, y las instancias que poseemos (la Asamblea Nacional) para la toma democrática de decisiones. Yo pienso que este problema requiere un tratamiento que aproveche las potencialidades de nuestro sistema político para una amplia convocatoria de participación en los debates y en las decisiones. No hace falta decir que la prensa ha de jugar un papel crucial en este acuciante desafío. Por último, veo, que hasta tanto este debate no tenga una convocatoria más abierta y transparente, que involucre hasta la Asamblea Nacional, lo más conveniente y sabio es establecer una moratoria a los experimentos con el maíz transgénicos FR-Bt1.
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.