Carlos Tillo y Lucas Varela recogen ejemplos de las secuelas de aquellos criminales fascistas
En la línea de lo que vienen haciendo algunos editores del género del cómic, parece que este formato clásico que combina la parte artística con la literaria, vuelve a tomar una línea combativa en el sentido de la denuncia social y política. Tal es el caso de un trabajo publicado antes del verano en dibbuks, que en este caso corresponde a un trabajo que proviene de Argentina, entroncando con los crímenes de las dictaduras militares y su herencia en la sociedad.
Así, con texto introductorio y guión de Carlos Trillo, y los dibujos de Lucas Varela, La herencia del coronel sitúa nuestra historia en la Argentina post militar, prácticamente en nuestros días, desde donde comienza su introducción histórico-literaria con un recorrido ficticio por la vida del personaje, Elvio Guastavino, nacido en familia católica a finales de los ’70. Homúnculo apocado y retraído, inicia la narración de su vida dentro de la historia gráfica, en el momento de su trabajo como adulto en una gran oficina de corte rígido y técnicas pseudofascistas, pese a haber pasado el tiempo. No es raro que él se amolde a su puesto sin rechistar, pero ocurre que tiene dos cuestiones pendientes fuera de la oficina: de un lado, su madre muy anciana, a la que retiene encerrada en casa, en silla de ruedas, casi sin alimentar y con su piso hecho una auténtica pocilga. Por otro lado, está el amor de su vida, que nunca creerán hasta conocerla, pero que poco a poco iremos descubriendo que tan sólo responde a una patología derivada de la infancia, del trato recibido del padre (un fascista de la policía paramilitar del régimen, con un carácter similar al de los criminales fascistas españoles), pero que, pese a constatar su enfermedad, como dice el propio autor, «ni la locura logra despertar la más mínima piedad«.
El autor del texto realiza una breve síntesis en el recorrido imaginario de la investigación sobre unos personajes imaginarios, pero dice dos cosas para recordar: una es referente a la Argentina más reciente, que «ha pasado a estar gobernada por un régimen más o menos democrático, donde la gente ya no desaparece por mandato gubernamental». Y ese más o menos democrático refleja muy bien lo que se esconde detrás de esa tímida realidad que nunca acabó de limpiar de fascistas el país, pero que ahora nos dan un ejemplo desde allá, encausando a todos, precisamente a raíz de sucesos como los que protagonizaron jueces como Garzón, persiguiendo desde su judicatura a todos los militares mafiosos y corruptos con sus manos y sus lenguas manchadas de sangre, y que ahora, ellos dan la vuelta para ayudarnos a limpiar lo que aquí los gobernantes y magistrados se empeñan en esconder bajo la alfombra.
Y dos, la frase del general Ibérico Saint Jean, gobernador de la Provincia de Buenos Aires Tras el golpe de Estado de 1976: «Primero mataremos a los rebeldes, después a sus colaboradores, después a sus simpatizantes, a los indiferentes y, para acabar, mataremos a los tímidos«. Recuerda simétricamente los deseos de Franco en la guerra civil española, decidido a matar a medio pueblo español, cuando le plantean que con su estrategia es la única opción posible para eliminar a quienes no son fascistas como ellos, y es que los crímenes de este tipo se traspasan de uno a otro lugar sin remedio y sin control.
Difiero de la comparativa que hace en ciertos aspectos, hablando del terrorismo en su país, porque en una dictadura, hablar de terrorismo es tan subjetivo… aunque como también estoy en contra de la violencia, comprendo el trasfondo de lo que dice. Ahora bien, nunca es comparable la violencia en unos y otros lugares, como estoy seguro que el propio autor comprende, vivido lo vivido.
En cuanto a los dibujos de Lucas Varela, en muchas ocasiones lo dicen todo. En un diseño aparentemente muy clásico, que ofrece una visión que a veces calificaría como «vetusta», encierran un trazo y un resultado que se puede analizar para encuadrar en un trabajo realmente actual, con toques de lo que podíamos ver en los fancines de los ’80 en nuestro país, y que algunos autores han mantenido hasta hace pocos años. Hay sencillez de trazo, en general, que se complica a la hora de la coloración, pero que retienen en su estructura de dibujo un recuerdo a los clásicos cómics belgas, aunque en conjunto, cada una de sus viñetas acaba por no tener nada que ver.
Carlos Trillo, bonaerense del ’43, ha sido guionista de otros numerosos trabajos de diferente calado, con dibujantes como Enrique y Alberto Breccia, Horacio Altuna, Jordi Bernet, Eduardo Risso y Domingo Roberto Mandrafina. Ha publicado en diarios como Clarín, pero también en la revista española 1984, y en El Jueves, donde se recoge semanalmente su personaje Clara de noche, que crea con Bernet.
Lucas Varela es un ilustrador argentino, que ha publicado en diferentes medios, desde los periódicos Clarín o La Nación, hasta revistas como Rolling Stone. Ha editado distintos libros entre los cuales están Esupefacto, publicado en Domus, Matabicho, en Moebius, o El cuerno escarlata. También ha realizado ilustraciones para revistas infantiles.