En una de las actividades paralelas a la Convención de Cancún sobre el Cambio Climático, mujeres de países empobrecidos comparten su conocimiento sobre cómo reconstruir sus comunidades tras desastres naturales
La hondureña Analucy Bengochea y otras mujeres de la etnia garífuna partieron de cero para enfrentar al demoledor huracán Mitch en 1998, en la costa atlántica de esa nación centroamericana.
«No estábamos preparadas para enfrentar ese desastre. Empezamos por formar comités de limpieza, y ahí empezamos a crecer. No teníamos acceso a proyectos o donaciones», explica la activista Bengochea, integrante del Comité de Emergencia Garífuna y coordinadora regional de Groots International, una red de grupos femeninos de base.
Doce años después de Mitch, las organizaciones de mujeres de la costa hondureña en el Atlántico son un modelo de esfuerzos para adaptarse a las consecuencias del cambio climático y ayudar a mitigarlo en esa zona que es escenario habitual de intensos ciclones tropicales.
Entre el 29 de octubre y el 3 de noviembre de 1998, Mitch golpeó Guatemala, Honduras y Nicaragua, mató a unas 11.000 personas y provocó daños económicos por unos 5.000 millones de dólares. El Comité desarrolló un programa de vivienda solidaria, que ya ha permitido construir 300 casas, administra un banco de semillas nativas, para contar con material biológico en tiempos de desastre y ha asesorado a organizaciones similares en Indonesia, tras el tsunami de 2004, y en Haití y Chile, azotados por fuertes terremotos en enero y febrero de este año. La agrupación hondureña está por comenzar un proyecto regional que involucra también a Guatemala e India en la disminución de riesgos por desastres con apoyo del Banco Mundial. Con el apoyo de Groots, surgida en 1989, el Comité trabaja con unas 16.000 personas -75 por ciento mujeres- en 16 comunidades. Otro proyecto es la siembra de manglar para restaurar playas dañadas en dos comunidades. Groots anunciará en Cancún una plataforma comunitaria para la prevención de desastres, a partir de la experiencia que han acumulado sus grupos en Honduras, Perú, Jamaica, Indonesia e India.
Es una de las muchas actividades paralelas a la Conferencia de las Partes de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP16) que se celebra en Cancún, sudeste mexicano, desde el lunes 29 hasta el 10 de diciembre.
En el sureño estado de Chiapas, la Unión de Mujeres Indígenas de la Región de Simojovel, el Grupo de Mujeres de la Selva y las Mujeres Alternativas de la Sierra de Chiapas trabajan contra los impactos del cambio climático en una zona azotada en los últimos años por heladas inusitadas y precipitaciones copiosas. La suerte de las chiapanecas está ligada a los meteoros. El estado, uno de los más empobrecidos de México, posee 72 municipios muy expuestos a derrumbes e inundaciones, y en octubre de 2005 pasó por allí el huracán Stan. «Las mujeres siembran café, manejan sistemas de ahorro y crédito, centros de ecoturismo y albergues educativos para los jóvenes», relató Teresa Cortés, consultora de Oxfam México, que capacita y financia a la Federación Indígena Ecologista de Chiapas, a la que pertenecen las tres organizaciones.
Por el daño de Stan y de los aludes de 2007, Oxfam ayudó a esos grupos a concebir un modelo de prevención y de gestión de riesgos climáticos. Ahora están en la etapa de trazar un mapa de esos riesgos. La Federación aglutina a 18 organizaciones y a 3.500 pequeños caficultores organizados en cooperativas en 26 municipios. Éstas exportan café orgánico certificado a Holanda, Suiza y Alemania. Con unos 40.000 dólares entregados por Oxfam, los grupos de mujeres están renovando los cafetales.
En Sudáfrica las mujeres padecen las alteraciones climáticas más que los hombres, según la investigación «Género y cambio climático: un caso de estudio en Sudáfrica (pdf)», efectuado por la académica Agnes Babugura para la fundación alemana Heinrich Böll. Las mujeres trabajan más y por más horas, caminan largas distancias para proveerse de agua y han asumido más responsabilidad financiera para sostener los hogares. «Hay una distribución inequitativa de roles y responsabilidades. Pero las mujeres están más informadas y son más innovadoras para sobrellevar los impactos del cambio climático», dijo Babugura en Cancún. El estudio se concentró en dos municipios, UMzinyathi y UMhlathuze, en la oriental provincia de Kwazulu Natal, habitada por más de nueve millones de personas, de las cuales más de cinco millones son pobres.
En la COP 16 las mujeres reclaman políticas de género consistentes en los acuerdos que se adopten y en la financiación. «Vamos a demandar que se destinen fondos comunitarios para desastres», indicó Bengochea.
«Estamos rescatando la tradición participativa en las comunidades, estamos en el proceso de empoderar a las mujeres», resaltó Cortés.