Esto parece pensar el Gobierno de Navarra cuando afirma qué no cree que los colegios que separan a sus alumnos por sexo (clases de sólo niños o sólo niñas) sean discriminatorios. Esta es su respuesta al anteproyecto de la ley de Igualdad de Trato y No Discriminación, en el que solicita que estos centros no […]
Esto parece pensar el Gobierno de Navarra cuando afirma qué no cree que los colegios que separan a sus alumnos por sexo (clases de sólo niños o sólo niñas) sean discriminatorios. Esta es su respuesta al anteproyecto de la ley de Igualdad de Trato y No Discriminación, en el que solicita que estos centros no puedan acogerse a la financiación pública. En el estado español hay más de 150 centros segregados, muchos de ellos, no todos, vinculados al Opus Dei. De ellos, dos en la Comunidad Navarra: Miravalles-El Redín e Irabia.
Quienes defienden la segregación argumentan su opinión hoy en día no en razones morales, sino en supuestas razones pedagógicas. Consideran superada la Ley de Educación Primaria de 1945, pero vienen a plantear que los niños, indisciplinados y agresivos por naturaleza precisan de una atención más constante que va en detrimento de las niñas, ignoradas por los profesores ante la exuberante problemática masculina. También alertan ante el peligro que trae la convivencia, «por la posibilidad de fomentar iniciaciones sexuales prematuras e indeseadas».
Sin embargo, su principal preocupación, justo es reconocerlo, es que las evidentes diferencias entre unos y otras hacen necesario un trato diferenciado. Porque es bien sabido que las niñas tienen su propio ritmo de aprendizaje, que es más rápido por cierto que el de los varones. Y es cierto también que ellas destacan en áreas como la comprensión lectora y la expresión verbal, mientras que los números y el espacio son para ellos pan comido.
Pero, aún compartiendo parte de este argumento, la cuestión es sin embargo, que ni todas las niñas, por serlo, son iguales, ni todos los niños, entre ellos, están cortados por el mismo patrón. Hay enormes y hermosas diferencias que hay que apreciar, respetar y tratar como precisen articulando todos los mecanismos necesarios para garantizar la atención a la individualidad y la diferencia. Porque también son diferentes quienes provienen de otras culturas, gozan de una inteligencia privilegiada, o quienes provienen de familia de escasos recursos. Y la escuela, el sistema, ha de respetar para extraer las máximas capacidades, dando a cada cual lo que necesite, pero nunca jamás, ha de separarlos, clasificarlos, creando guetos y categorías estancas e injustas. Las niñas con las niñas, los tontos con los tontos, los ricos con los ricos, los musulmanes con los musulmanes, las gitanas con las gitanas, los zurdos con las zurdas…
Es importante recordar que nuestra sociedad sigue teniendo como uno de sus mayores retos la desigualdad de derechos y oportunidades entre los hombres y las mujeres.
El Gobierno de Navarra, dice apostar por alcanzar la igualdad real y efectiva de mujeres y hombres y así lo recoge en su I Plan de Igualdad de oportunidades. Por ello, esta apoyando y financiando entre otros programas por la coeducación, como Premio Mejores Prácticas Coeducando 2010 (¿Se presentan también el Redin e Irabia?). Seguramente, hace este trabajo especialmente desde el Departamento de educación y el INAI, con la conciencia de qué serán las nuevas generaciones las que deben construir otra sociedad diferente y sólo podrán hacerlo si aquí y ahora les enseñamos a hacerlo. Donde? En la escuela, que es donde se forma a los ciudadanos y ciudadanas del mañana. Cómo? Junt@s, para que se conozcan, se aprecien, se respeten. Enseñándoles a ser hombres y mujeres diferentes, exentas de los prejuicios que les impidan ser como quieran o vivir como decidan.
No es esto un poco contradictorio con la respuesta que da al tema de los centros que segregan por sexo?. O una de dos, O no se creen nada de lo que tiene aprobado y escrito sobre igualdad y de los propios programas que impulsan, o sus intereses, están muy vinculados al Opus Dei. O ambos a la vez.
El lugar en que se educa a una criatura es tal vez la decisión más importante, e irreparable, que ha de tomar una madre y padre para la vida que tiene a su cargo. Significa la adquisición de hábitos de conducta, de modelos, de actitudes ante las cosas, un caudal enorme de objetos que rechazar y otros tantos a los que abrazarse. Una educación segregacionista pretende que las personas, desde su más tierna edad, han de recibir una instrucción distinta porque distintos son los fines que se han destinado a cada uno de los grupos de que forman parte. Y esto es la antitesis para conseguir un mundo diferente y mejor, donde hombres y mujeres lleguen lo más lejos que sus capacidades les permitan, apoyándose mutuamente y respetándose en cualquier circunstancia, es un insulto pretender que hay que separarnos para enseñarnos a vivir la vida que nos espera. A ser tierno y ser fuerte, a ser sensible y ser eficaz, a ser apasionado y a ser trabajador hay que enseñar a todas las personas, a los chicos y a las chicas. Por ello opto claramente por la coeducación
Respeto aunque no comparto a quienes son partidarios de la segregación. Pero eso sí, que se lo paguen ellos y ellas como hacen por cierto otros padres y madres que tienen opciones diferentes a las de las escuelas públicas actuales. Es mucha cara pretender que seamos toda la ciudadanía, con dinero público quienes financiemos sus colegios.
Y en esto el Gobierno debería de ser muy claro y contundente, aunque solo sea por aquellas cosas que aprueba como el plan de igualdad. Pero mucho me temo qué… ¿Otra ley a la que se harán insumisos?
Tere Sáez. Técnica de Igualdad.
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso de la autora mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.