China va camino de convertirse en el mayor exportador mundial de reactores nucleares en la próxima década, y eso que ni siquiera es hoy una potencia en el sector. La inversión del gigante asiático en tecnología nuclear es tan brutal, y la prisa por poner en marcha nuevas centrales nucleares tan acusada, que China no […]
China va camino de convertirse en el mayor exportador mundial de reactores nucleares en la próxima década, y eso que ni siquiera es hoy una potencia en el sector. La inversión del gigante asiático en tecnología nuclear es tan brutal, y la prisa por poner en marcha nuevas centrales nucleares tan acusada, que China no sólo se siente con confianza para instalar con éxito los 34 reactores a los que ha dado luz verde (26 de ellos ya en construcción), sino también para comenzar a exportar reactores de fabricación propia a partir de 2013.
¿Cómo pretende China dar este tremendo salto nuclear? A base de desarrollo tecnológico, por supuesto, pero sobre todo gracias a su gran arma comercial: el precio. Este argumento puede ser la clave para que muchos países en vías de desarrollo opten por comprar reactores nucleares baratos a China en lugar de a Francia, Estados Unidos y Japón, la santísima trinidad del panorama nuclear, cuyo producto es de mayor calidad pero también mucho más caro.
Además del precio, China ofrece unas condiciones de financiación muy atractivas que podrían abrirle las puertas del mercado nuclear en el sureste asiático, África y América Latina. Es una nueva política low cost tras el desastre de Fukushima, y mientras países occidentales, como Suiza y Alemania, renuncian a la energía nuclear, y otros (como por ejemplo España) revisan sus centrales atómicas.
David Shen Dade, ejecutivo de la China Guangdong Nuclear Power Corporation (CGNPC), desveló este mes que su compañía, uno de los dos gigantes de propiedad estatal junto a la China National Nuclear Corporation (CNNC), está en conversaciones avanzadas para exportar sus productos a Vietnam, Tailandia, Malasia y Singapur. No hay ningún país desarrollado que haya mostrado interés en adquirir tecnología china.
«El precio es definitivamente una ventaja», explica Lin Boqiang, reputado experto nuclear y director del Centro Chino para la Investigación Energética de la Universidad de Xiamen. «China es el mayor comprador mundial de tecnología nuclear, no un vendedor. En los próximos años, países como India pueden llegar a comprar productos nucleares procedentes de China, pero otros como Estados Unidos no van a estar interesados. China está investigando nuevas tecnologías, no creo que sea el momento todavía de producir en masa y exportar», asevera.
Tecnología desfasada
Está claro que esa no es la corriente de opinión entre los que toman decisiones. Tian Jiashu, director nuclear de la CNNC, aseguró hace diez días, en el Congreso de la Energía Nuclear China celebrado en Pekín, que su compañía será capaz de exportar de forma independiente sus reactores a partir de 2013, cuando esté todo listo para su producción en masa. En concreto se trata del modelo CP1000, cuya tecnología pertenece a la llamada «segunda generación mejorada» de reactores, un diseño que la CNNC lleva desarrollando desde 1998 y del que posee los derechos de explotación. Hoy, los grandes del sector ya han hecho el salto a la tercera generación, que introduce importantes mejores en la seguridad.
Hasta que su modelo CP1000 esté listo, la CNNC tiene intención de exportar reactores de segunda generación (la misma que la central de Fukushima) [1] a otros países, mediante acuerdos comerciales con la francesa Areva, titular de la propiedad intelectual. Mientras en Occidente ya nadie instala reactores de segunda generación (notablemente más vulnerable que la tercera), y ni siquiera China los quiere, parece que Pekín no tiene inconveniente en venderlos en el exterior.
Los dos únicos reactores que hasta hoy ha exportado China se encuentran en Pakistán, en la central nuclear de Chashma, y tienen una capacidad de 300 megavatios (MW) cada uno. Su adjudicación no fue fruto de una libre competencia del mercado en la que se impuso la tecnología china, sino de un acuerdo entre ambos estados dentro de su marco de cooperación estratégica. La CNNC tiene previsto instalar dos nuevos reactores (número 3 y 4) en la planta de Chashma y alcanzar 1.000 MW, como un reactor de Ascó (Tarragona).
«Hasta la fecha, muchos de los reactores fabricados por China basados en su propio know-how incorporan una tecnología que se utilizaba enOccidente y en otros países avanzados hace 30 años», asegura Mark Hibbs, experto en energía nuclear de la Fundación Carnegie para la Paz Internacional. «Esa es la tecnología que están exportando las empresas chinas a Pakistán». Este país sufre serios problemas para abastecerse de energía nuclear debido a que se niega a firmar el Tratado de No Proliferación Nuclear. Tras el desastre de Fukushima, China puso en cuarentena varios proyectos y paralizó alguno, pero no detuvo sus operaciones en el país vecino.
«Lo importante para China es que este acuerdo [nuclear] cimenta su cooperación estratégica con Pakistán a nivel político y militar, pero también le provee de un lugar de trabajo para que su industria ganee xperiencia en la construcción de centrales en el extranjero, algo que desea con muchas ganas», prosigue Hibbs.
Las dos primeras unidades vendidas hasta el momento están en Pakistán
«China está haciendo grandes esfuerzos en el campo de la seguridad», asegura el profesor Lin. «Pero cada productor siempre dirá mi reactor es seguro’, por eso la verdadera seguridad procede siempre de las políticas de los gobiernos y de la sociedad. Creo que debemos presionar a nuestro gobierno para que invierta más dinero en la seguridad de la industria nuclear. Eso podría ralentizar un poco el desarrollo de nuestra tecnología, pero la seguridad tiene que ir por delante», advierte el académico, antes de añadir: «Después de Fukushima, pasar de la segunda generación y de la segunda mejorada a la tercera es una obligación para China».
A la vista de los hechos, Pekín no está por la labor de dar ese salto cualitativo, menos aún cuando a partir de 2013 pueda llenar sus arcas con su reactor CP1000, del que tendrá todos los derechos de propiedad intelectual. Eso significa que la segunda generación mejorada, que ya empieza a considerarse obsoleta entre los grandes productores occidentales, sobrevivirá en los países emergentes y en desarrollo durante los próximos 60 años, tiempo de vida útil del modelo CP1000.
España no dispone de componentes nucleares chinos ni hay previsión en el futuro. Para Juan Ortega, director de Tecnatom y presidente del Spanish Nuclear Group for China, no hay motivo para la preocupación: «China ha demostrado su compromiso con la seguridad. Tras Fukushima ha puesto proyectos en revisión y está haciendo un análisis bastante realista de cómo tiene que modular o modificar su programa nuclear para asumir las lecciones de Japón». Y añade: «No creo que nadie en el sector piense que China tiene un compromiso menor con la seguridad que el que existe en otros países. Que el precio final de un reactor chino sea menor que uno occidental no afecta al concepto de seguridad, sino que se debe a los costes de fabricación y mano de obra».
China, en todo caso y en su calidad de dictadura, puede hacer y deshacer sin oposiciones. Una ventaja competitiva que ha encumbrado su economía en casi todos los sectores y que puede allanarle el camino también en el sector nuclear, sobre todo en la escéptica y cautelosa era pos-Fukushima.
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China acapara casi la mitad del mercado mundial
43% de los nuevos reactores
El 43% de los reactores nucleares proyectados en el mundo se concentran en China. De los 60 que hay en construcción, 26 se sitúan en el país asiático, y Pekín planea 25 unidades más en la próxima década. El país cuenta hoy con 14 reactores.
400.000 MW de potencia en 2050
El objetivo final del Gobierno chino es multiplicar por diez su actual producción de energía nuclear, hasta alcanzar 80.000 MW en 2020; 200.000 MW en 2030 y 400.000 MW en 2050.
53.000 millones en inversión
El brutal desarrollo nuclear chino (53.000 millones de euros invertidos para 2015) no es gratuito: el país vive la peor escasez energética de los últimos años y el 80% de su suministro depende del carbón, una fuente muy poco eficiente y extremadamente contaminante.
52 meses de construcción
Se necesitan 52 meses para construir el reactor chino CP1000. El precio de cada unidad es de sólo 1.100 euros por kilovatio, con capacidad para alcanzar 1GW. Una relación calidad-precio insuperable para exportar a los países en desarrollo, a pesar de su modesta tecnología.
2.000 investigadores
China formará a 2.000 investigadores para desarrollar las técnicas de fusión nuclear en los próximos 10 años. El gigante asiático financia un 10% del Reactor Termonuclear Experimental Internacional (ITER), que se está construyendo en el sur de Francia, pero sólo aporta el 5% de sus científicos.
Notas edición: Comentarios lectores:
1) El CP-1000 no es similar a Fukushima, como se dice en el artículo. Se trata de un reactor de agua a presión basado en un diseño francés de Framatome para el que, es cierto, China adquirió todos los derechos. Fukushima Daichi es un reactor de agua en ebullición de diseño estadounidense de la General Electric, de primera (la unidad 1) y segunda generación (las demás).
2) Uno de los padres de la bomba atómica china contra el plan de energía nuclear.
Pekín, 30 may (EFECOM).- El prestigioso y polémico científico chino He Zuoxiu, uno de los expertos que trabajaron en el desarrollo de las primeras armas atómicas chinas hace 40 años, ha publicado un artículo criticando el programa nacional de desarrollo de energía nuclear, al que considera insostenible y poco seguro.
En un artículo en la revista Science Times, del que se hace eco hoy el diario South China Morning Post, He dice que la construcción acelerada de centrales nucleares en el país obligará a importar demasiado uranio, y que el hecho de que el Gobierno no informe de la resistencia de éstas a los seísmos le preocupa.
En opinión del experto, de 84 años y miembro de la estatal Academia China de Ciencias, el programa nuclear chino es un nuevo «Gran Salto Adelante», en referencia al desastroso intento maoísta de desarrollar demasiado rápido la industria nacional en los años 50, causando hambrunas y décadas de recesión.
«¿Estamos de verdad preparados para tal velocidad (de desarrollo nuclear)? Creo que estamos gravemente faltos de preparación, especialmente en el campo de la seguridad», subraya He en su artículo.
Tras el accidente nuclear en Japón el pasado marzo, el Gobierno de China suspendió la aprobación de nuevas centrales nucleares, pero no las ya aprobadas, destacando que los planes de desarrollo de energía atómica en el país continuarían.
Con una capacidad de generación eléctrica de 9 gigavatios en las actuales centrales nucleares chinas, el país planea que ésta se eleve a 200 gigavatios en 2030 y 400 en 2050, cuando podría representar más del 15 por ciento de la energía consumida por la segunda economía mundial.
China posee 14 reactores nucleares, está construyendo otros 26 y planea otros 28, según datos de la Asociación Nuclear Mundial.
Según He, estos planes no tienen en cuenta los problemas de seguridad, y así por ejemplo las centrales japonesas tienen una resistencia a terremotos de 7 grados, las surcoreanas aumentarán su nivel de 6,5 a 7 grados, pero las chinas se niegan a revelar qué tipo de seísmos serían capaces de resistir.
«Muchos expertos han dicho que nuestras plantas son más seguras que las de Fukushima, pero ¿cuál es su nivel de resistencia a terremotos? Nuestros especialistas nunca han dado una cifra», afirma He.
El experto también tiene sus dudas en la sostenibilidad de la energía nuclear, ya que los elevados costes que podría tener en el futuro la podrían hacer demasiado cara.
De acuerdo con su artículo, China tiene unas reservas de uranio insuficientes para las centrales futuras, por lo que tendría que aumentar de forma vertiginosa sus importaciones, afectando a los mercados internacionales y convirtiendo una materia prima actualmente barata en cara, como ocurre ahora con el petróleo.
Al mismo tiempo, la necesidad de construir centrales nucleares resistentes a terremotos de hasta 8 o 9 grados, como se ha hecho patente tras la catástrofe en Japón, «incrementará el coste de la energía nuclear a niveles astronómicos», concluyó.
De acuerdo con South China Morning Post, el artículo del famoso científico ha causado gran revuelo en la industria, ya que se trata del primer experto de renombre que se ha atrevido a criticar los planes nucleares de Pekín.
He es célebre por sus radicales opiniones en variados campos, y conocido especialmente por su crítica al pensamiento tradicional:
Él fue uno de los defensores de derribar la muralla de Pekín en la época maoísta, atacó el movimiento religioso Falun Gong cuando éste fue ilegalizado en los años 90, y se ha mostrado partidario de acabar con la medicina tradicional china. EFECOM
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Fuente: http://www.publico.es/