Ignorando qué es lo cada cual concibe como felicidad, pienso que un sistema que se dedique sencillamente a hacer más llevadera una existencia, en la que prima la solidaridad, el buen gesto, el sosiego, el amor por la paz y el rechazo de la violencia en todas sus formas, aunque se le ataque desde todos […]
Ignorando qué es lo cada cual concibe como felicidad, pienso que un sistema que se dedique sencillamente a hacer más llevadera una existencia, en la que prima la solidaridad, el buen gesto, el sosiego, el amor por la paz y el rechazo de la violencia en todas sus formas, aunque se le ataque desde todos los ángulos, tiene muchas más posibilidades de subsistir que este «feliz limbo del desconocimiento y el desprecio al vecino« que es el capitalismo, paladín de la incultura. (Carlos Tena).
Hace unos días vimos en la prensa la noticia del joven polizón cubano que apareció muerto en el tren de aterrizaje de un avión de Iberia. Según datos de varios medios de comunicación, entre siete y diez cubanos han fallecido en circunstancias similares y sólo dos de ellos han logrado sobrevivir, junto a un tercer ciudadano rumano. También han muerto, al menos, otros doce ciudadanos de diferentes nacionalidades en estos viajes suicidas, incluidos cuatro niños africanos. A dos de ellos se les encontró una conmovedora carta dirigida a los responsables de Europa que conmocionó a las autoridades belgas. Pero muchos otros son los casos que jamás conoceremos. No entraré a valorar o a enjuiciar los motivos personales que llevaron a estas personas a lanzarse a semejante empresa. Imagino que un gran cúmulo de circunstancias contribuyó a ocasionarles tal estado de desesperación que llegaran a no sentir ningún apego por sus vidas o que guiados por una gran dosis de ignorancia, de desinformación o engañados, llegaran a pensar que tendrían alguna posibilidad de alcanzar con vida el soñado primer mundo donde podrían ver resueltos parte de sus problemas. Pero lo que si me gustaría analizar son algunos de los factores que influyen directamente en el flujo migratorio de Cuba. Quizás este análisis nos ayude a comprender cuál es la realidad de la inmigración cubana en el contexto internacional y especialmente en la realidad de América.
Cuba es el único país del mundo sobre el que Estados Unidos ha dictado una ley (Ley de Ajuste Cubano, que concede residencia a todo aquel cubano que pise suelo estadounidense desde el día 1 de Enero de 1959 o después) que promueve la inmigración ilegal, con todos los riesgos que conlleva, de los ciudadanos cubanos hacia territorio estadounidense bajo el status de refugiado político. Ley conocida como pies mojados, pies secos, ya que los balseros que se lanzaron al mar y lograron llegar con vida hasta las costas de la Florida tuvieron que sortear, literalmente, también a los guardacostas estadounidenses para lograr pisar tierra firme y así poder ampararse bajo dicha ley. Aquellos que fueron interceptados en el mar, antes de poner sus pies sobre la arena, serían devueltos a las autoridades cubanas. Este macabro juego, al más puro estilo de reality show televisivo, premia a estas personas que arriesgan sus vidas concediéndoles el derecho a ser ciudadanos estadounidenses. Y así, de paso, aprovechan la ocasión para desestabilizar la política de la Revolución Cubana con la intención de dañar su imagen a nivel mundial.
Además existen otra serie de leyes, que siempre es bueno recordar, que se suman al endurecimiento del bloqueo económico estadounidense impuesto a la isla desde 1961 y que afectan directamente a la sociedad cubana a fin de causar hambre, desesperación y el derrocamiento del gobierno.
– En 1992 se decretó la Ley Torricelli (Ley para la Democracia en Cuba), que prohíbe comerciar con Cuba a las subsidiarias de empresas estadounidenses y no permite, durante un periodo de 180 días, a las embarcaciones extranjeras que anclen en puertos cubanos hacerlo en puertos estadounidenses. Y aumentó las restricciones para el gasto o envío de divisas a los ciudadanos estadounidenses.
– En 1996 se implementa la Ley Helms-Burton (Ley para la Libertad y la Solidaridad Democrática Cubana) con la que se blindan las sanciones y se transforma en ley el embargo comercial a Cuba. Establece, además, un bloqueo internacional obligatorio sancionando a las terceras potencias que lleven a cabo vínculos comerciales con Cuba, en lo que es un claro atentado no ya sólo contra la isla sino contra el resto de los países sobre los que se viola su derecho fundamental para negociar libremente sin ningún tipo de intromisión en su soberanía nacional. También se aprueba apoyar económicamente a la «oposición» para acelerar un cambio democrático en Cuba, es decir, se legaliza lo que ya venía siendo habitual: la entrega de millones de dólares a la disidencia. Se anima a los ciudadanos estadounidenses a que emprendan procesos judiciales contra todos aquellos que negocien con propiedades estadounidenses nacionalizadas y se les deniega la entrada a su territorio.
Ningún otro país del mundo está sometido a tan desproporcionada y cruel guerra sucia. Guerra promovida por aquellos cubano-estadounidenses a los que se les terminaron sus privilegios de clase tras el triunfo de la Revolución. Imaginemos por un instante que la Ley de Ajuste Cubano se convirtiera en ley de ajuste para México, Colombia o República Dominicana, por citar algunos ejemplos. Sin lugar a dudas los índices de inmigración de estos países se dispararían y crearían una situación insostenible dentro de las fronteras de los Estados Unidos. La lógica maquiavélica del imperio mantiene contra Cuba, por un lado, una política de cerrojo económico (bloqueo, Ley Torricelli y Ley Helms-Burton) con la única intención de generar malestar en el pueblo y por otro lado activa una política migratoria de llave maestra (Ley de Ajuste Cubano) para que estos mismos ciudadanos puedan normalizar su situación legal bajo el status de refugiados políticos. Pero lo más curioso es que según los acuerdos de los organismos internacionales es imprescindible para lograr dicho status o reconocimiento por parte de los países de acogida, que los refugiados demuestren que son perseguidos por su país de origen por cualquiera de las razones que atenten contra los derechos humanos y las libertades fundamentales. En teoría los cubanos asilados que viajan a Cuba, desde Estados Unidos o desde cualquier otro país, deberían de perder de inmediato su condición de refugiados políticos, ya que no es muy coherente ir de vacaciones al mismo país que te persigue. Esta es una de las condiciones por las que leyes internacionales dictan que ya no pueden continuar negándose a acogerse a la protección del país de su nacionalidad por haber desaparecido las circunstancias en virtud de las cuales fueron reconocidos como refugiados . Esto demuestra que las razones económicas son el motivo fundamental por el que los cubanos emigran, principalmente, a Estados Unidos donde obtienen las mayores garantías legales.
Cuba es un gran banco de capital humano, por eso se da una situación especial que no sucede en el resto de los países de origen de los migrantes. Es lo que me gustaría definir como choque material-cultural. Choque que afecta a los profesionales que habiendo alcanzado un elevado grado cultural no se sienten suficientemente retribuidos y buscan aquellas sociedades capitalistas donde puedan recibir mayor beneficio por su trabajo. Sacian, en muchos casos, su afán por consumir o poseer objetos materiales y creen lograr así un equilibrio que sitúe al mismo nivel su conocimiento cultural con su poder adquisitivo. En este mundo globalizado Cuba tampoco está exenta, a pesar de sus titánicos esfuerzos por construir una sociedad más justa y solidaria, de que un pequeño porcentaje de sus ciudadanos haya asimilado este tipo de conducta individualista e insostenible como única alternativa posible para la autorrealización personal, en eso que algunos califican como la búsqueda de la felicidad. Otra parte de la población que no afecta precisamente al éxodo de competencias de Cuba, pues no se les puede calificar tan siquiera ni como fuerza productiva, también emprenden su viaje esperando mejorar su nivel de vida. Este grupo de individuos es, quizás, el que se enfrenta de forma más brusca a la realidad de las sociedades capitalistas debido a su falta de capacitación y porque estuvieron acostumbrados a una sociedad que salvaguardaba sus derechos y libertades a pesar de su nula o escasa contribución al colectivo. Sobre ellos cae de forma contundente el peso de un sistema que les castiga con la exclusión y la marginalidad. Pero todos, desde el más preparado hasta el más limitado, desde el más astuto al más torpe, tendrán que partirse el lomo para pagar el techo que nadie podrá asegurarles, para obtener un seguro médico que nunca les cubrirá el cien por cien sus enfermedades, para costear la guardería o los estudios de sus hijos que nada ni nadie podrá garantizarles, para comprar ese carro alemán último modelo o simplemente para endeudarse de por vida soñando con pasar a engrosar la larga lista de consumidores irresponsables que volamos rumbo al infierno en primera clase. Sin importarnos, tan siquiera, quién estará muerto debajo de esas ruedas que nos aseguran un feliz viaje.
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.
rCR