Manuel M. Navarrete tiene razón. Si Ignacio Escolar y Cayo Lara dijeran lo mismo sobre ETA y la democracia, o sobre cualquier otro asunto de interés público, ambos deberían ser criticados del mismo modo y con argumentos similares si sus tesis fueran injustificadas, poco razonables o políticamente inadmisibles. En mi opinión, aun reconociendo que Cayo […]
Manuel M. Navarrete tiene razón. Si Ignacio Escolar y Cayo Lara dijeran lo mismo sobre ETA y la democracia, o sobre cualquier otro asunto de interés público, ambos deberían ser criticados del mismo modo y con argumentos similares si sus tesis fueran injustificadas, poco razonables o políticamente inadmisibles. En mi opinión, aun reconociendo que Cayo Lara no tuvo en las declaraciones que MMN cita en sus artículos, una de sus mejores intervenciones, ambos no dijeron exactamente lo mismo. Sea como fuere, no tengo ningún problema en aceptar la posición crítica de MMN y admitir que la argumentación del coordinador de IU sobre un tema tan delicado y complicado debería haber incluido más matices, muchos más matices y precisiones.
De los otros nudos de su argumentación crítica, me gustaría recordar lo siguiente:
1. IU, al igual que sus disputados (o diputado) en el Parlamento español, se mantuvo fuertemente crítica con la intervención imperial en Afganistán, estuviera o no amparada por el paraguas de la ONU. Eso está en su haber político (nada extraordinario desde luego, no hay que ponerse medallas por ello) y no habría que confundir ni confundirnos en este punto.
2. Es probable que el contexto no permitiera a Cayo Lara hablar con detenimiento de las insuficiencias de España como Estado de Derecho pero tampoco aquí las críticas de IU han sido pocas e inusuales. Hablar del enorme desprecio que uno siente «a la falaz afirmación de Cayo Lara» sobre el tema, me parece una expresión un poco alzada de tono.
3. La coincidencia de MMN con Carlos Fernández Liria no deja de ser un acierto por su parte. El coautor, junto a Luis Alegre Zahonero, de El orden de El Capital es, sin atisbo para la duda, uno de nuestros grandes y mejores filósofos. Ni que decir tiene que todos hemos aprendido -o hemos intentado aprender- de sus aproximaciones al tema desde hace años.
4. Yo no veo que la intención de IU sea institucionalizar al 15M. Más aún, no consigo ver como se puede saber cuál es la intencionalidad de IU sobre ese u otro asunto más allá de sus reflexiones, declaraciones y acciones. No descubro ningún Mediterráneo sin contaminar (y sin metilmercurio en sus especie marinas) si apunto que militantes de IU han sido y son muy activos en el movimiento, que los cuadros y la dirección de IU no son tontos ni locos de atar y que si una fuerza política quiere ser lanzada actualmente a la cuneta de la política activa -e incluso de la Historia en ostentosas mayúsculas- lo mejor que puede hacer es intentar hacer eso que, según MMN, pretende hacer IU. No veo alma suicida en la organización. Hay mucha gente con cabeza amueblada, y que piensa con ella, en la organización.
5. Es cierto que el PCE y el PSUC pidieron el voto favorable en el referéndum del 8 de diciembre de 1978. NO sólo ellos. Otras fuerzas de izquierda comunista obraron del mismo modo. Si no recuerdo mal: el PTE y la ORT. No fue el caso, por ejemplo, del MC, el partido donde yo militaba en aquellos años. Pidió la abstención a la ciudadanía con argumentos consistentes e informados.
Sea como fuere, la decisión no era fácil. Prueba de ello: cuadros y dirigentes que años más tarde abonarían la tradición marxista-comunista sin estar dispuestos a renunciar a lo fundamental, a sus señas de identidad emancipatorias (el PCC, el PCPE, por ejemplo) creyeron en aquellos difíciles momentos que era necesario apoyar aquella Constitución democráticamente demediada. El fascismo había desenfundado y sus pistolas cargadas apuntaban al corazón del antifranquismo. Tres años después vino el 23-F. Todos o casi todos estábamos aterrados.
Ni que decir tiene que IU -y el PCE- no hacen ahora ninguna apología estúpida -y, por ello, falsamente democrática- de una Constitución borbónica que es usada para cosidos reaccionarios -sin consultas ciudadanas- cuantas veces se estima «necesario» y nunca para zurcidos que tengan olor o espíritu de avance social y democrático.
6. No tengo ninguna simpatía por la jueza Murillo ni apruebo desde luego su insulto. Tampoco me duelen prendas en señalar que la actitud de los acusados, que no justifica lo anterior claro está, desde un punto de vista poliético (insisto: desde este punto de vista), fue netamente mejorable. No son fáciles las condiciones de prisión a las que se les somete.
Pero puedo estar equivocado, lo admito. Ahora bien, comparar ese juicio, la actitud de la jueza en él, con los «juicios» a los que eran sometidos los acusados en los «juicios» antes tribunales militares fascistas en los primeros años del franquismo (MMN recuerda la película de Benito Zambrano «La voz dormida») es un dislate inadmisible. Si se me apura, exagerando un pelín, casi una ofensa a la memoria de aquellos luchadores asesinados; mi abuelo materno fue uno de ellos. Aquello fueron actos de terrorismo de Estado; lo criticado con razón por MMN, sin ser nada admirable, es otra cosa, está en otra casilla, muy alejada, de la infamia.
7. La afirmación de que Cayo Lara no es un líder revolucionario, en el tono en que MMN lo formula, me parece simplemente no sólo falaz sino casi un insulto, impropio de un luchador honesto como él. No se trata de poner medallas a nadie pero tampoco de lanzar porquería. De ese cáliz no deberíamos beber. No vaya a ser que los que realmente no son revolucionarios somos nosotros. La revolución no es cosa sólo de parole, parole, parole, declaraciones fuertes y puños enérgicamente levantados.
8. No hace falta que me repita pero IU no ha afirmado nunca que lo único admisible políticamente sea la lucha institucional. Ese absurdo político no puede haberse dicho o pensado por nadie que tenga que ver con la izquierda transformadora (ni tampoco, desde luego, con la derecha reaccionaria o un poco menos reaccionario que, sabido es, no deja de conspirar, actuar y movilizar por cauces nada institucionales todos los días del año, incluyendo las fiestas de aguardar, especialmente en estas últimas).
Por lo demás, que los Parlamentos sean altavoces de luchas populares no implica de ninguna de las maneras que se reduzcan a ser sólo eso para la izquierda. Si se pueden extraer conquistas de ellos, que exigen mucho trabajo político detrás y delante, mejor que mejor. La tarea no es nada fácil.
9. Tampoco ayudan en mi opinión ciertas formulaciones. No me parece que la dirección de CCOO (yo fui durante 30 años militante de ese sindicato, no lo soy actualmente), tampoco la actual – por lo hablar ya de la de Fidalgo y Paredes, ¡que horror, qué inmenso horror!-, merezcan elogios sin fin, pero hablar como escribe MMN de vendeobreros es, según creo, un insulto sectario que además es falso. Yo conozco, todos conocemos, a muchos cuadros y militantes de CC.OO. que merecen toda nuestra consideración, respeto y admiración.
En síntesis, en mi opinión la izquierda -las izquierdas si se prefiere-, como tantas veces hemos dicho y pocas veces hemos practicado, debe con urgencia buscar puntos de unión (que existen por millares y en acelerado y significativo incremento) y evitar o limar puntos de desacuerdo (que también existen pero en número mucho menor). No se trata de mantenerse mudos o abonar al acriticismo en nuestras filas, pero sí en cambio evitar zarpazos o manifestaciones afines que no ayudan en absoluto.
Notas:
[1] http://www.rebelion.org/noticia.php?id=138732
[2] Señalo explícitamente que esa no ha sido en absoluto la actitud de MMN.
Salvador López Arnal es colaborador de rebelión y de El Viejo Topo, y discípulo de Francisco Fernández Buey.
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.