Las hermanas de un niño nacido el 21 de septiembre de 1958 en la Clínica Arana de Vitoria están investigando la supuesta muerte del bebé. Varios documentos sobre el nacimiento de su hermano Manuel Holgado Núñez no aparecen y en otros informes los datos no coinciden. En la clínica donde nació el niño existen 43 […]
Las hermanas de un niño nacido el 21 de septiembre de 1958 en la Clínica Arana de Vitoria están investigando la supuesta muerte del bebé. Varios documentos sobre el nacimiento de su hermano Manuel Holgado Núñez no aparecen y en otros informes los datos no coinciden. En la clínica donde nació el niño existen 43 casos de bebés presuntamente robados.
«Qué niño tan bonito» le dijo la monja a la madre tras el parto. Un alumbramiento largo, de casi seis horas, que acabó con cesárea. Era el primer hijo de Antolín Holgado y María Teresa Núñez de Vitoria. Ella tenía 25 años cuando dio a luz a Manuel en la Clínica Arana de Vitoria el 21 de septiembre de 1958.
«Era un niño gordito ha dicho siempre mi madre», relata Begoña Holgado, hermana de aquel bebé y tercera hija del matrimonio. «Durante toda su vida mi madre aseguró que ese niño no murió. En varias ocasiones me contó la historia, pero ¿qué podía hacer?», se pregunta. Ella cuenta que su madre vivió con esa pena y cuando se estaba muriendo «me volvió a narrar la desaparición de mi hermano», explica a DIAGONAL.
Este año su padre Antolín, después de leer en un periódico un reportaje sobre niños robados, rompió su silencio: «Nosotros estamos igual…» dijo a la familia. Entonces su hija tomó la determinación de investigar qué paso con su hermano mayor, supuestamente fallecido.
Ese 21 de septiembre de 1958 el recién nacido estuvo unos minutos en los brazos de la madre, pero dijeron a los padres que tenían que llevárselo a la incubadora, «aunque la comadrona anotó en un documento que el niño estaba sano y pesaba tres kilos trescientos gramos», señala la hermana.
Ya no lo vieron más. «Mi padre no ha querido hablar nunca del tema. Decía: Murió, pues murió. Se ponía malo», dice su hija. Sin embargo, en febrero de este año, a sus 79 años, ha contado a sus seis hijas, todos los detalles del nacimiento del hermano mayor. Mientras la madre se recuperaba del parto y de una cesárea («exagerada, le dieron muchos puntos» afirma Begoña tras estudiar algunos documentos), el padre todos los días pedía ver a su hijo pero siempre le decían lo mismo: «Tiene que esperar«.
Una caja de zapatos
«Cuando el niño cumplió diez días la monja anunció a mi padre que mi hermano había muerto. Él dijo que quería ver el cuerpo del pequeño pero la monja le dijo que no. Mi padre se empezó a enfadar y la monja le enseñó una cajita de cartón que mi padre asegura era una caja de zapatos». Quiso abrirla pero la religiosa le echó el alto. Entonces, la monja le amenazó: «Como insistas llamo a la Guardia Civil y les digo que te detengan…», relata Begoña. Argumenta que su padre se siente culpable porque le hicieron firmar un montón de papeles aunque intuía que ese hijo no había muerto.
«La monja le dijo: Si insistes llamo a la Guardia Civil para que te detengan»
A María Teresa, la madre del bebé, esa monja trataba de consolarla: «No te preocupes. Eres joven y dios te va a dar más hijos«. Pasados 18 años de la supuesta muerte del bebé, llegó al domicilio familiar una carta certificada llamando a filas a ese niño, Manuel Holgado Núñez. «Mi madre se puso tan mal que mi padre tiró la carta…», cuenta Begoña. Hoy, ella y Amaia, otra de las hermanas, han acudido al hospital público Txagorritxu, el centro público de Vitoria que guarda en su quinta planta el archivo de la ya desaparecida Clínica Arana, uno de los primeros hospitales públicos del Estado español que empezó a funcionar en 1956 y fue clausurado en 1977. Sus instalaciones son ahora un geriátrico.
La familia quiere saber qué pasó Han conseguido alguna documentación, pero la historia del recién nacido, algunos documentos del cementerio y el legajo de defunción no aparecen. El hospital de Txagorritxu les ha entregado la historia clínica de la madre durante esos días en la Clínica Arana, «porque mi madre ya no quiso volver a dar a luz en esa clínica», aclara su hija.
En los documentos consta que fue atendida por la comadrona Carmen Riaño Martínez, que además certificó el nacimiento del bebé en el registro civil. En el parto también intervino un tocólogo que firma como «doctor Mingo», que practicó la cesárea a la parturienta; un anestesista cuyo informe sólo está firmado con un garabato, sin nombre ni apellidos, y por el «jefe de la clínica»(sic), que ratifica el historial de la madre en esos años y cuya firma es la misma que la del anestesista y omite también su identidad.
Otro dato que llama la atención es la denominada hoja de parto, en la que la comadrona registró el primer día de vida de Manuel Holgado que: «el bebé ha recibido el agua de socorro por el doctor Gómez» [bautizo de niños moribundos en ausencia de sacerdote], aunque el niño vivió diez días más. Falleció por «hemorragia intracraneal» según deja constancia otro cirujano, el doctor José Peña, de la Clínica Arana.
Sin historia médica del bebé
La familia ha solicitado el historial del recién nacido, pero el hospital de Txagorritxu sólo les ha dado una hoja en blanco con el nombre y el peso del niño hasta el tercer día, sin fecha de alta y con una firma ilegible. El centro médico asegura que no hay más papeles. Begoña Holgado manifiesta que tiene esperanza en la investigación de la policía judicial, que está trabajando con la fiscalía que investiga el robo de bebés en Álava. «Con una orden judicial deberían darnos más información», afirma.
43 casos en la Clínica Arana
Los hechos sobre la muerte del primogénito de la familia se suman a otros 42 casos registrados en la Clínica Arana en la que médicos, comadronas y monjas coinciden en los relatos de los afectados. La funeraria también es aludida por los familiares de los niños que supuestamente fueron robados. Hoy sigue siendo la misma y pertenece a la misma familia de empresarios. Esa funeraria tenía que trasladar el cuerpo del neonato al cementerio de Santa Isabel en Vitoria. El propietario de la empresa entonces:»Jesús Santiago Lauzurica Ganchegui, industrial de Vitoria» (según dice el parte del registro civil) fue autorizado a retirar el cadáver de la clínica.
Según la familia Holgado ‘la Lauzurica’, como se la conoce, les niega uno de los documentos. Este periódico ha hablado con Patxi Lauzurica, gerente de la funeraria, quien asegura que no pueden dar información a las familias «salvo petición judicial. Es protección de datos», sostiene el sobrino del industrial que fundó la empresa.
Datos que no coinciden
En su investigación, las hermanas han cotejado documentos y han hallado contradicciones entre el relato del padre y los papeles. Una es que el número del tomo y folio del parte de defunción que figura en el registro civil no coincide con el registro en el libro de familia. Además, en el historial de la madre se dice que le dan el alta a los nueve días, pero ella permaneció en el hospital más de 15 a causa de la cesárea y aunque consta que el entierro se llevaría a cabo al día siguiente de la muerte del niño, tuvo lugar tres días después. El único que asistió al enterramiento fue el padre y encontró un ataúd blanco sellado que no abrió.
Begoña busca una explicación: Arana estaba aislada junto a la N-1, Madrid-Irún, era muy fácil. «Ese niño se lo llevaron a San Sebastián o Madrid».
«Está claro que los bebés no se quedaban en Vitoria, aquí nos conocemos todos»
«Está claro que los bebés no se quedaban en Vitoria, aquí somos muy pocos y todos nos conocemos», apunta Leire Fernández, delegada en Vitoria de la asociación de familias afectadas, SOS Bebés Robados. «Ahora las madres hablan: dicen que se sabía que en la Clínica Arana desaparecían recién nacidos. Era un secreto a voces, pero entonces no se podía denunciar, había miedo», explica Leire.
Apunta que en Arana hay 43 casos de niños robados, de los cuales 27 han presentado denuncia ane la fiscalía. «Esa clínica estaba regida por las Hermanas de la Caridad, orden religiosa implicada en muchos hospitales del Estado español. Las monjas de Vitoria tenían muy buenas relaciones con las religiosas de Valencia», comenta. Asegura que ya se han dado encuentros pero que las familias prefieren permanecer en el anonimato. «No todos los niños eran vendidos, las monjas ‘hacían favores’, se sentían como dioses y actuaban con total impunidad«, afirma. En Euskadi son casi 300 los casos de presuntos robos de recién nacidos.
Fuente: http://www.diagonalperiodico.net/Una-familia-investiga-la-muerte-de.html
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