«Eurovegas, un espectáculo provinciano» [1] es el título de un artículo que el excelente y enrojecido urbanista Jordi Borja publicó el pasado jueves 22 de marzo de 2012 en el diario monárquico-global-imperial. «El despropósito que más llama la atención del proyecto son las condiciones que quiere imponer el promotor», señala la entradilla. Con razón, con […]
«Eurovegas, un espectáculo provinciano» [1] es el título de un artículo que el excelente y enrojecido urbanista Jordi Borja publicó el pasado jueves 22 de marzo de 2012 en el diario monárquico-global-imperial. «El despropósito que más llama la atención del proyecto son las condiciones que quiere imponer el promotor», señala la entradilla. Con razón, con numerosas y convincentes razones.
JB señala con rigor crítico e información algunos de estos «despropósitos» (hay palabras más ajustadas a la cosa). Prometen, señala JB, unos 200.000 empleos directos y 100.000 indirectos pero «no se especifica el origen de estas cifras». Recuerda JB que en todo el Estado de Nevada, «que incluye Las Vegas y la lejana Reno», hay 300.000 empleos en el sector del ocio a pesar de que sólo en Las Vegas hay 78 grandes hoteles con casino y que, en cambio, en el Baix Llobregat, al lado de Barcelona, «se crearían 12 hoteles, seis con casino». Los números, remarca el urbanista que colaboró con el gobierno de Salvador Allende, no salen. Y, efectivamente, no salen: esos 200 mil se quedarían en unos 20 mil. Y si fuera el caso.
Así, pues, el argumento de que la publicitada inversión «creará numerosos puestos de trabajo» no es en absoluto convincente [2]. Otros aspectos del modelo, remarca JB, menos aún: las Vegas creció en un desierto a partir de la década de 1930 y especialmente de 1941. En 1959 la ciudad inició un nuevo boom cuando, tras el triunfo de la revolución cubana, la capital cubana dejó «de ser el gran casino y el superprostíbulo de los norteamericanos». Además, «el centro de Las Vegas, inicialmente ciudad compacta, fue perdiendo fuerza y la ciudad se expandió de forma difusa y segregadora. Gradualmente se ha ido privatizando, ha dejado de ser ciudad».
A JB, el despropósito que más le llama la atención -¡con razón desde luego!- son las condiciones del «promotor» que aparentemente no han sido cuestionadas por las autoridades españolas (ni tampoco por las catalanas: recordemos su entrevista con Mas y Mas-Colell y el viaje (clandestino) de este último en noviembre de 2011 a EEUU). Entre otras: modificación de la Ley de Extranjería para «importar» trabajadores y del Estatuto de los Trabajadores para no depender de convenios colectivos [esto último ya está incluido en la contrarreforma laboral del PP], moratoria de dos años para los pagos a la Seguridad Social, exenciones de impuestos y tasas, autorización del ingreso de menores de edad y ludópatas, «derecho» a fumar dentro de las instalaciones,…. ¡La acabose! Como el mismo JB señala, «por vergüenza ajena, sin comentarios».
Es imposible no coincidir hasta aquí con los argumentos, informaciones y críticas del gran urbanista, quien, sin embargo, traza a continuación un curioso argumento, una singular reflexión. La siguiente:
En EE UU era y es impensable que un Las Vegas se instale en la megalópolis del noreste, un continuo urbano con más de 55 millones de habitantes. Las Vegas se creó a miles de kilómetros del mercado más potente. Eurovegas, en cambio, la versión europea, pretende instalarse en un tejido urbano -en el caso de Catalunya- ya muy saturado que, en opinión de JB, requiere proyectos de escala media, «más acupuntura que cirugía».
Aunque la copia local europea sea de menor tamaño que el original, «se prevén 150 hectáreas para el complejo y 100 más para campos de golf, un estadio,…». Obviamente, el impacto sobre el territorio sería enorme. A la zona, añade JB, «afluirán los desocupados locales y los que acudirán de otras partes como si se hubieran descubierto minas de oro, sin contar a los centenares de miles de futuros clientes». Y entonces, en un giro inesperado, probando como ha probado el desastre social, urbanístico, cultural y económico que significaría la ubicación y funcionamiento de un «negocio» de estas características, Jordi Borja pregunta: «¿Es este el lugar adecuado o no correspondería más a los Monegros?» ¿Hemos leído bien?
Ni el Prat es un lugar adecuado ni lo es Madrid ni lo son Los Monegros. ¿Por qué iban a serlo? ¿Por qué iban a ser Los Monegros una buena ubicación para un desastre anunciado del que el mismo JB ha escrito la crónica anticipada? ¿Porque vive menos gente? ¿Porque no es una zona industrial? ¿Porque hablamos de Aragón? Una nota de El ecologista [3] resume la situación magníficamente: «Los gobiernos de la Generalitat de Catalunya y de la Comunidad de Madrid compiten penosamente por convencer al multimillonario Sheldon Adelson para que invierta su dinero en las respectivas comunidades autónomas, ofreciendo terrenos gratis y excepciones legales para quedarse con la inversión. Consideramos lamentable que, en medio de una crisis provocada por una década de especulación urbanística y de primacía de la economía financiera global sobre la economía real, las administraciones públicas piensen en salir de ella con la misma receta que la provocó. «Eurovegas» solo traería más especulación, destrucción ambiental, ludopatías, prostitución, mafias y blanqueo de dinero negro».
Las cifras del negocio, prosigue El Ecologista, causan terror y pavor: de 35 a 60 millones de metros cuadrados, 12 hoteles con 36.000 camas, 6 megacasinos, 18.000 máquinas tragaperras, 3 campos de golf, etc. Y todo, concluyen, «dentro de un «paraíso fiscal» donde no se cumplirían hasta 30 leyes estatales y autonómicas para facilitar el enriquecimiento de este empresario. ¡No vale todo para conseguir una inversión millonaria!». En contra del lema metodológico de Feyerabend, no todo vale efectivamente en temas sociales.
José Arnal Mur fue un campesino y jornalero que levantó y cuidó su tierra en Sodeto, un pueblecito de Los Monegros. Murió el pasado lunes 19 de marzo de 2012, a los 89 años. Su padre, un trabajador cenetista, José Arnal Cerezuelo, también del territorio, murió mucho antes (por la justicia y las libertades, también de Catalunya), en mayo de 1939, a los 52 años, asesinado en el Camp de la Bota por un pelotón guardiacivilesco. Ni uno ni otro, creo conjeturar bien, desearían para una tierra que mucho amaron -y que se quiere mucho a pesar de su sequedad y sobriedad- unas instalaciones «empresariales» que sólo pueden ir acompañadas de explotación, miseria, enajenación, narcotráfico, prostitución, estupidez, chulería, matonismo. Las peores aristas de una civilización infame hasta la ignominia.
Como no logro convencerme que JB haya podido escribir un paso así, la única explicación que me viene a la mente es que haya sido un error de impresión. No cabe otra conjetura que sea consistente con la admirable trayectoria política, resistente y cultural del gran urbanista barcelonés.
Notas:
[1] http://ccaa.elpais.com/ccaa/2012/03/21/catalunya/1332362716_784630.html
[2] Además, prosigue JB, se trata de empleo poco calificado. Sólo el 14% de la población joven de la zona donde se ubican Las Vegas inició estudios universitarios, «cuando la media norteamericana es el doble».
[3] El Ecologista, primavera de 2012, nª 72, p.13.
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